domingo, 23 de febrero de 2014

Elementos para una teoría bibliotecaria: tercera parte


ELEMENTOS PARA UNA TEORÍA BIBLIOTECARIA
 
 

Por Javier Brown César

 

TERCERA PARTE: EL PROBLEMA DE LA CIENCIA BIBLIOTECARIA Y LA NECESIDAD DE LA INTERDISCIPLINA

 
Hasta el momento, hemos hablado sólo de actividad bibliotecaria y de teoría bibliotecaria pero no hemos planteado con seriedad el problema del nivel epistemológico de la teoría bibliotecaria. El lector notará también, que intencionalmente no he utilizado los conceptos consagrados en nuestro medio que se refieren a cuestiones teóricas: biblioteconomía y bibliotecología. Antes de pasar al estudio de los supuestos de lo que llamo una ciencia bibliotecaria, debo aclarar por qué hablaremos de ciencia bibliotecaria y no de bibliotecología o biblioteconomía. Las razones de fondo son ante todo conceptuales:
 
1ª. En el uso actual que se da a ambos conceptos en México, la Biblioteconomía se considera como el estudio de los aspectos administrativos de las bibliotecas, y la Bibliotecología como el estudio de los aspectos teóricos. Sin embargo, varios problemas se derivan del uso de ambos términos y de su definición. En realidad, ambos son tan convencionalmente usados como yo utilizo el concepto de “Ciencia Bibliotecaria” en este libro. ¿Por qué se puede afirmar que el uso de los conceptos Biblioteconomía y Bibliotecología es convencional? Si nos atenemos a la etimología de ambos términos se pueden obtener conclusiones importantes.
 
A.     La Biblioteconomía y la Bibliotecología tienen en común las raíces bibloz (Biblos=corteza de papiro, libro, escrito, documento, carta) y qhch (teché=depósito, receptáculo, caja; cofre, tumba, sepulcro). Debido a que ambos términos ya han sido analizados en la parte referente a los elementos para una teoría del documento, nos ocuparemos de la parte central de la etimología: las raíces nómos y lógos.
 
B.     ¿En su origen el término griego nomoz (nómos) significaba principalmente uso, costumbre, manera; orden, derecho; fundamento, regla, norma; ley, prescripción; estatuto, ordenanza; máxima, opinión general. Por otro lado, el término logoz (lógos) significaba palabra; expresión, proposición, definición, razón o explicación, afirmación, dicho común, proverbio, máxima, sentencia, orden, mandato, promesa, condición, oráculo; discurso, conversación, coloquio, hablar, argumento, razonamiento, narración; fábula, razón, ley, tratado, libro. Como puede constatarse, por la pluralidad de sentidos de ambos términos es difícil dar una caracterización unívoca de lo que lógos o nómos significan, cuando se usan con diferentes fines y en diferentes contextos. Comúnmente se piensa que si una palabra termina con lógos se refiere a algo científico, como en el caso de Bibliotecología, y que si se usa el termino nómos en la terminación entonces se refiere a cuestiones administrativas, como en el caso de Biblioteconomía. Pero esto sólo se hace de manera convencional. Porque en el griego original ni lógos ni nómos significaban ciencia, el término que se utilizaba para referirse a la ciencia era episthmh (episteme)[1]. En español, utilizamos lógos y nómos tan convencionalmente que no es posible decir de manera absoluta que todas las palabras que utilizan en su terminación la raíz griega lógos dan inmediatamente la idea de ciencia. Por poner un ejemplo, la astronomía es lo que nosotros consideramos como el estudio científico de los astros, mientras que la astrología es para muchos científicos pura superstición, sin base científica[2]. Pero además de que nómos y lógos no expresan necesariamente la distinción ciencia/no-ciencia (como sí lo expresaban en griego los términos episteme y doxa), pueden referirse a campos del saber diferentes, así por ejemplo, mientras que la economía se define como la ciencia que estudia la producción, distribución y consumo de bienes escasos[3], la ecología es una ciencia que estudia la relación del hombre con su entorno-ambiente. De lo anterior resulta que el utilizar el término Bibliotecología para designar la parte científica de “lo bibliotecario” es resultado de un convencionalismo, y no de una vinculación estricta entre el concepto y la realidad. En este sentido convencional utilizaremos[4] el concepto de Ciencia Bibliotecaria, pero con la clara idea de que lo que se investiga aquí es la episteme de lo bibliotecario, para lo cual ciertamente nos tenderemos que referir al lógos (al discurso bibliotecario) y al nómos (a los fundamentos normativos del discurso bibliotecario).
 
2ª. El concepto de Ciencia Bibliotecaria presenta la ventaja de que sí vincula “lo bibliotecario” con “lo científico” de manera necesaria, lo que, como se demostró en el apartado anterior no se realiza sino sólo de manera convencional cuando utilizamos los conceptos Bibliotecología o Biblioteconomía. Además, el uso del término Ciencia Bibliotecaria se justifica porque expresa un problema que, para efectos del presente trabajo, resulta ineludible: ¿tiene sentido la expresión “Ciencia Bibliotecaria”?[5]. Para solucionar esta cuestión se debe primero descomponer en sus elementos para analizarlos de manera aislada[6]. Así, habrá que determinar dos regiones[7] o dominios epistemológicos[8] específicos: lo que comprendemos bajo la denominación general de lo científico y lo que llamaremos “lo bibliotecario”. Adicionalmente, y debido al uso del concepto Ciencia Bibliotecaria, que traduce library science, hemos evitado, en la medida de lo posible, referirnos a la escuela anglosajona, poniendo nuestra atención en otra escuela que, por su vinculación histórica y comunidad lingüística y cultural, es más próxima a nosotros: la escuela española de documentología. Pasemos ahora a los problemas inherentes a una Ciencia Bibliotecaria.
 
1. LA CRISIS DE LA NOCIÓN POSITIVISTA DE LA CIENCIA
 
Muchos de los problemas que se derivan de la concepción de la Ciencia Bibliotecaria como arte o técnica se refieren a una visión ampliamente generalizada del quehacer científico que tiene en su base los presupuestos del positivismo decimonónico y del positivismo lingüístico del Círculo de Viena. El programa del Círculo de 1929, redactado por Rudolph Carnap, Hans Hahn y Otto Neurath titulado Wissenshaftliche Weltauffassung: der Wiener Kreis (Concepción científica del mundo: el Círculo de Viena), asume como precursores, entre otros a Hume y los filósofos de la Ilustración, y desde luego a August Comte. El positivismo lógico hace suyos los presupuestos centrales del positivismo y del empirismo decimonónicos: reducción del conocimiento a las ciencias positivas, generalización unificadora de las ciencias, actitud antimetafísica y ética utilitarista. La posición de Rudolph Carnap es particularmente ilustrativa del espíritu del neopositivismo: “los objetos no pueden ser descompuestos en diversos dominios inconexos entre sí, sino que hay un solo dominio de objetos y por eso una sola ciencia”[9]. La idea de que sólo puede haber una ciencia, tiene en su base los presupuestos de la física newtoniana y la visión del racionalismo cartesiano, de tal forma que se llega a sostener como realidad indubitable que la única base posible sobre la cual se llega a considerar que puede haber ciencia es la del formalismo matemático y el método hipotético-deductivo de las ciencias naturales[10].
El formalismo matemático implica la adopción de un método cerrado en sí mismo (autorreferencial y autológico) y altamente convencional[11]: el método axiomático. Las características principales de un sistema axiomático son: 1. Es un sistema construido formalmente, que hace uso de signos, los cuales no son interpretados por el sistema. 2. La distinción entre los axiomas y los restantes enunciados del sistema, consiste en que los axiomas no se deducen del sistema[12] 3. Un sistema axiomático está conformado por leyes (axiomas) e indicaciones (reglas)[13]. La cerrazón del método es fundamental para comprender cómo las ciencias que operan sobre la base única del método axiomático pretenden una validez absoluta: los sistemas axiomáticos exigen la formalización rigurosa, la totalidad del sistema y la exclusión de la contradicción[14]. En esta exigencia, enunciados considerados como ajenos al sistema, que puedan provocar contradicciones e incluso cuestionar las reglas o los axiomas, enfrentan al sistema al reto de incorporar selectivamente algunos enunciados transformando así sus presupuestos y con ellos inclusive sus reglas, o negar, excluir o ignorar los enunciados (lo cual tiende a ser la estrategia más frecuente para mantener el purismo del sistema y garantizar su continuidad).
 
