viernes, 21 de febrero de 2014

Las organizaciones inteligentes y la construcción colectiva de aprendizajes significativos


LAS ORGANIZACIONES INTELIGENTES Y LA CONSTRUCCIÓN COLETIVA DE APRENDIZAJES SIGNIFICATIVOS*

 
Por Javier Brown César
 
PRESENTACIÓN
 
El 11 de septiembre de 2001, no sólo cayeron por tierra las Torres Gemelas de Nueva York, al parecer también se vino abajo la idea de una sociedad totalmente informada y ampliamente conocedora. Los conceptos de “sociedad del conocimiento” o “era de la información”, se interpretan comúnmente como utopías, como ideales en los que se supone que las sociedades se volverán más sabias o conocedoras por el mero hecho de estar más y mejor comunicadas o gracias a la abundancia de informaciones; la resolución fantástica de este ideal sería la Biblioteca Total de Borges: un lugar en el que estaría todo lo publicado, y por ende, encontraríamos tanto a los clásicos, como a autores censurados, junto con obras de escaso valor literario o histórico, e incluso también, habría colecciones de aberraciones y recuentos inútiles de cosas, sucesos y lugares inexistentes. Como veremos, conceptos como los de “sociedad del conocimiento” o “era de la información” aluden a un hecho sociológico (Cf. Castells, 1999), a un fenómeno social, y no a precisamente a un ideal de perfección humana o a una línea de progreso social que habrá de realizarse de manera necesaria.
 
El 11 de septiembre de 2001, la nación más poderosa de la tierra, en términos de producción nacional, con los sistemas de defensa y ataque más sofisticados, con un ejército bien entrenado y equipado, con avanzados sistemas de inteligencia y espionaje, con cúmulos inmensos de conocimiento, con incontables bases de datos con informaciones diversas, no fue capaz de predecir el ataque, ni anticiparse a sus terribles consecuencias. La sociedad donde podemos especular que existe más conocimiento, no pudo conocer lo necesario para evitar el ataque, una sociedad que podemos considerar como una de las más informadas del mundo, no supo qué iba a pasar y en un primer momento (y quizá hasta el día de hoy) no supo con certeza quién la atacó. Ni los acervos de la Biblioteca del Congreso ni todos los que conforman su vasto sistema de universidades públicas sirvieron para hacer aquello que Hobbes consideró como la justificación del Estado: proteger la vida y la propiedad de sus ciudadanos[1].
 
¿Fue este un problema de inteligencia organizacional? Y si así lo fue ¿en qué sentido? ¿Acaso falló la inteligencia interna o es que acaso el enemigo fue capaz de constituir una organización tan inteligente y poderosa, que se conformó como una menta maestra sumamente poderosa y perversa[2]? Mi cometido en esta presentación será desarrollar el tema de la inteligencia organizacional, siendo la pregunta central la siguiente: ¿qué niveles de inteligencia, parámetros y mecanismos se pueden considerar para aclarar el tema de las organizaciones capaces de aprender?
 
TÉCNICA Y ORGANIZACIÓN
 
La técnica ha revolucionado al mundo, y la acción organizada no es la excepción a este profundo influjo (Cf. Clegg, 1992). Con la técnica, el ser humano ha ampliado las posibilidades de transformar su entorno (Cf. Habermas. 1996a: 61 ss.): en un inicio se amplían las capacidades locomotoras de las extremidades y la producción de energía por parte del cuerpo humano (creándose instrumentos como lanzas, poleas, recipientes), después se amplían las capacidades de los órganos de los sentidos (hacia lo micro y hacia lo macro), en una siguiente etapa ciertas funciones cerebrales son asumidas por los autómatas (procesamiento de gran cantidad de datos, recuperación de información de bancos memorísticos gigantescos). Este desarrollo tendría su límite, según Arnold Gehlen -a quien seguimos aquí de cerca-, en la automatización más completa posible, ya que más allá no se puede dar ningún “ámbito más de la actividad humana que pudiera ser objetivado” (Ibid). La técnica ha producido efectos formidables en la organización de la sociedad y su reflejo patente es el llamado por Carl Schimt Estado técnico, o sea, una forma de organización política en que el derecho y la economía son, en cierta forma, superados (aufgehoben) por la técnica. La técnica ha modificado patrones de interacción, estructuras e instituciones, ha promovido una enorme capacidad de sustitución y de diversificación.
 
Los impactos de la técnica en los grupos de personas que a partir de sus decisiones, persiguen ciertos objetivos o que por lo menos comparten un  proyecto común, se dan en el plano de las interacciones (de las así llamadas relaciones humanas), en las relaciones mediadas por el espacio y en la aceleración del tiempo[3]. Como consecuencia de estos impactos, organizaciones como las bibliotecas, archivos y centros de investigación se están modificando sustancialmente en varios ámbitos, a saber:
 
1. La sustituibilidad introducida por la técnica arroja a las personas al entorno de las organizaciones y de la misma sociedad: no sólo nadie es propiedad de las organizaciones ni puede serlo, sino que todos somos reemplazables en la medida en que la técnica abarque y supere nuestras capacidades. Así, los obreros que estaban en las antiguas líneas de montaje, o los que describe Adam Smith cuando relata la forma de hacer un clavo a partir de la división del trabajo, son sustituidos por autómatas, y las secretarias que hacían tarjetas para los catálogos de las bibliotecas son reemplazadas por capturistas e impresoras.
 
2. Las organizaciones tienden a ver reducido su tamaño, no tanto en el sentido de la miniaturización -aunque también en éste- si no en términos de lo que se denominan recursos humanos: la cantidad de trabajadores que están en nómina se reduce, pero los salarios de los tomadores de decisiones tienden a aumentar; estos tomadores de decisiones, que constituyen el primer nivel de la organización usualmente se constituye en pequeños grupos[4], que interactúan continuamente (a estos grupos se les denomina genéricamente como think tanks): las rígidas líneas jerárquicas tienden a ser remplazadas por Consejos, Juntas, Comités, Mesas de Trabajo y Academias. Si bien diversas actividades para las que se exigía mano de obra útil, pueden ser realizadas por autómatas, el pensamiento creativo, la disposición a adoptar riesgos (Cf. Luhmann, 1998) así como la enunciación de juicios de valor[5] (o valoraciones, incluyendo las morales, estéticas, religiosas) y la atribución de conexiones de sentido con respecto a los hechos sólo puede ser realizada óptimamente por las personas.
 