Por otro lado, se ha pretendido, desde Comte, hacer de la ciencia social una física social lo que implica la generalización del método naturalista al ámbito de lo social: “Los procedimientos empírico-analíticos se esfuerzan por comprobar las hipótesis legaliformes siempre del mismo modo, se trate de un material histórico o de fenómenos de la naturaleza”[15]. La estructura de las ciencias naturales está ordenada con base en enunciados protocolarios que constituyen la base empírica. Mediante generalizaciones se llega al planteamiento de hipótesis, las cuales, si se confirman en muchos casos por medio de la verificación y si no se falsean en ningún caso, se constituyen en leyes. Finalmente, los enunciados generales que explican varias leyes son erigidos en teorías.
 
El primer nivel es el de los enunciados protocolarios (EP), en el segundo nivel están las hipótesis (H), el tercer nivel es el de las leyes (L) y el cuarto el de la teoría[16].
 
Bajo este modelo, la ciencia social se concibe como un sistema que se ve forzado a plantear hipótesis, y a verificar o falsearlas con el fin de constituir leyes. Bajo esta consideración, se piensa que no puede haber ciencia social que no enuncie leyes.
 
Sea que la Ciencia Bibliotecaria se reduzca a la base matemática, o a la estructura hipotético-deductiva de las ciencias naturales, se le constituye en un saber cerrado, en donde se pueden excluir un conjunto de observaciones que no necesariamente tienen forma matemática o forma hipotético-deductiva: interpretación de conductas (la interpretación de conductas se hace con base en observaciones orientadas por criterios hermenéuticos y psicológicos), planeación de sistemas (la base de la planeación no es la hipótesis sino las metas, los objetivos y el programa), estudios de usuarios (los cuales hacen uso de la estadística y la probabilidad y no necesariamente de la matemática deductiva). En algunas de las más fuertes contradicciones que hacen de cada ciencia un saber cerrado, excluyente, segregacionista se encuentra la pretensión de que existen saberes omniabarcadores que son capaces de dar cuenta de la totalidad del hombre y del cosmos conocido. Estos saberes con pretensiones de totalidad cada vez más entran en contradicción con una sociedad plural donde se afirma el derecho a la diversidad y a la diferencia.
 
Otra de las contradicciones inherentes a la visión de la ciencia a finales de este siglo es la que se da entre un mundo globalizado, y saberes científicos clausurados y excluyentes. En este sentido, se puede plantear el problema de la descontextualización de las ciencias sociales y explicar la crisis a la que nos enfrentamos en estos momentos. En una humanidad que entra al siglo XXI promoviendo la organización democrática y los valores de pluralismo, libertad, participación y diálogo, la ciencia monista, instrumentalista, autocrática y autológica, entra en contradicción con estas valoraciones. Por ello, la interdisciplinariedad opera como un principio que permite ir más allá de la visión de los saberes parciales, para articular una visión de la realidad más amplia, aunque nunca total.
 
Además al interior de cada dominio epistemológico (ciencias y disciplinas), suele darse una especie de pequeña dictadura que se afianza en una configuración jerárquica de las profesiones, con dos efectos visibles:
 
1. Al estructurarse las disciplinas y profesiones sobre presupuestos jerárquicos convencionales, entran en conflicto con la configuración estructural de una sociedad heterárquica funcionalmente diferenciada[17]. En esta sociedad heterárquica el cambio en el paradigma de la ciencia se da cuando: “Una serie de importantes dispositivos del sistema de la ciencia se ajusta para hacer más probable la construcción de la complejidad, acelerándola. Partes de este proceso son la institucionalización de la libertad individual de elección de temas y de expresión de opiniones, la ausencia de centralizaciones de decisión, esto es, la forma heterárquica (y no jerárquica) de la conexión de decisión recursiva, una gran tolerancia institucionalizada en cuanto a la divergencia de opiniones y los conflictos relativos a éstas” [18].
 
Un cuadro sirve para ilustrar las diferencias entre estas dos formas de organizar las profesiones y de construir una comunidad científica:
 
CONFIGURACIÓN JERÁRQUICA
CONFIGURACIÓN HETERÁRQUICA
Temas predeterminados/constreñimiento a la libertad para elegir temas
Libertad en la elección de temas
Opiniones introyectadas o seleccionadas
Libertad en la expresión de opiniones
Decisiones recursivas centralizadas
Decisiones recursivas descentralizadas
Supresión/Negación de la divergencia
Tolerancia ante la divergencia
Supresión/Negación del conflicto
Tolerancia ante el conflicto
 
2. Al interior de las profesiones se llega a una especie de totalitarismo cientificista[19]. En este sentido, las élites con pretensiones científicas que se instalan en la verdad objetiva y absoluta utilizan tres estrategias para procesar/eliminar las diferencias, las paradojas, las divergencias y el conflicto, manteniendo así una comunidad científica cerrada y estable. Estas estrategias son: la exclusión de la diferencia, la indoctrinación de prejuicios y la unidimensionalidad crítica: “... los expertos llegan frecuentemente a resultados distintos, tanto en cuestiones sustantivas como en su aplicación... A veces uno se ve tentado a decir: tantos científicos, tantas opiniones. Hay naturalmente terrenos en los que los científicos están de acuerdo, pero esto no basta para despertar nuestra confianza. La unanimidad es muchas veces el resultado de una decisión política: los disidentes son eliminados o guardan silencio para preservar la reputación de la ciencia como fuente de un conocimiento fidedigno y casi infalible. En otras ocasiones la unanimidad es resultado de prejuicios compartidos: se toman posiciones sin que se haya sometido la cuestión a un análisis detallado y se las reviste de la misma autoridad que resultaría de una investigación minuciosa... La unanimidad puede también reflejar una disminución de la conciencia crítica: la crítica será débil mientras se tome en consideración un solo punto de vista”[20].
 
Algunas perspectivas epistemológicas rumbo al siglo XXI se apoyan en el planteamiento de una contradicción inherente al espíritu humano: la que se da entre el anhelo y pretensión de infinitud, y la limitación y finitud del conocimiento humano[21]. La verdad, antes que un lugar, o una posesión, se puede concebir como un criterio o como un código orientador del espíritu científico[22] el cual implica la aptitud y la actitud para entender a la ciencia como una búsqueda infinita[23] de la verdad y no como un lugar al que se llega de manera definitiva.
 
El problema de la interdisciplina en las ciencias sociales puede plantearse en términos éticos[24]: la sociedad presupone la alteridad y las ciencias sociales presuponen o se refieren a un común denominador: la referencia al ser humano, a sus conductas, a sus formas de agrupación u organización, a sus reglas y normas de convivencia, a sus sistema políticos, a sus formas de aprender y aprehender, está en la base de toda ciencia social. La ética no se refiere aquí necesariamente a la introducción del código bueno/malo como criterio único para todas las valoraciones, sino a la necesaria referencia, consideración y atención de la ciencia, en su especular y actuar, al espíritu humano, sus necesidades y contradicciones, y sus anhelos y frustraciones[25]. Esto implica recodificar los códigos del progreso[26] y los criterios utilitaristas que se encuentran en su base.
 
La crisis de las ciencias que vivimos en este fin de siglo[27], se origina en paradojas[28] inherentes a la asimetría entre los sistemas científicos y un entorno de una complejidad impenetrable e indescriptible en su totalidad, tanto hacia lo macroscópico como hacia lo microscópico, tanto en el ámbito de la física como en el de las ciencias del espíritu. Los problemas que se plantean al pensamiento científico son un motivo para plantear una interrogante: ¿no acaso el saber sobre el hombre debe anteceder, en el orden ontológico y ético a todo saber sobre la naturaleza? ¿No será la región de lo humano más accesible a nosotros que la región de la naturaleza? Respecto a la primera cuestión no deja de resultar fascinante constatar cómo Kant, en la Crítica de la razón pura, obra donde se buscan los fundamentos a priori de la matemática y de la física[29] proponga en la doctrina trascendental del método (en el Canon de la razón pura. Segunda sección) que: “Todo interés de mi razón (lo mismo especulativo que práctico está contenido en estas tres preguntas:
1a. ¿Qué puedo saber?
2a. ¿Qué debo hacer?
3a. ¿Qué me es permitido esperar?”. La referencia de estas preguntas al ser humano es innegable. Posteriormente, en la Antropología desde el punto de vista pragmático, Kant considerará que estas preguntas se pueden reducir a una fundamental: ¿Qué es el hombre?
 
La segunda pregunta plantea una cuestión interesante pero no nueva: ¿no acaso el conocimiento del ser humano y sus obras es más accesible a nosotros que el conocimiento de la naturaleza? Puede encontrarse una indicación sumamente valiosa de la cuestión en Vico: “El criterio y la regla de la verdad es el haberla hecho, dijo Vico... pero... los hombres no pueden hacer el mundo físico: physica a caussis probare non possumus, quia elementa rerum naturalium extra nons sunt... [No podemos demostrar la física desde sus causas, porque los elementos que componen la naturaleza están fuera de nosotros]. Sólo Dios puede conocer estos elementa, porque él los ha hecho todos”[30]. Este tema había sido planteado ya en el Artículo 2 del opúsculo De veritate de Santo Tomás de Aquino: “... una cosa no se llama verdadera sino en cuanto que se adecua con el entendimiento... Mas es de saber que la cosa se comporta diversamente respecto del entendimiento práctico y del entendimiento especulativo. El entendimiento práctico causa las cosas, por lo cual es medida de las cosas que por él son hechas; pero el entendimiento especulativo, por ser receptivo respecto de las cosas, es movido en algún modo por las cosas mismas, y así, éstas son su medida... Así, pues... la cosa natural mide y es medida; y nuestro entendimiento tiene medida y no es medida de las cosas naturales, sino sólo de las artificiales”. El tema es también abordado por Berlin en el ensayo “El divorcio entre las ciencias y las humanidades”: “Mientras mayor sea el elemento hecho por el hombre en cualquier objeto de conocimiento, será más transparente a la contemplación humana; mientras mayor sea el ingrediente de la naturaleza externa resulta más opaco e impenetrable a la comprensión humana”[31].
 
En este momento, se pueden plantear oposiciones entre diferentes concepciones de la ciencia: la derivada del positivismo decimonónico y lingüístico y la que implica una visión perspectivista[32] de la realidad y una nueva forma de pensar y ver la complejidad.  En la línea del pensamiento complejo resultan particularmente significativas las aportaciones de Heiz von Foerster, Edgar Morin[33], Humberto Maturana[34] y Niklas Luhmann a quien sigo de cerca y vuelvo a citar: “A partir de la complejidad misma no es posible deducir qué relaciones se pueden realizar entre los elementos. Eso es resultado, en cada uno de los niveles de formación de sistemas, de la diferencia entre sistema y entorno y de las condiciones evolutivas de la aptitud de sobrevivencia. Por otra parte, desde el punto de vista contrario, se puede explicar el problema de la diferencia entre sistema y entorno con ayuda del concepto de complejidad... no hay ninguna coincidencia punto por punto entre el sistema y el entorno... El que el sistema esté obligado a la selección es resultado de su propia complejidad”[35]. La oposición, ciencias incluyentes/ciencias excluyentes no sólo se refiere a la interpenetración entre las ciencias sociales, sino también a la relación de éstas con las ciencias naturales y a la referencia a otros ámbitos, no considerados necesariamente como científicos, como pueden ser el arte y muy en especial la poesía. ¿Será acaso arbitrario el que Aristóteles[36] y Heidegger[37] hayan retornado en su madurez a la poesía[38] y al mito[39]? ¿Es la racionalidad científica un mito[40] y la razón un sueño que produce monstruos[41]?
 
El objetivo de esta sección no es, sin embargo, responder a estas preguntas, sino plantear las paradojas inherentes a la concepción de la ciencia como un saber cerrado, necesariamente de base matemática o con estructura legaliforme hipotético-deductiva. En definitiva, la apertura de la Ciencia Bibliotecaria a otros saberes y la apropiación de nuevas formas de ver y concebir la realidad bibliotecaria a partir de esta interdisciplinariedad, se presenta como una respuesta lógica a un entorno globalizado y a un sistema político que afirma valores democráticos. Así, la propuesta es: Ciencia Bibliotecaria incluyente, interactuando con otros saberes, abierta a otras disciplinas, plural, libre, democrática y dinámica. Esta propuesta plantea ideales que pueden parecer irrealizables, pero la función del ideal no necesariamente plantea el imperativo de su conquista sino más bien la orientación del actuar y del pensar por criterios regulativos[42].
 