3. Las jerarquías se desdibujan (de la misma manera también, las fronteras rígidas propias de los Estados nacionales se ven también superadas), con lo que se da paso a nuevas formas de organización del trabajo (la reingeniería de negocios habla de organizaciones funcionales tipo pizza de salami), en las que se privilegia el liderazgo democrático, y el trabajo en pequeños grupos que colaboran al estilo de red, en forma de círculo o de rueda (Hodgetts y Altman, 1981: 178) los cuales se ha demostrado que son más funcionales que los grupos en cadena (Cf. Olmsted, 1989: 125; Katz y Kahn, 1989: 264).
 
4. Se intensifican notablemente las comunicaciones tanto al interior como al exterior de la organización, la cantidad de informaciones posibles se eleva también considerablemente y con ello también la probabilidad de que se dé comunicación entre diversos interlocutores que antes era difícil poner en contacto, por cuestiones de tiempo, dinero o espacio. Las posibilidades comunicativas que se dan en la acción organizada de las personas, permiten mayores niveles de eficiencia en el trabajo en equipo, mayor capacidad para procesar las experiencias y para llegar a conclusiones o consensos comunes. La disponibilidad de bancos con datos, fechas, mapas, patentes y otras fuentes de conocimiento facilita que se tomen acuerdos más rápidos, debido a que las afirmaciones se pueden sustentar en evidencias constatándose así los juicios de expertos y directivos. La posibilidad de acceder a cualquier documento normativo a partir de un disco óptico o vía la Red permite fundamentar acuerdos basados en normas e incluso fundamentar mejor las normas mismas.
 
En fin, pormenorizados expedientes personales y fichas y procedimientos de control presentan un “mapa”, si bien incompleto, de las habilidades, capacidades, productividad, puntualidad, calidad del trabajo y errores del personal. Sin embargo, dada la abundancia de informaciones, datos, estadísticas y cifras disponibles, es necesario asumir un postulado para la toma de decisiones: como en ninguna decisión se pueden sopesar todos los elementos requeridos para tomarla, “basta con un umbral de información determinado para considerar que se tiene información suficiente (aunque no total) para tomar las decisiones.... por debajo de este umbral se da un déficit de información y por arriba un superávit, que implica una sobrecarga informativa y un problema de procesamiento” (Brown, 1999: 78).
 
5. Al interior de las organizaciones, la capacidad de aprendizaje de las personas es absolutamente central, dándose en varios niveles: no sólo se aprende a asumir idealmente un rol, digamos el de coordinador o gerente, se aprende de la experiencia pasada, de tal forma que las decisiones presentes forman un continuo con decisiones pasadas (Cf. Luhmann, 1997), constituyéndose así proyectos caracterizados por su continuidad, por su sustentabilidad. La permanencia de las organizaciones radica en su capacidad para procesar las diferencias individuales, para aprovechar al máximo los escasos recursos disponibles, para ubicar a las personas en labores que les permitan asumir su trabajo bajo un modelo de vida que implique desafíos o retos constantes (Cf. Dworkin, 1993: 116 ss). Al interior de la organización, la cultura se redefine: ya no se trata sólo del depósito de significados, prácticas y normas comunes, sino antes bien, de un ámbito propicio para la cultivación de las personas, o sea, para el progreso afirmativo de cada uno. La cultura organizacional que fomenta el conocimiento de las personas, de su situación, y la capacidad de reflexión en equipo, es central para lograr mayores niveles de aprovechamiento de las ventajas comparativas de cada grupo organizado en torno a intereses o metas comunes.
 
INTELIGENCIA, RACIONALIDAD Y ORGANIZACIÓN
 
El tema que aquí estoy desarrollando asume como punto de partida el concepto de inteligencia organizacional. Las preguntas relacionadas con las organizaciones inteligentes son muchas, por ejemplo: ¿en qué o en dónde radica la inteligencia en una organización determinada? ¿cómo “aprenden” las personas dentro de una organización? ¿qué es propiamente y en qué consiste la inteligencia organizacional? El tema de la inteligencia ha ocupado el centro de las consideraciones filosóficas y psicológicas desde antes de los tiempos de Platón. Hasta el día de hoy, tenemos varias respuestas alternativas que se discuten el primado teórico para interpretar aquello que debe ser comprendido como inteligencia. Durante casi dos milenios, la definición del ser humano como animal racional (animale rationale) prevaleció en la filosofía, pero en la actualidad parece ser insuficiente, porque la razón moderna se desdobló, por obra de la crítica, en varias esferas más o menos cerradas (aurorreferentes) y especializadas. En estos momentos nos encontramos ante la antítesis de una razón dividida que ya no puede integrar, en un sistema unitario, a la filosofía, la ciencia, la religión, la ética, el derecho y la estética o ante intentos por buscar la unidad de la razón en la pluralidad de sus voces (Habermas, 1990).
 
Quizá ganemos perspectiva si asumimos como punto de partida la idea de que la inteligencia se dice de muchas maneras, con lo que tenemos ante nosotros el reto de diferenciar estas formas de hablar acerca de la inteligencia, y por ende, de lo específicamente racional en el hombre. La teoría “neo-marxista” de la Escuela de Frankfurt se definió a sí misma como una crítica de los ideales de la ilustración (Aufklärung), desarrollando el concepto de razón instrumental (Cf. Horkheimer y Adorno, 1969, también Habermas, 1989). Según los principales pensadores de esta escuela, la modernidad podría ser definida por el primado de la razón instrumental, la cual es propiamente una razón mermada, reducida a consideraciones utilitarias, a esquemas medios-fines, a consideraciones costo-beneficio y a la preeminencia de lo cuantitativo sobre lo cualitativo. Las verdaderas cualidades de lo real fueron consideradas meramente como aspectos secundarios de las cosas (por ejemplo, el color, la textura, el sabor, el olor), las cuales podían ser determinadas casi exhaustivamente a partir de sus cualidades primarias: el tamaño, la masa, la figura.
 
El siglo XX fue testigo del espectacular desarrollo de una forma de racionalidad que ya no sólo implicaba el manejo de objetos, de instrumentos o herramientas, en fin, de útiles (Cf. Heidegger, 1986), sino antes bien, de personas. No sólo los sistemas políticos totalitarios que nacieron y murieron en el siglo pasado proporcionan evidencia contundente sobre lo refinadas que llegaron a ser las técnicas de manipulación de masas, también los medios masivos, los estudios de mercado, la psicología profunda y la persuasión y la propaganda (Packard) evidencian una nueva forma de racionalidad que podríamos denominar estratégica, y que se vincula con la cultura del espectáculo o escénica. Esta forma de racionalidad tiene una de sus expresiones más acabadas en la definición de administración como: “hacer las cosas a través de otros”. El centro de la racionalidad estratégica es la capacidad de influir en otras personas con el fin de lograr que hagan o dejen de hacer algo. La semántica propia de la racionalidad estratégica ya no es la de las consideraciones utilitarias o los esquemas costo-beneficio vinculados a meros útiles u objetos, sino el juego estratégico, los ajustes mutuos, las interacciones intrasparantes, y la lucha de fuerzas racionales y pasionales dentro de un campo (Lewin) en el que se dan diferentes intereses, diferentes perspectivas, necesidades y motivaciones. Manipular, encauzar, modificar la conducta, incentivar, coaccionar, condicionar y reforzar son concepciones propias de la racionalidad estratégica cuyo fin primordial es influir en otras personas a partir de la propia actuación.
 
En la segunda mitad del siglo XX fuimos testigos de la revolución de los microprocesadores, del surgimiento de nuevas tecnologías de la comunicación y la información, del desarrollo avanzado de las ciencias sociales y de oleadas de democracia (Huntington) que hicieron posible la comunicación intensiva y extensiva de la sociedad en la sociedad misma, con lo que se ha configurado un sistema mundo (Dussel, 1998) o una sociedad mundial (Luhmann, 1996), esto es, un mundo globalizado. La nueva racionalidad que emergió con fuerza a finales del siglo pasado fue la comunicativa, la cual difiere de las anteriores en un aspecto central, su fin es el logro del entendimiento entre las personas y sus ideales son la simetrización de las relaciones sociales (Appel) a partir de grupos en los que se dan procesos de ilustración donde sólo hay participantes (Habermas, 1993), la comunicación libre de coacciones y distorsiones y el acuerdo con base en la fuerza persuasiva del mejor argumento (Habermas). A las categorías de racionalidad que hemos descrito podríamos hacer corresponder sendas categorías de acción, así como las teorías de base que fungen como fundamento y los intereses rectores del conocimiento, con lo que tendríamos una caracterización más completa de esto que hemos denominado niveles de racionalidad (véase cuadro 1).
 
 
 
 
 
 
 
CUADRO 1
“NIVELES DE RACIONALIDAD”
TIPO DE RACIONALIDAD COMUNICATIVA
CONTENIDO
INTERÉS RECTOR Y TEORÍA DE BASE
Instrumental
Manejo de útiles, consideraciones medios-fines, ponderaciones costo-beneficio, cálculo, principio utilitario,
Técnico-Instrumental
Teoría de la elección racional
Estratégica
Manejo de personas, manipulación, modificación y encauzamiento, de la conducta; comportamientos que se incentivan sancionan, condicionan y refuerzan
Directivo-Hermenéutico
Teoría de juegos
Ético-Comunicativa
Logro del entendimiento común, simetrización de las relaciones sociales, comunicación libre de coacciones y distorsiones; acuerdo con base en la fuerza persuasiva del mejor argumento
Emancipatorio
Teoría de la acción comunicativa
Ética de la liberación
 
ORGANIZACIONES CAPACES DE CONSTRUIR APRENDIZAJES SOCIALMENTE SIGNIFICATIVOS
 
Las organizaciones aprenden porque las personas que están en ellas han asumido como suyo el reto de aprender por toda la vida. El aprendizaje que no termina con la vida escolar, usualmente se relaciona con la capacidad de las personas para actualizarse, de manera continua, en todo aquello que es pertinente para su formación. Con estas consideraciones, estamos introduciendo parámetros que es necesario definir y que se relacionan estrechamente con los niveles de racionalidad ya analizados, los parámetros que definiremos brevemente serán: eficiencia, eficacia, pertinencia, relevancia, oportunidad, cobertura, calidad y satisfacción relativa. Para cada parámetro se presenta una cuestión crítica y un indicador o código que operacionaliza al mismo (véase cuadro 2):
 

CUADRO 2

PARÁMETROS DE LAS ORGANIZACIONES
PARÁMETRO
CUESTIÓN CRÍTICA
INDICADOR O CÓDIGO
Calidad
¿Es mejor, igual o peor?
Normas
Cobertura/Amplitud
¿Qué tanto abarca?
Oferta/demanda
Pertinencia
¿Es adecuado?
Propuesta/realidad
Relevancia
¿Qué tan importante es?
Situación pasada/situación futura
Oportunidad
¿Es el momento indicado?
Tiempo (momento actual)
Equidad
¿Qué tan desigual es?
Justo/injusto
Eficacia
¿Se logró lo propuesto?
Misión-objetivos-metas/logros
Eficiencia
¿Se optimizaron los recursos?
Costo/beneficio
Satisfacción (relativa)
¿Responde a las necesidades?
Necesidades/Satisfacción de necesidades
 
Los parámetros típicamente instrumentales que se dan el las organizaciones son la eficacia y la eficiencia, ya que tienen que ver con esquemas medios-fines, costo-beneficio y metas-logros. La hipótesis que se puede presentar aquí respecto a los parámetros es la siguiente: el logro de aprendizajes significativos, al interior de las organizaciones[6], está fundamentado, en primer lugar, en la relevancia del trabajo realizado, de la experiencia inherente al trabajo y de la forma como esta experiencia es evocada en el presente, con el fin de atribuirle un sentido y un significado. Dicho en términos más simples, para que una persona aprenda algo que sea importante para ella en términos de experiencia, juicios o valoraciones nuevas, es fundamental que las vivencias inherentes al trabajo realizado por ella puedan ser elevados, de las percepciones confusas del sentido común, a la intelección propia que se da al nivel de los conocimientos científicos (Cf. Lonergan, 1999).
 