La posibilidad de una Ciencia Bibliotecaria no sólo se refiere a la capacidad de centrarse en un objeto de estudio y afianzarlo como un dominio propio, sino a la incorporación de métodos, técnicas, herramientas e instrumentos analíticos que permitan describir mejor la complejidad de lo bibliotecario. ¿Es posible la Ciencia Bibliotecaria? La respuesta dependerá de si se reduce la ciencia a los presupuestos ya criticados del monismo metodológico, de la axiomatización matemática y de la visión naturalista de la sociedad o de si se le considera como un sistema de saberes orientados por el código verdadero/no verdadero, basados en la honestidad intelectual del científico. En este último sentido sí es posible la Ciencia Bibliotecaria (y también la ciencia del derecho y la ciencia de la historia). Bajo el monismo metodológico, la axiomatización matemática y el naturalismo es claro que no existe otra ciencia social que no sea la economía (y esto con reservas, ya que la base matemática de la economía es la probabilidad y la estadística, y no la matemática pura). Nuestra posición al respecto es claramente en el sentido de una Ciencia Bibliotecaria que, si bien puede hacer uso de estudios y métodos cuantitativos y aplicar analogías valiosas del ámbito natural al plano de lo social, debe ante todo abrirse a diversos saberes e incorporar los métodos que resulten pertinentes de acuerdo a la realidad que se estudie.
 
Finalmente, la interdisciplinariedad no sólo se plantea como una exigencia para aquellas ciencias sociales emergentes, las cuales pueden avanzar notablemente mediante el intercambio fecundo con otras ciencias sociales ya consolidadas o en proceso de consolidación, sino también como un imperativo analítico: ante un entorno de tan grande complejidad, los SGD se ven forzados a realizar selecciones y observaciones pertinentes, relevantes, profundas y oportunas. Muchas de estas observaciones no pueden realizarse sin recurrir a métodos, instrumentos y herramientas propios de otras ciencias. Por ejemplo, la observación de la comunidad de usuarios puede hacer uso del método de encuestas por muestreo (propio de la sociología) al estudio de los factores demográficos y geopolíticos (mediante instrumentos como anuarios estadísticos), etc.
 
La necesidad de una ciencia de lo bibliotecario sólo puede explicarse cuando emerge una realidad cuya complejidad es tal que se requiere de la introducción del código verdadero/no verdadero para destautologizar al sistema. El código científico se usa como un factor de asimetrización que introduce la diferencia al interior del discurso sobre la disciplina buscando ir más allá del código útil/no útil (el cual refiere directamente a los aspectos práctico-utilitarios de la Ciencia Bibliotecaria). La emergencia de un (lógos) discurso científico (epistemológico) en torno a lo bibliotecario sólo puede explicarse a partir de una definición clara de qué se entiende por lo bibliotecario y de cómo la evolución de esta realidad exige un código desparadojizador verdadero/no verdadero.
 
2. CIENCIA Y TÉCNICA BIBLIOTECARIA
 
El problema de la autonomía del saber bibliotecario, es similar al que a principios del siglo XIX se enfrentó Herbart en el ámbito de la pedagogía[43]. El problema de Herbart era que su pedagogía no iba más allá de ser unos capítulos de la psicología y la ética. Análogos problemas se plantean para el saber bibliotecario: ¿es sólo un capítulo de las ciencias de la comunicación o de las ciencias de la información? En la problemática planteada por Herbart, la recodificación de la noción pedagogía en términos de ciencias de la educación tampoco aclara por completo el uso, ya que el significante ciencias de la educación deja al descubierto problemas relativos al uso del plural: ¿si hay varias ciencias pedagógicas, cuáles son? Este problema no se ha planteado todavía en el medio bibliotecario, pero puede llegar a plantearse si se sustituye el término Bibliotecología por Ciencias de lo Bibliotecario o Ciencias bibliotecarias.
 
Para avanzar en la solución del problema, hay que distinguir con toda claridad la dimensión de los procesos bibliotecarios, de la reflexión sobre lo bibliotecario. Los procesos bibliotecarios se refieren directamente a aquello que Aristóteles denominó empeiría[44]. La empeiría, es un saber que resulta del orden impuesto al caos de las sensaciones, merced a la memoria. En esta dimensión los bibliotecarios son artistas, entendiendo por ello no los que producen obras de arte, sino los que arreglan y disponen (artuein)[45]. En este sentido, el arte es sinónimo de actividad. Lo bibliotecario, como práctica, es una labor que le da forma al sistema de gestión documental[46]. Este ámbito es el que conforma lo que puede denominarse genéricamente praxis bibliotecaria, la cual se relaciona con la experiencia y con el hacer. 
 
En torno al quehacer bibliotecario se han producido discursos que han procurado un saber en torno a aquél. Sin embargo, el hecho de deslindar el "arte" bibliotecario, del saber bibliotecario no implica que se intente “desconectar” a uno del otro, porque de hecho, en el ámbito real forman un dinamismo único. La actividad bibliotecaria sin referencia a una reflexión posterior se vuelve una constante reinvención y redescubrimiento de conceptos e ideas; la teoría bibliotecaria, sin referencia a la actividad, se vuelve un discurso irreal, utópico y vacío. En el plano del saber bibliotecario pueden distinguirse con toda claridad tres niveles: tecnológico, filosófico y científico. Las reflexiones tecnológicas conforman la dimensión técnica del discurso (lógos) sobre lo bibliotecario. En griego, tékhne significaba no simplemente hacer cosas, sino saber hacer las cosas. La técnica bibliotecaria ha dado como productos, entre otros, los instrumentos de representación y recuperación. El técnico no es sólo el que tiene la habilidad para hacer ciertas cosas, sino es el que conoce los procedimientos dirigidos a hacer una cosa; así, su labor no se reduce meramente a la habilidad, sino que se amplía y debe ampliar para expresar a quien obra con conocimiento de causa (Por ejemplo: se conoce o por lo menos se debería conocer por qué el asiento principal de un informe de gobierno comienza no con el nombre de la autoridad, sino con el nombre del país o estado). Gracias a la combinación de hacer y conocer, la técnica puede ser universalizable y enseñable, de lo contrario (en caso de que no sea saber, sino sólo hacer) sólo podría ser mostrada en el plano particular. Así, mientras que la enseñanza de la técnica implica la transmisión de ciertos principios, la mostración de la técnica sólo puede darse en la práctica (haciendo). En el plano pedagógico, el aprendizaje de una técnica se realiza cuando se combinan el hacer con el saber, el enseñar con el mostrar.
 
En el plano de las reflexiones científicas sobre lo bibliotecario no cabe hablar de una Ciencia Bibliotecaria compacta, sino de una multitud de ciencias positivas que explican científicamente los variados procesos bibliotecarios, cada una desde su muy particular perspectiva. Las matemáticas (particularmente en el plano de la bibliometría) y la química y la biología (particularmente en el plano de la conservación y de la restauración documental) son ciencias empírico-naturales que aportan saberes concretos en torno a lo bibliotecario. La historia, la sociología, la economía, la ciencia política y la psicología son ciencias empírico-humanas que producen saberes constitutivos de lo bibliotecario, en cuanto se requiere un conocimiento basado en pruebas sobre el ámbito social de lo bibliotecario. La Ciencia Bibliotecaria, se constituye así por los diversos apartados de las ciencias empíricas que dan razón, desde su peculiar tipo de saber, de cuanto concierne al ámbito bibliotecario[47].
 
Para resumir lo dicho, presentamos el siguiente esquema:

 

Ámbito práctico de
lo bibliotecario
Experiencia: saber empírico, conocimiento concreto
Arte: actividad, arreglo y disposición
 
Ámbito teórico de lo bibliotecario
Nivel tecnológico: instrumentos y herramientas (catálogos, bibliografías, máquinas, etc.).
Nivel científico: economía, sociología, psicología, pedagogía
Nivel filosófico: ética, hermenéutica[48], metafísica, axiología, fenomenología, existencialismo
Fuente: adaptado de Octavi Fullat. Filosofías de la educación. p. 18, 22.
 