Vayamos por partes y expliquemos un poco más cómo funcionan otros parámetros con respecto al aprendizaje organizacional. Existen ciertos parámetros que fácilmente se pueden traducir en términos cuantitativos, pueden ser objeto de cálculo, de elección racional, y por ende, son propios de la racionalidad instrumental, dichos parámetros son: cobertura, eficiencia y eficacia. Otros parámetros tienen que ver con normas que se comparten intersubjetivamente, eso es, con normas que una comunidad de trabajo o de aprendizaje acepta como propias, haciéndolas suyas cada integrante de la organización, estos parámetros son: calidad, oportunidad, pertinencia y relevancia. Hay parámetros que específicamente se refieren a un sujeto y sus valoraciones subjetivas, estos parámetro son: equidad y satisfacción relativa de necesidades.
 
Todos los parámetros tienen especial relevancia para la construcción de aprendizajes, ya que en cualquier momento se puede constituir una comunidad vinculada por la necesidad de aprender, que reflexione acerca de la mejor forma para mejorar la calidad de los productos, o para incrementar los niveles de logro de metas o para diseñar productos que satisfagan más las necesidades de los consumidores o usuarios. Sin embargo, las organizaciones capaces de aprender enfatizan de manera muy particular los siguientes parámetros: calidad, relevancia, pertinencia, oportunidad, equidad y satisfacción relativa de necesidades. Pasaré ahora a explicar cómo se da el aprendizaje focalizado alrededor de estos parámetros:
 
1. El logro de la calidad depende de la realización de normas que son ampliamente compartidas, dichas normas establecen un parámetro óptimo que permite decir si un producto tiene la calidad requerida para satisfacer determinadas necesidades, tanto al interior de la organización, como respecto a determinados usuarios y clientes. La calidad no sólo depende de la sistematización de las normas, del funcionamiento y de la estructura de la organización, no sólo se basa en manuales de calidad, de organización, de políticas, de procedimientos y en controles de inventarios, contables o de clientes; para el logro de la calidad el trabajo en equipo es fundamental, ya que a partir de la acción organizada las normas de calidad son puestas en común en la práctica cotidiana.
 
El logro de la calidad depende de la memoria y de la capacidad reflexiva de la organización, mecanismos que aquí consideraré fundamentales para el logro y la construcción de aprendizajes socialmente significativos (Cf. el modelo cibernético de Deutsch, 1969: 270 ss.). Los círculos de calidad se constituyen precisamente porque el óptimo organizacional depende siempre de la racionalidad en sus tres niveles: la calidad mejora no sólo porque las personas aprenden, a partir del trabajo diario, a hacer un mejor uso de los instrumentos (racionalidad instrumental), sino porque también aprenden a colaborar y a trabajar con otros motivando también a los otros, obteniendo motivación de los otros (racionalidad estratégica), y además, porque en el trabajo reflexivo, que se realiza propiamente en momentos ad hoc, las personas se reúnen para mirar hacia dentro (estos es, inteligir=intus-legere), con el fin de elevar la experiencia cotidiana respecto a normas y parámetros al nivel de la sistematicidad propia de la ciencia.
 
2. Efectivamente, las organizaciones se constituyen como instancias reflexivas, capaces de aprender, cuando pueden introducir la sistematización en la experiencia, cuando introducen métodos y teorías con el fin de racionalizar el trabajo cotidiano. Desde el punto de vista de la satisfacción relativa de necesidades, las organizaciones pueden volverse hacia el exterior (mediante la heteroobervación, lo que propiamente constituye la heteroreferencia organizacional), como hacia el interior (mediante la autoobservación, lo que propiamente constituye la autorreferencia organizacional). La posibilidad de sistematizar y generar indicadores acerca de la satisfacción relativa tanto de usuarios y consumidores, como de miembros de la propia organización, depende de un estrecho conocimiento de éstos y de la determinación de parámetros que permitan medir la satisfacción relativa. A partir de estos parámetros, y de indicadores construidos ad hoc, la organización puede, mediante sistemas de monitoreo interno y ambientales, determinar si los usuarios están más o menos satisfechos con los productos y servicios o si los integrantes de la organización están más o menos satisfechos con el trabajo realizado en la organización.
 
El parámetro de la satisfacción relativa de necesidades nos ha llevado directamente al mundo de vida de las personas (lebenswelt) y a la forma como éstas se vinculan como miembros o como beneficiarios de una organización determinada. Los parámetros de pertinencia y relevancia, nos llevan más lejos todavía. Pertinencia y relevancia se condicionan y refuerzan mutuamente. Por ejemplo: es difícil, que si se tiene un documento con información que no es adecuada para tomar una determinada decisión (pertinencia), se pueda dar una decisión que vaya a producir una diferencia significativa entre la situación actual y la situación futura (relevancia). Por ello, consideraremos como central el que algo sea adecuado o no para que se dé efectivamente conocimiento relevante. La pertinencia afecta a varias vertientes: los productos pueden ser adecuados o no, pueden tener un contenido adecuado o no, pueden tener una presentación adecuada o no, pueden tener un diseño adecuado o no, etc. Para no detenernos demasiado en estas consideraciones, que apenas aquí introdujimos, diremos que existe un ámbito de la pertinencia que es de vital importancia para que se pueda dar el aprendizaje organizacional, esto es, si las personas pueden cumplir cabalmente con los requerimientos estipulados (en reglamentos, estatutos, perfiles de puestos, manuales de organización, etc.) para formar parte de la organización.
 
3. La reducción del tamaño de las organizaciones pone en el centro al departamento de recursos humanos, ya que el reclutamiento, selección e inducción del personal son críticos: una persona que no cubre el perfil del cargo al cual se le adscribe, llegará inmediatamente a su nivel de incompetencia (Peter, 1986, 1988) o pasará a formar parte de la lista de gorrones que viven de la organización (Cf. Andere, 1994), pero a través de los cuales la organización no vive. Pueden ustedes pensar aquí en las gigantescas burocracias gubernamentales, como un ejemplo de organización en la, que ni están todos los que son (competentes) ni son todos (los competentes) los que están. La competencia organizacional es aquí fundamental en relación a los parámetros de pertinencia y relevancia: una persona incompetente no es adecuada para la organización en la que trabaja y por ende, no hará que la situación de la organización mejore considerablemente a futuro (o lo que es lo mismo: en toda mejora a futuro, deberá sospecharse que dicha persona no fue un factor decisivo de la misma).
 