En las consideraciones sobre lo bibliotecario está presente el hecho de que generalmente se olvidan o confunden las dos dimensiones de la teoría y la práctica, limitándose lo bibliotecario a cuestiones empíricas, y haciendo del bibliotecario un artista, o sea, limitándolo a aquél que arregla y dispone (el que hace). Una segunda confusión se da al interior del ámbito de los saberes, en el que se pone un énfasis excesivo en el saber cómo hacer (saber técnico), lo que limita al bibliotecario a un especialista técnico. De las consideraciones anteriores resulta claro que lo bibliotecario no se circunscribe solamente a la teoría o a la práctica, que no se limita a la técnica o a la ciencia o a la filosofía, sino que abarca todas estas dimensiones. El hecho de que los saberes técnicos y la actividad sean favorecidos por el discurso, puede llevar a pensar que no puede haber ni ciencia ni filosofía de lo bibliotecario. Pero, cabe decir de antemano que si no es posible que se desarrolle una ciencia o una filosofía de lo bibliotecario, entonces necesariamente los presupuestos científicos y teóricos deberán tomarse prestadas de alguna otra ciencia o de alguna filosofía, pero ¿no acaso con esto limitamos más el ámbito de lo bibliotecario? Y ¿qué queremos hacer los bibliotecarios, limitarnos a la práctica y a la técnica o ampliarnos a la reflexión científica y filosófica? De lo planteado en este trabajo puede resultar claro que una filosofía de lo bibliotecario es posible y que la ciencia de lo bibliotecario también debe ser posible como una reflexión teórica sobre la técnica y la práctica.
 
3. POSIBILIDADES PARA EL DESARROLLO DE UNA CIENCIA BIBLIOTECARIA
 
Debemos preguntar ahora algo vital: ¿cómo es posible una ciencia bibliotecaria? Para contestar esta pregunta parece que requerimos antes indagar cómo se realiza el proceso de constitución de una ciencia. A estas alturas también se puede intentar responder a la pregunta de qué es el bibliotecario: el bibliotecario es un profesionista cuyo ámbito de acción se refiere a aquella parte del universo de la documentación que se constituye en un sistema ordenado de documentos, puesto a disposición de un usuario determinado en un sistema de gestión documental. Sin embargo, se puede plantear un nuevo problema: ¿qué tipo de profesionista es el bibliotecario? Para proponer una respuesta reformularemos la pregunta como un cuestionamiento hipotético: ¿es el bibliotecario un científico de la información documental? Esta hipótesis puede leerse entre líneas para hacerla más accesible a nosotros, en los siguientes términos: ¿Es posible el desarrollo de una ciencia bibliotecaria?
 
La pregunta ¿existe la ciencia bibliotecaria? podría ser contestada con un recurso a un sí o un no, en lugar de esto, prefiero partir de las siguientes hipótesis derivadas del enunciado problemático que motiva estas reflexiones: 1. Existe, de facto, un discurso (lógos) acerca de diversos aspectos vinculados con el actuar bibliotecario (el libro y sus partes, los sistemas de clasificación, las reglas de representación, los usuarios, los edificios de las bibliotecas, las colecciones, la administración de sistemas de gestión documental, etc.). 2. Este discurso se encuentra en un nivel de sistematicidad, formalización y rigor metodológicos que es necesario identificar. Para identificar con claridad los niveles en que se puede dar el discurso bibliotecario, recurriré a la teoría de los umbrales discursivos de Michel Foucault. En La arqueología del saber, Foucault identifica cuatro umbrales: umbral de positividad, umbral de epistemologización, umbral de cientificidad y umbral de la formalización.
 

Umbral de positividad: Discurso individualizado (autónomo), sistema único de formación de enunciados
 

Umbral de epistemologización: conjunto de enunciados que ejerce una función dominante (de modelo, de crítica o de verificación)
 

Umbral de cientificidad: los enunciados responden a leyes de construcción de proposiciones
 

Umbral de epistemologización: el discurso puede definir los axiomas que le son necesarios, los elementos que utiliza, las estructuras proposicionales que son para él legítimas y las transformaciones que acepta
 

Es fundamental considerar que Foucault no plantea que estos umbrales constituyan una línea evolutiva que deban recorrer todas las formaciones discursivas: “Su cronología... no es ni regular ni homogénea. No todas las formaciones discursivas los franquean con un mismo andar y a la vez, escandiendo así la historia de los conocimientos humanos en distintas épocas: por el tiempo en que bastantes positividades franquearon el umbral de la formalización, muchas otras no habían alcanzado aún el de la cientificidad o, ni siquiera, el de la epistemologización. Más aún: cada formación discursiva no pasa sucesivamente por esos umbrales como por los estadios naturales de una maduración biológica en la que la única variable sería el tiempo de latencia o la duración de los intervalos”[49]. A pesar de ello, creemos que existen interrogantes urgentes que deben plantearse en los dos primeros umbrales; estas interrogantes han sido en buena medida motivadas no sólo por el cambio tecnológico acelerado, sino también por las transformaciones que se están dando en el mundo en términos de globalización, cambio en la cultura laboral y en los sistemas políticos y educativos, etc
 
Umbral de positividad. En investigaciones recientes hemos partido de la hipótesis de que el primer momento para el establecimiento de un dominio discursivo autónomo, es la identificación del objeto de estudio propio de la disciplina. El problema que aquí se puede identificar es la falta de consenso respecto a cuál sea el objeto propio y adecuado de la ciencia bibliotecaria. Entre la variedad de objetos propuestos se pueden identificar: el usuario, las bibliotecas, el libro, la información, los servicios de información, entre otros. Existe además un uso de conceptos no regulados por criterios que permitan un acuerdo racionalmente motivado; conceptos como usuarios de la información, información, profesionales de la información, libro, documento, biblioteca y otros, se utilizan con sentidos diferentes en contextos diferentes.
 
Umbral de epistemologización. Para llegar a este nivel, el uso regulado de conceptos fundamentales es de primera importancia. Estos conceptos permiten la construcción de diversos tipos de formaciones enunciativas. En este nivel, la formación de enunciados se encuentra referida a: modelos comprehensivos explicativos, reglas metodológicas, principios formales, protocolos de observación.
 
Es el momento pertinente para preguntar aquí si es posible que la disciplina bibliotecaria pueda traspasar el umbral de la cientificidad, lo que lleva directamente a la segunda interrogante que planteo en este apartado.
 
4. CONSIDERACIONES SOBRE EL DESARROLLO DE UNA CIENCIA BIBLIOTECARIA
 
Muchos científicos y filósofos de la ciencia todavía defienden la tesis de que existe un solo método válido para todas las ciencias, y así, niegan valor científico a una disciplina si se demuestra que: 1º. Carece de formalización matemática. 2º. No enuncia leyes predictivas o explicativas que puedan aplicarse de manera universal y necesaria a objetos de la experiencia. Estos presupuestos, que son ya insostenibles en la epistemología contemporánea, han sido tomados acríticamente del positivismo y pretenden imponerse a todas las ciencias como una especie de dictadura formalista y legaliforme.
 