¿Qué ámbitos de competencia organizacional se dan? Podríamos decir, que de acuerdo a nuestra consideración previa de los niveles de racionalidad, hay tres tipos de competencias: hay personas competentes para manejar objetos, útiles, herramientas e instrumentos (racionalidad instrumental); hay personas competentes para manejar y encauzar a otras personas (racionalidad estratégica); y, finalmente, hay personas competentes para hacer que otras personas se pongan de acuerdo o para encontrar las semejanzas en las diferencias o los consensos en los disensos (racionalidad comunicativa). Estos niveles de racionalidad, en los que se dan determinadas competencias, tienen su análogo en la tipología de objetivos de Bloom: los objetivos psico-motores, corresponden a la racionalidad instrumental; los objetivos del dominio cognitivo tienen más relación con el nivel de la racionalidad estratégica; y los objetivos del domino afectivo tienen más que ver con la racionalidad comunicativa, ya que implican entre otras cosas liderazgo, empatía y confianza.
 
3. La oportunidad es un parámetro particularmente crítico que tiene que ver con el tiempo y la forma como el continuo temporal se ha acelerado en las sociedades postilustradas, diferenciadas funcionalmente. La aceleración del continuo temporal tiene implicaciones críticas para toda organización, el elevado nivel de contingencia ambiental, lo que podemos denominar la hiper-complejidad del entorno de la organización hace indispensable asumir que las decisiones cruciales para la organización implican riesgos potenciales, de ahí la necesidad de diseñar mecanismos que permitan detectar los errores, las anomalías, las fallas en el funcionamiento, las asimetrías y desarmonías con el fin de introducir correctivos sobre la marcha. También a raíz de la contingencia ambiental y del riesgo inherente a las decisiones propias (Luhmann, 1996), el diseño de la organización se modifica de tal manera que las estructuras, proceso, métodos y procedimientos rígidos y estáticos, tienen que ser sustituidos, por mecanismos más flexibles y por una mayor libertad que permita que se den decisiones inéditas, innovadoras y creativas: por ende, la programación rígida de las tareas, es reemplazada por un diseño organizacional en el que se faculta a cada persona para tomar, dentro de determinado rango de opciones, decisiones libres. La planeación deja de ser determinación cierta del futuro, para llegar a ser apertura en ámbitos donde se puedan posibilitar decisiones libres, asumidas responsablemente.
 
La oportunidad se relaciona con el único recurso que en la organización no es sustituible ni renovable: el tiempo; el tiempo perdido es un tiempo que sólo puede ser recuperado reflexivamente en el presente, y esta recuperación se limita a detectar qué falló en un momento determinado. Pero a pesar de la centralidad del tiempo para las organizaciones, la jornada laboral tiende a reducirse significativamente. Este hecho no es sólo un signo inequívoco del agotamiento de la capacidad de todo sistema productivo para dar pleno empleo, esto es, para absorber toda la fuerza de trabajo que se incorpora al mercado laboral año con año, sino que es ante todo una necesidad que se deriva del imperativo de que las personas que trabajan en la organización, estén efectivamente presentes y actuantes. Debido a que la técnica ha liberado las manos, los pies y la inteligencia de las personas, se está desperdiciando todo este tiempo libre en consultas a Internet o en partidas de solitario. Como consecuencia, las organizaciones “están conscientes” de que la inteligencia y la fuerza laboral de las personas es un recurso muy valioso que debe desperdiciarse al mínimo y canalizarse a labores que lejos de ser rutinarias, impliquen creatividad e innovación[7].
 
El manejo diferenciado de los medios permite importantes ahorros de tiempo, llegando a ser un factor crítico: imperativo para las organizaciones es aprovechar las posibilidades comunicativas que se derivan del uso de los medios de difusión y de los medios masivos. Con respecto a los medios, las organizaciones se enfrentan ante múltiples posibilidades: se puede, por ejemplo, hacer uso de los medios masivos (mass media) para posicionar los productos o servicios en el mercado real o potencial, para crear necesidades y satisfactores de las mismas, dirigidos a consumidores o clientes determinados o para monitorear el entorno gracias a la sistematización de información contenida en medios (por ejemplo, a través de análisis de la prensa). También, al interior de la organización, se requiere del uso de medios de difusión diversificados, de acuerdo a las circunstancias y necesidades particulares; la organización logra comunicarse de manera intensiva no sólo a partir de memorándums, oficios e informes (los cuales son medios típicos de la comunicación vertical, tanto ascendente como descendente) sino también y principalmente a través de minutas, acuerdos, sistematización de experiencias propias y convenios de colaboración (los cuales son medios típicos de la comunicación horizontal, la cual potencia las capacidades de cooperación al interior de la organización). Además, la organización se abre al entorno, para intercambiar datos e informaciones mediante recursos como el correo electrónico, el fax o el teléfono.
 
4. La equidad es un parámetro que se relaciona con la justicia al interior de la organización. Las organizaciones justas no sólo realizan las funciones que les son propias, y que están establecidas en sus documentos fundacionales: estatutos, reglamentos, misión y objetivos, etc.; la justicia se refiere ante todo a los recursos humanos y a los clientes. Con respecto a los recursos humanos o personal de la organización, podemos hablar de una jornada laboral justa, de salarios justos, de justa retribución; con respecto a usuarios o clientes podemos considerar el trato justo que el cliente se merece en tanto que persona que beneficia a la organización. Pero la equidad va más allá de la justicia, de los reglamentos y estatutos, es un parámetro que tiene que ver con la observación de estructuras latentes (Cf. Luhmann, 1999: 125 ss), esto es con aquello que la organización no es capaz de ver, detectar, admitir y corregir. La equidad corrige la ceguera organizacional, permite ver los puntos ciegos (blind spots) con el fin de determinar desequilibrios, injusticias, asimetrías y falta de armonía. La tradición científica vincula la observación de estructuras y mecanismos latentes con la terapia psicoanalítica, esto es, con el hacer consciente lo inconsciente. El inconsciente organizacional, aquello que la organización no ve, es el “blanco” de la equidad. Aquí es donde la capacidad reflexiva de la organización tiene un papel fundamental, permitiendo que se dé un conocimiento que acompañe a los saberes cotidianos; esto es, una auténtica conciencia de la organización.
 
En el sentido duro, la equidad es el correctivo por excelencia en todo aquello que las organizaciones modernas están descuidando: la persona individual. Ciertamente, el análisis de tendencias estadísticas como distribución del ingreso entre grupos, preferencias y orientaciones de consumo, necesidades y satisfactores requeridos, orientaciones valorales y otras, son conocidos gracias al análisis de instrumentos como las encuestas de opinión. Pero las tendencias estadísticas no hablan acerca de los casos individuales, que son los que más deberían interesar a las organizaciones. El trato homogéneo que se da en las organizaciones a ciertas personas, basado en un análisis general de tendencias, causa grandes injusticias ya que trata a los desiguales como iguales, con lo que se hace difícil procesar la diferencia. A final de cuentas, el trato no diferenciado a los usuarios erosiona la base de la confianza, tratando a las personas como consumidores intercambiables. Hay que decirlo aquí claramente, la confianza es un poderoso mecanismo que reduce la complejidad (Luhmann, 1996: 123), por lo que si en una organización determinada priva la desconfianza, tanto entre el personal como entre el personal y los usuarios, se debe, como mínimo, generar mecanismos que impidan que la desconfianza se generalice e imponga[8].
 
EL CASO DE LAS BIBLIOTECAS
 
Nuestra reflexión sobre parámetros nos lleva a preguntarnos cómo es posible que las bibliotecas “se hagan” más inteligentes. La respuesta común e irreflexiva es que la tecnología, será por sí misma el factor decisivo, pero dadas nuestras consideraciones anteriores, debemos afirmar que la inteligencia organizacional depende de la capacidad de aprendizaje de personas individuales, lo que implica que el uso de herramientas tecnológicas debe dar respuesta a una pregunta crucial: ¿para qué sirve la técnica? Dicho de otra forma: la técnica es la respuesta, pero ¿a qué tipo de preguntas responde? Consideradas las cosas con la debida sobriedad, debemos decir que la técnica, por sí misma, no tiene sentido, no es un fin, sino un medio: no son las máquinas las que van a aprender, sino las personas haciendo uso productivo de las máquinas.
 
Recuperando algo de lo logrado, podemos identificar tres ámbitos de transformación en donde las máquinas tienen un rol relevante: las interacciones sociales, las relaciones mediadas espacialmente y el continuo temporal acelerado. En el caso del tiempo el efecto de las máquinas es particularmente visible, ya que su introducción permite ahorros significativos de tiempo, pero nuevamente hay que preguntar para qué sirve este tiempo sobrante. Nuestra respuesta es aquí: para que las personas que trabajan en las organizaciones se dediquen a aprender colectivamente y a transmitir estos aprendizajes a su entorno social: una organización que no aprende, no será capaz de lograr que su entorno social aprenda de manera sostenida. Vayamos a ejemplos prácticos y analicemos brevemente cómo se fomenta la capacidad de aprendizaje en las bibliotecas con base en algunos de los parámetros analizados. Para poner en claro nuestro ejemplo, consideré que las bibliotecas se enfrentan a tres cuestiones críticas (Cf. Brown, 2000a): qué recursos documentales integrar a las colecciones para conformar acervos pertinentes y relevantes, qué elementos del acervo documental deben ser representados a un usuario para constituir medios de acceso que permitan ahorros significativos de tiempo y qué documentos deben ser puestos a la mano de determinados usuarios.
 
Desde el punto de vista de la selección y adquisición de materiales documentales, que son las funciones que permiten integrar nuevos materiales documentales, los parámetros de pertinencia, relevancia, calidad y son cruciales (véase cuadro 3).
 
CUADRO 3
FUNCIONES Y PARÁMETROS RELATIVOS A LA INTEGRACIÓN DE DOCUMENTOS A UN ACERVO
SUBSISTEMA
CUESTIÓN CRÍTICA
PROCESOS
PARÁMETROS
ALGUNAS PREGUNTAS GUÍA
Integración
Qué documentos se deben incorporar al acervo
Selección
Adquisición
Pertinencia
 
¿Es el documento a adquirir el adecuado para integrarse a la colección?
Relevancia
¿El documento a integrar aportará algo nuevo al acervo?
Oportunidad
¿Todavía está vigente el contenido del documento?
Calidad
¿El documento a integrar ha resultado de un proceso de edición cuidadosa?
 
 
Para las labores de catalogación, clasificación, conformación de medios de acceso y procesamiento físico de materiales, los parámetros relevantes son: pertinencia, oportunidad y calidad (véase cuadro 4).

 
CUADRO 4 FUNCIONES Y PARÁMETROS RELATIVOS A LA REPRESENTACIÓN DE DOCUMENTOS PARA UN USUARIO DETERMINADO
SUBSISTEMA
CUESTIÓN CRÍTICA
PROCESOS
PARÁMETROS
ALGUNAS PREGUNTAS GUÍA
Representación
Mediante qué reglas y qué elementos de los documentos deben ser representados para constituir un medio de acceso
Catalogación
Clasificación
Procesamiento
Ordenación de catálogos
Pertinencia
Los elementos que se han descrito para integrar el registro son los adecuados para identificar plenamente la obra
Oportunidad
¿El material documental se ha catalogado con la suficiente rapidez para integrar el registro al medio de acceso a tiempo?
Calidad
La catalogación descriptiva ¿se ha realizado conforme a reglas y estándares?
¿Se ha procesado físicamente el material conforme a políticas predeterminadas?
 