Por otro lado, es posible deslindar con toda claridad entre aspectos teóricos y aspectos prácticos de la actividad bibliotecaria. La práctica tiene por lo general, una fundamentación teórica que es necesario explicitar con claridad. En esta labor, es importante que se dé una observación bajo principios y criterios metodológicos sobre el dominio discursivo de lo bibliotecario. Con el fin de aclarar las diferencias entre aspectos prácticos y aspectos teóricos de la actividad bibliotecaria proponemos el siguiente cuadro, en el que se puede encontrar una referencia circular de la teoría a la práctica y de la práctica a la teoría.

 
FUNCIÓN
ÁMBITO PRÁCTICO
PERSPECTIVAS TEÓRICAS
Integración
Selección
Adquisición
Teoría del valor y de la valoración documental
Teoría económica del documento
Representación
Catalogación
Clasificación
Procesamiento
Ordenación de catálogos
Teoría de los lenguajes de representación
Teoría del análisis documental
Teoría del control documental
Normalización
Disposición
Préstamo
Consulta e información
Reprografía
Teoría de las comunidades de usuarios
Teoría de necesidades y expectativas de información
Teoría de las relaciones humanas
Gestión
Toma de decisiones
Observación y descripción
Conservación y restauración
Teoría general de la administración
 
Muchos de los problemas relacionados con la cientificidad de la actividad bibliotecaria tienen en su base una especie de olvido o de negación de lo que se comprende en el cuadro bajo el rubro de perspectivas teóricas: se piensa que la actividad bibliotecaria se reduce sólo a la práctica. La posición de todos aquellos que niegan que exista una reflexión teórica acerca del ámbito bibliotecario no debe ignorarse: no se basa en supuestos ingenuos sino en planteamientos filosóficos que en ocasiones no se explicitan debidamente. En primer lugar, se descarta de antemano que la práctica obedezca a estructuras lógicas que funcionan como presupuestos de la misma y que pueden explicitarse; bajo esta idea se encuentran presupuestos positivistas que permean la filosofía actual: “... se impone en la filosofía la tendencia, de sesgo positivista, a diferenciar las cuestiones teóricas y las cuestiones prácticas de acuerdo con su forma lógica, pero ello con el fin de excluir de los discursos las cuestiones prácticas: ahora no se las considera veritativas”[50]. Al contrario, parto de la tesis de que es posible formular un discurso teórico en torno a la práctica bibliotecaria.
 
El supuesto fundamental que subyace a la idea de que la actividad bibliotecaria se reduce a la práctica es la filosofía del pragmatismo, bajo la cual, el código orientador de la ciencia que se conforma por la dupla verdadero/no verdadero se mantiene con firmeza, pero equiparando lo verdadero con lo que produce resultados concretos bajo parámetros que permiten evaluar el éxito, la eficiencia o la utilidad. El enfoque pragmático de la biblioteconomía no es en sí mismo erróneo o potencialmente distorsionador, salvo cuando se considera que el ámbito de lo bibliotecario se reduce sólo a la práctica, a lo inmediato y al éxito o la utilidad.
 
El planteamiento de reflexiones teóricas no tiene como objeto echar por tierra los supuestos pragmáticos de la actividad bibliotecaria, sino más bien buscar descripciones, interpretaciones y regularidades que permitan identificar en función de qué factores puede darse el éxito en la práctica. Reflexión teórica y actividad práctica son ámbitos complementarios que no se oponen entre sí. El problema que se puede identificar en este nivel se refiere a cómo es posible la construcción de una teoría bibliotecaria comprensiva y explicativa.
 
Con el objeto de identificar el desarrollo teórico del discurso bibliotecario proponemos tres niveles progresivos de teorización a los que denominaremos, respectivamente, teorización autológica, teorización heterológica inmediata y teorización heterológica mediata. Cada uno de estos niveles debe explicarse con cierto detalle, aquí sólo presentaré algunas ideas preliminares.
 
A. Nivel de teorización autológica. En este nivel se da una reflexión teórica sobre la actividad bibliotecaria bajo supuestos y principios que plantean un mayor nivel de abstracción. Es fundamental considerar que a este nivel, se da una observación y descripción de lo bibliotecario desde lo bibliotecario. El término autológico designa a un discurso circular, o sea, que se refiere a sí mismo: la teoría bibliotecaria remite a la práctica bibliotecaria y la práctica bibliotecaria remite a la teoría bibliotecaria. El cuadro anterior ilustra la forma como este nivel se articula. El problema de construcción que se da aquí se pone en evidencia cuando la reflexión teórica llega a paradojas cuya solución no puede darse desde el ámbito bibliotecario, por ello, el discurso circular debe salir de sí mismo y abrirse a otros enfoques teóricos que permitan superar las paradojas.
 
B. Nivel de teorización heterológica mediata. En este nivel teórico la reflexión bibliotecaria sale de sí misma para abrirse a ámbitos del saber humano inmediatamente accesibles y relevantes para el discurso bibliotecario. Gracias a esta “salida“, se puede lograr una mayor precisión conceptual y una identificación clara del dominio epistemológico propio de la ciencia bibliotecaria y del tipo de objetos o regiones que este dominio comprende. ¿Cómo se pueden identificar ahora estos saberes relevantes e inmediatamente accesibles a la comprensión desde la ciencia bibliotecaria? En lugar de responder dogmáticamente, prefiero plantear la respuesta como hipótesis: las ciencias inmediatamente accesibles (por la similitud de sus objetos de estudio) y relevantes (por sus reflexiones teóricas) para la biblioteconomía son: la documentología, las ciencias de la comunicación y la informática.
 
De esta hipótesis se pueden deducir algunos enunciados, que aquí plantearé como preguntas:
 
a. ¿Es la ciencia bibliotecaria un saber que se subordina a la documentología, a las ciencias de la comunicación o a la informática?
 
b. ¿Es la ciencia bibliotecaria un saber independiente a las ciencias mencionadas?
 
La subordinación de la ciencia bibliotecaria a otra ciencia implica que se trata tan sólo de una rama o saber especializado cuyos supuestos teóricos fundamentales son aportados por la ciencia supraordinada. Consideraré los posibles casos por separado.
 
Si la biblioteconomía se subordina a la documentología, esto significa que el documento es el objeto de estudio de la biblioteconomía. Pero nuestro argumento es precisamente que el documento es el objeto material de estudio de la ciencia bibliotecaria y de la documentología; por ello, la diferencia entre ambas se da cuando se considera el punto de vista (objeto formal) a partir del cual ambas estudian al documento: la documentología estudia al documento en sí mismo, a partir de criterios analíticos, mientras que la ciencia bibliotecaria estudia al documento en la forma como es administrado en SGD y puesto a disposición de un usuario. Debido a la diferencia que se da en los objetos formales de ambas es imposible hablar de relaciones de subordinación (el mismo caso se plantea en las relaciones que se dan entre psicología y antropología, ya que ambas estudian al ser humano, pero la distinción se aclara cuando se precisa que la psicología estudia la conducta y la antropología al género humano en sí mismo).
 