Para los servicios, el ámbito de los parámetros se amplía para abarcar parámetros subjetivos, además de la pertinencia, relevancia, oportunidad y calidad, se deben considerar la satisfacción relativa de necesidades y la equidad (véase cuadro 5);
 
CUADRO 5
FUNCIONES Y PARÁMETROS RELATIVOS A LA PUESTA A DISPOSICIÓN DE UN USUARIO DE DETERMINADOS DOCUMENTOS
SUBSISTEMA
CUESTIÓN CRÍTICA
PROCESOS
PARÁMETROS
ALGUNAS PREGUNTAS GUÍA
Disposición
¿Qué documentos se deben poner a la mano de los usuarios?
Préstamo
Consulta e información
Reprografía
Cobertura
¿Los materiales documentales se están poniendo a disposición de quien o quienes los necesitan?
¿Llega los servicios a quienes los necesitan?
Equidad
Al poner los materiales documentales a la mano de los usuarios ¿se está excluyendo a algunos de ellos? ¿Se da un trato discriminatorio hacia ciertos usuarios?
Calidad
¿Se están proporcionando servicios de acuerdo a las expectativas de los usuarios?
Pertinencia
¿Son los servicios y materiales adecuados para los usuarios?
Oportunidad
¿Los servicios y documentos se proporcionan a los usuarios cuando estos lo requieren?
Satisfacción relativa
¿Están satisfechos los usuarios con los servicios?
¿Los documentos proporcionados satisfacen las necesidades de información de los usuarios?
 
Finalmente, la gestión debe atender a todos los parámetros, ya que es esta la función que permite observar al sistema. Para sistematizar estas breves observaciones, presentaremos un cuadro final, con preguntas concretas que permiten referir los parámetros a la práctica bibliotecaria (véase cuadro 6).
 
CUADRO 6
FUNCIONES Y PARÁMETROS RELATIVOS A LA ADMINISTRACIÓN DE SISTEMAS DE GESTIÓN DOCUMENTAL
SUBSISTEMA
CUESTIÓN CRÍTICA
PROCESOS
PARÁMETROS
ALGUNAS PREGUNTAS GUÍA
Gestión
¿Cómo debe administrarse el sistema?
Toma de decisiones
Observación y descripción (evaluación)
Conservación y restauración
Pertinencia
¿Se toman las decisiones correctas? ¿Son adecuados los incentivos, mecanismos para motivar al personal y las sanciones?
¿La reglamentación es adecuada?
¿Son adecuados los instrumentos y procedimientos para evaluar?
Relevancia
¿Qué tanto están afectando las decisiones a la buena marcha de la organización?
¿Se están dando logros significativos?
Oportunidad
¿Se toman a tiempo las decisiones importantes?
¿Las decisiones se comunican a tiempo?
¿Se reúne el personal cuando es necesario para tratar asuntos importantes?
Equidad
¿Se dan casos de trato injusto entre los integrantes de la organización?
¿Son tomadas en cuenta las habilidades, talentos y diferencias propias de cada persona?
¿Hay personas cuyo desempeño merece ser reconocido?
Calidad
¿Se ha generado un compromiso colectivo con la calidad de los procesos, productos y servicios?
¿Se sabe si en estos momentos la organización ha mejorado, empeorado o sigue igual?
Cobertura
¿Llegan los servicios a todos aquellos que los pueden llegar a requerir?
Satisfacción relativa
¿Qué tanto influye positivamente la organización en su entorno?
¿Qué tan satisfecho está el personal?
Eficacia
¿Se están cumpliendo los objetivos y metas organizacionales?
¿Se está llevando a cabo la misión de la organización?
Eficacia
¿Se usaron racionalmente los recursos?
¿Hubo desperdicio o dispendio de recursos?
 
Podría pensarse que lo que aquí he presentado es una propuesta de organización basada en parámetros y no tanto una propuesta de organización inteligente en la que las personas puedan aprender con base en parámetros. Para subsanar este déficit, presentaré tan sólo dos opciones posibles de mecanismos que permiten la construcción colectiva de aprendizajes significativos.
 
1. La conformación de comunidades de aprendizaje al interior de las organizaciones es vital para fomentar la capacidad de aprendizaje de las personas. Las reuniones en pequeños grupos, vinculados por funciones, tareas o metas comunes debe ser una práctica frecuente, los tiempos que la tecnología ha dejado libres, deben aprovecharse para este tipo de tareas colectivas, en las que se pone en común la experiencia de las personas, se analizan los datos, se sistematizan y se llega a conclusiones. Las preguntas relativas a parámetros permiten la articulación de estos grupos en torno a temas comunes, por ejemplo: los facilitadores del departamento de servicios al público de una biblioteca, pueden reunirse con el fin de analizar si los servicios que se están proporcionando permiten que los usuarios ahorren tiempo, o si por el contrario, se dan colas o cuellos de botella que llevan a que los usuarios pierdan tiempo valioso para ubicar algún documento o para consultar bases de datos. Los ahorros de tiempo, son sólo uno de tantos temas que si bien ser relaciona con el parámetro de oportunidad, tiene un impacto considerable en la satisfacción relativa, en la percepción de la calidad del servicio y en la eficiencia organizacional.
 
2. Las bibliotecas, como otras organizaciones inteligentes, necesitan conformar un equipo que se dedique a la investigación. La sistematización de al experiencia, a partir de teorías y métodos requiere de la constitución de comunidad científica al interior de las organizaciones. Esta comunidad, debe orientar sus labores en dos sentidos: hacia el entorno organizacional, con el fin de anticipar cambios posibles en el entorno, modificaciones en los patrones de demanda, cambios en las expectativas e intereses y transformaciones sociales que puedan alterar la dinámica de la vinculación con la comunidad; hacia la organización, con el fin de someter a la organización a procesos de control, seguimiento y evaluación continuos y sistemáticos. Parte fundamental de la labor de investigación será la construcción de indicadores ad hoc, que permitan determinar tendencias o patrones recurrentes[9], dichos indicadores requieren de instrumentos como controles, encuestas, cuestionarios y entrevistas, con el fin de hacerlos plenamente operativos.
 
A MODO DE CONCLUSIÓN
 
Los parámetros típicamente instrumentales, esto es, cobertura, eficacia y eficiencia organizacional dependen para su realización o consolidación de que las organizaciones sistematicen la experiencia propia del trabajo cotidiano. Esto se puede lograr cuando las organizaciones constituyen una memoria que se puede actualizar, significativamente, en cada momento, dicha memoria no sólo es un tesoro (thesaurus) de experiencias pasadas, sino ante todo, una capacidad de evocación y recuerdo selectiva que se potencia gracias a la interacción de las personas. Además de la memoria, como bagaje vivo[10] y siempre actualizable y actualizado, las organizaciones requieren sistemas de monitoreo hacia el exterior y hacia el interior, dichos sistemas se basan, sobre todo, en el conocimiento de las personas: hacia el exterior, en el conocimiento de las expectativas, necesidades e intereses de clientes o usuarios reales o potenciales; hacia el interior, en el conocimiento de las habilidades, actitudes y aptitudes de los propios integrantes de la organización. Por último, un mecanismo reflexivo que permite altos niveles de aprendizaje y el fomento de la capacidad de aprender de los integrantes de la organización es la interacción entre personas a partir de mecanismos como consejos, jutas, asambleas u otros cuerpos deliberativos y generadores de acuerdos, en los cuales la experiencia individual y contingente, puede elevarse al plano de la generalización y la necesidad con el fin de constituir saberes que puedan ser aprovechados por la organización gracias a su utilidad (pertinencia) o importancia (relevancia) para una situación determinada.
 
La necesidad de elevar los saberes cotidianos propios del trabajo ordinario y del sentido común al nivel de la ciencia, gracias a teorías y métodos ad hoc, apunta a la necesidad de que las organizaciones desarrollen un área de investigación, pero no en el sentido ordinario del término, o sea, como investigación básica o aplicada, por ejemplo, sino como un mirar atentamente, y a profundidad aquello que la organización hace y como la apertura de ámbitos en los que se dé la escucha atenta (Heidegger, 1987, 1992, 1994) de la organización en la organización misma. El objetivo de esta área de investigación sería caracterizar las prácticas organizacionales, analizarlas, modificarlas, finalmente, si de manera un tanto trivial decimos que el aprendizaje tiene que ver con la modificación de la conducta, entonces es cometido de un área como esta introducir aquellas modificaciones pertinentes, relevantes y oportunas que permitan que a partir las prácticas propias de la organización o a partir de nuevas, creativas e innovadoras prácticas, se logren mayores niveles de eficiencia, eficacia, y desde luego, usuarios o clientes más satisfechos.
 

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* Texto íntegro que sirvió como base para la conferencia magistral presentada en el Encuentro Amigos 2002: Cooperación para la Administración del Conocimiento, celebrado en la Universidad de las Américas, Puebla, del 21 al 23 de febrero de 2002. En la actualidad, el autor es Director de Estudios del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Acción Nacional.
[1] Esta idea puede parecer nueva, pero había sido puesta en evidencia por el joven Hegel hacia fines del siglo XVIII: “En la vida privada nuestro interés supremo tenía que ser el amor a la vida, el embellecimiento de la misma y la comodidad... ahora, cuando las ideas morales pueden llegar a ocupar un sitio entre los hombres, aquellos bienes pierden su valor y las constituciones que garantizan solamente la vida y la propiedad no se consideran ya como las mejores”. (Hegel. 1978: 40).
[2] Cf. La primera hipótesis presentada en Brown, 2001:59 ss. 
[3] Digamos, con Bergson que este tiempo que se acelera no es propiamente la Dureé o la conciencia de la duración, sino el tiempo que resulta de nuestra percepción fotográfica y por ende fragmentaria de la realidad, es un tiempo que se presenta bajo la forma del vértigo.
[4] El pequeño grupo ha llegado inclusive ha considerarse como norma para la comunidad política justa y ordenada: “una concepción genuina de la polis... ha de ser una forma de asociación política relativamente reducida y local. Y cuando aparecen en el mundo moderno formas de comunidad aristotélica basadas en prácticas, éstas son siempre locales y a pequeña escala, como no podía ser de otra manera”. Alisdair MacIntyre. “A partial response to my critics”, citado en Stephen Mulhall y Adam Swift. p. 145
[5] Para la racionalidad propia de estos juicios Cf. Toulmin, 1979. 166 ss.
[6] Para el tema del aprendizaje organizacional Cf. Argyris y Schön, 1977-1996. La referencia obligada al día de hoy es Peter Senge, con sus ideas sobre la Quinta disciplina.
[7] Cabrera y Arellano (1993: 66-67) identifican cuatro niveles de profundidad en la innovación: funcional, estructural, comportamental y relacional. El nivel más profundo y en el que se puede consolidar y mantener las innovaciones es el comportamental, porque implica la modificación de patrones de conducta. Desde nuestra perspectiva, el aprendizaje organizacional implica un énfasis muy especial en este tipo de innovaciones.
[8] “un sistema social que requiere, o no puede evitar, el comportamiento desconfiado entre sus miembros para ciertas funciones, necesita al mismo tiempo mecanismos que impidan que la desconfianza se imponga y sea correspondida en un proceso de escalada, volviéndose así una fuerza destructiva”. (Luhmann, 1996: 132). Aquí puede pensarse en especial, en el caso de las corporaciones policíacas, para las cuales se requiere una elevada dosis de paranoia, que a la postre puede hacer que prevalezca la desconfianza.
[9] En términos estadísticos, podemos aprovechar la estadística descriptiva para construir curvas normales con el fin de determinar una norma o patrón recurrente en cuanto a conductas necesidades, expectativas, intereses, colecciones más consultas, tipo de materiales documentales más solicitados, etc.; mediante la estadística inferencial podemos encontrar correlaciones entre conjuntos de indicadores y determinar relaciones causales en las que se dé la forma Si A, entonces B, mediante dichas correlaciones podemos decir, por ejemplo, si una crisis económica afecta a los patrones de demanda o si el nivel de ingreso de las familias incide en la frecuencia con que se visita la biblioteca, etc.
[10] También es posible que la memoria sea algo así como un depósito de cadáveres: “La memoria es el sepulcro, el depósito de lo muerto. Lo muerto yace en ella en cuanto muerto. Está presente en ella como una colección de piedras”. Hegel, 1978: 167. Debido a esta ambivalencia de la memoria, se requiere “resucitar a los muertos”, actualizar la memoria, compartirla, hacerla algo vivo.

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