Si la biblioteconomía se subordina a las ciencias de la comunicación, esto significa que medios de difusión como la radio y la televisión también son objeto de estudio de la ciencia bibliotecaria. Al utilizar la denominación de científicos de la información algunos bibliotecarios obvian que esta profesión ya ha sido colonizada por periodistas y reporteros. Además, el documento es un dominio epistemológico que con toda justicia pueden reclamar como su ámbito teórico propio la documentología, la archivonomía y la ciencia bibliotecaria (aunque partiendo de criterios formales distintos). Ciertamente podría pensarse que como el documento es un tipo de medio de difusión, entonces la documentología, la archivonomía y la ciencia bibliotecaria son ramas de las ciencias de la comunicación; pero esto puede refutarse mediante una consideración elemental: así como el documento es anterior en el tiempo a medios como la televisión y la radio, también las reflexiones teóricas sobre el documento anteceden a las que se refieren a los medios desarrollados con posterioridad. Además, las ciencias de la comunicación no estudian todos los medios de difusión posibles, sino de manera preponderante medios como la prensa, la radio y la televisión, haciendo uso principal del documento con fines didácticos y no tanto como objeto de reflexiones teóricas.
 
Resta la informática. Puede demostrarse, convincentemente, que la informática da preponderancia al documento electrónico y a las tecnologías de la información; mientras que la ciencia bibliotecaria considera también otro tipo de documentos no-electrónicos, como libros o revistas. Nuevamente no existe subordinación de la ciencia bibliotecaria a la informática (lo contrario podría ser más apegado a la realidad: los SGD hacen uso de la informática).
 
La hipótesis de la subordinación de unas ciencias a otras (tanto de las ciencias sociales a las naturales, como de la psicología a la sociología, por poner sólo un ejemplo) es en la actualidad difícilmente defendible: “... una vez abandonadas las pretensiones fundamentalistas, tampoco podemos contar ya con una jerarquía de las ciencias: las teorías, sean de procedencia sociológica o filosófica, tienen que encajar las unas con las otras; pues si eso no sucede, las unas ponen a las otras en una situación problemática y habrá que examinar en cada caso si es bastante con revisar las de una sola categoría”[51]. Este replanteamiento del sistema de la ciencia permite una apertura de fronteras (la cual es claro, no puede ser indiscriminada) y el establecimiento de relaciones interdisciplinarias y transdisciplinarias. Para el caso de la ciencia bibliotecaria la situación problemática a la que se llega mediante la autorreferencia pura, conduce a paradojas que parecen irresolubles y que de hecho se dan a nivel autológico.
 
Habiendo descartado la relación de subordinación, se puede plantear la relación de la ciencia bibliotecaria con la documentología, las ciencias de la comunicación y la informática como saberes que a pesar de ser autónomos en sus dominios respectivos pueden referirse entre ellos debido a similitudes entre sus objetos de estudio, a intereses teóricos particulares, a problemas macro, etc. Se puede proponer aquí como ejemplo de esta forma de vinculación, la de la psicología, en sus relaciones con la sociología, la economía y la ciencia jurídica. La psicología y la sociología han encontrado un importante punto de contacto en la psicología social; los procesos penales son un ejemplo de aplicación práctica de la psicología al ámbito del derecho (por ejemplo cuando se presume demencia o locura temporal recurriéndose al juicio de expertos en el comportamiento patológico); la economía encuentra un interés particular en la forma como se comporta el consumidor individual (la variación en sus preferencias o patrones de consumo, por ejemplo).
 
C. Nivel de teorización heterológica mediata
 
La documentología, las ciencias de la comunicación y la informática son ciencias inmediatamente accesibles y relevantes que tienen fuertes puntos de contacto con la ciencia bibliotecaria. Para concluir este apartado identificaremos algunos saberes que tienen intereses o puntos de contacto mediatos con la ciencia bibliotecaria. Es fundamental considerar que conceptos como comunidades de usuarios (derivado de la sociología) y valor (derivado de la economía) son aportaciones conceptuales que otras ciencias han realizado al ámbito bibliotecario, permitiendo nuevos desarrollos. En este momento del progreso científico, es difícil conservar la actitud dogmática de que las ciencias son saberes cerrados y mutuamente excluyentes.
 
Bosquejar con todo detalle el posible ámbito de vinculaciones de la ciencia bibliotecaria con otras ciencias sociales requiere de una profundización en diversos dominios epistemológicos. Preferimos asumir una postura más humilde, proponiendo en este último cuadro, algunas ciencias que pueden realizar significativas aportaciones temáticas al ámbito bibliotecario.

 
CIENCIA
TEMA
APORTACIÓN
Derecho
Organización estatal
Teoría de la organización del poder público
Teoría de las corporaciones estatales
 
Garantías constitucionales
Derecho a la libre expresión de las ideas
Libertad de imprenta
Derechos de autor
Derecho de asociación
 
Derecho civil
Teoría de los contratos
Teoría de las asociaciones civiles
 
Derecho mercantil y fiscal
Teoría de las transacciones comerciales
Régimen fiscal vigente
Economía
Mercancía
Teoría del valor del documento
 
Mercados
Funcionamiento del documento en el mecanismo de mercado
Oferta y demanda
Competencia perfecta e imperfecta
Teoría del valor agregado
 
Macroeconomía
Políticas públicas: fiscal, monetaria y crediticia, comercial interna y externa
Sociología
Interacción social
Teoría de los grupos sociales
Teoría de la acción social
 
Integración social
Teoría de sistemas sociales
Teoría de la diferenciación sistémica de la sociedad
 
Poder
Vinculación entre poder, saber y verdad
Psicología
Motivación
Teoría de las necesidades y expectativas de información
 
Cognición
Teoría del desarrollo y la evolución cognoscitivos
 
Relaciones humanas
Teoría del conflicto
Pedagogía
Didáctica
Formación de usuarios y bibliotecarios
Lingüística
Lenguajes
Teoría de los lenguajes de representación documental
 
Pragmática
Estudio del uso de reglas y normas
 
Diacronía y sincronía
Estudio de relaciones de sucesión y simultaneidad en los lenguajes de representación documental
 
Semántica
Teoría de las categorías de representación documental
 
Sintáctica
Teoría de las reglas de representación documental
Historia
Documentos
Historia de la evolución documental
Leyes de la sustitución de soportes
 
Formas de organización documental
Evolución de las formas de organización documental
Leyes de la organización documental
 
Sin embargo, estos planteamientos no responden a la pregunta de cómo es posible el desarrollo de una ciencia bibliotecaria. Bajo la perspectiva del pensamiento complejo, el recurso a saberes inmediata o mediatamente relevantes, deja abierta preguntas acerca de cuestiones procedimentales: ¿cómo se debe dar el proceso de desarrollo de la ciencia bibliotecaria? La respuesta que propondremos no pretende establecer un conjunto de escenarios de ámbitos de desarrollo, sino la base procedimental formal para lograr un acuerdo intersubjetivo entre una comunidad que tenga como fin la discusión de teorías y su contrastación crítica.
 
5. LA COMUNIDAD CIENTÍFICA BIBLIOTECARIA
 
La comunidad científica, se constituye qua comunidad, gracias a la comunicación (es una comunidad de comunicación): de nuevas teorías, de pruebas empíricas, de métodos de investigación, etc. El desarrollo de la ciencia bibliotecaria se da en el medio de la comunicación. Pero esto no explica el tipo de comunicación que deba darse para el desarrollo de una ciencia. Por ello, recurriré a ideas de Luhmann y de Habermas para aclarar el tema de la comunicación científica (y el de la comunidad científica vinculada por la comunicación).
 
La comunicación científica se orienta por el código verdadero/no verdadero. El problema que desata esta pregunta es qué debe entenderse por verdad. Aquí aplicaré algunas ideas de la Teoría de la acción comunicativa de Habermas para desontologizar y desmitificar a la verdad (la verdad no es un lugar al que se llega ni la culminación de la sabiduría humana): “La idea de verdad sólo puede desarrollarse por referencia al desempeño discursivo de pretensiones de validez”[52]. El discurso y más precisamente aún la acción comunicativa[53], es el lugar donde se da propiamente la verdad. De esta forma, la teoría de la verdad se puede plantear como una teoría consensual; para el caso de la verdad, el consenso se da si los sujetos hablantes (los científicos) “prestan reconocimiento a la verdad del enunciado hecho con el acto de habla (o de las presuposiciones de existencia del contenido proporcional al que el acto de habla hace mención)”[54]. Esto responde a la pregunta de cómo (desde el punto de vista procedimental) se puede construir una ciencia bibliotecaria: mediante un entendimiento o consenso común fundamentado en pretensiones de validez que pueden ser objeto de crítica y que se sometan a la aceptación/rechazo de la comunidad y a la validación práctica.
 
La forma como una teoría puede afianzarse no solamente se da cuando se logra un acuerdo intersubjetivo respecto a su valor explicativo, sino cuando es contrastada empíricamente con los hechos y demuestra en la práctica su valor. Bajo criterios utilitaristas, las teorías deberían demostrarse exitosas tanto en su capacidad explicativa como en sus aplicaciones prácticas. El hecho de aceptar una doble forma de contrastación de teorías, con los hechos y con la crítica, obliga a plantear una visión de la ciencia desmitologizada, considerándola como una construcción intersubjetiva mediada por el discurso. No obstante, al abrirse a la crítica la comunidad debe recurrir a mecanismos que permitan recuperar el consenso racionalmente motivado que se pierde cuando se tematizan (cuestionan) discursivamente determinadas pretensiones de validez.
 
Jürgen Habermas señala tres pretensiones de validez que pueden motivar un consenso de fondo basado en el entendimiento común: verdad, rectitud de las normas y veracidad. La verdad se refiere a aspectos que se pueden constatar en el mundo objetivo, la rectitud de las normas al mundo social y la veracidad en función de la autopresentación del mundo subjetivo del individuo; a su vez, la base para que se dé la acción comunicativa es  la inteligibilidad de las emisiones. De esta forma, el consenso puede verse perturbado en cuatro sentidos: “Cuando la inteligibilidad de una emisión o manifestación se torna problemática, hacemos preguntas del tipo: ¿qué quieres decir con eso? ¿Cómo he de entender eso? ¿Qué significa eso? Las respuestas a tales preguntas las llamamos interpretaciones. Cuando se torna problemática la verdad del contenido proposicional de una emisión, hacemos preguntas del tipo: ¿son las cosas como dices? ¿Por qué es eso así  no de otra manera? A estas preguntas replicamos con afirmaciones y explicaciones. Cuando se torna problemática la rectitud de la norma que subyace al acto de habla, hacemos preguntas del tipo: ¿por qué has hecho eso? ¿Por qué te has comportado así? ¿Te es lícito hacer eso? ¿No te deberías comportar de otra manera? A estas preguntas respondemos con justificaciones. Cuando, finalmente, en un contexto de interacción ponemos en duda la veracidad del prójimo hacemos preguntas del tipo: ¿me estará engañando? ¿No se estará engañando a sí mismo? Pero estas preguntas no las dirigimos a la persona de la que hemos dejado de fiarnos, sino a un tercero”[55].
 
Se pueden aclarar ya algunos componentes fundamentales de un conjunto de prácticas discursivas sobre lo bibliotecario que pretendan constituirse en ciencia:
 
A. Los conceptos y proposiciones fundamentales utilizados deben ser puestos en común y utilizados bajo criterios normativos regidos por el ideal de definiciones unívocas. La inteligibilidad del discurso bibliotecario no se da sólo cuando se pretende haber comprendido lo que se dice, sino cuando los conceptos, proposiciones y explicaciones son suficientemente claros, generando así significados comunes que pueden ponerse como base de un entendimiento racionalmente motivado.
 
B. El potencial explicativo y la capacidad de las teorías deben no sólo poder ser objeto de crítica, sino también de contrastación con los hechos. Dicho de forma problemática: ¿lo que se afirma con la teoría se da en la realidad de la forma como lo afirma la teoría o existe acaso una mejor explicación?
 
C. El uso científico del discurso no sólo se sujeta a reglas que norman el uso de conceptos y que aclaran el sentido de las proposiciones, sino a un acuerdo entre la comunidad científica acerca de las formas y procedimientos que pueden realizarse, ya sea para incorporar nuevas teorías o para transformar las existentes. El acuerdo científico puede llegar a paradojas si no se asume una estructura de la comunidad científica heterárquica y no jerárquicamente (esto es: no por estatus y roles vinculados a dicho estatus, sino por funciones).
 
D. La crítica de la veracidad de los diferentes actores muchas veces es motivada por una pérdida generalizada de credibilidad la cual puede deberse, por ejemplo, al desprestigio profesional. Los criterios normativos que tienden a mantener el prestigio al interior de una comunidad científica y que funcionan a su vez como mecanismos de control y como valores vinculantes se contienen, entre otros, en los diferentes códigos de ética profesionales.


[1] En griego episthmh significaba: “inteligencia; conocimiento, noción; saber; ciencia; destreza, pericia. En la alegoría de la línea dividida en segmentos, que se encuentra al final del sexto libro de la República, Platón distingue entre opinión (doxa) para referirse al conocimiento de lo contingente (los objetos del mundo y las imágenes) y episthmh (ciencia), para referirse al conocimiento de lo necesario (las ideas y los números). Cf. Platón. La República. p.  550-551. (609d-511e). En la Ética a Nicómaco, Aristóteles afirma “que los medios, con cuyo auxilio alcanza el alma la verdad, ya afirme, ya niegue, son cinco: el arte [técnica], la ciencia, la prudencia, la sabiduría o la inteligencia y la intuición. Dejemos aparte la conjetura y la opinión que pueden inducirnos a error”. VI, 2.
[2] Cuando se hace esta distinción entre astronomía y astrología se recurre al término lógos en su sentido de fábula o dicho común y al de nómos como ley, orden o norma.
[3] Hay que advertir que para Bataille (quien realiza una soprendente inversión de principios), la economía no se define por la escasez, sino por la abundancia. Cf. La parte maldita.
[4] La idea de que el sentido de las palabras se determina por su uso al interior de diferentes juegos de lenguaje fue expresada por Wittgenstein: “One cannot guess how a word functions. One must look at its use and learn from that”. Philosophical investigations. 340.
[5] Esta expresión puede traducirse en términos proposicionales como: existe una ciencia de lo bibliotecario, la cual es problemática. El método para analizar proposiciones fue propuesto por George Edward Moore, padre de la filosofía analítica; el método consiste en estudiar a la proposición como “síntesis de conceptos” (en este caso la ciencia y lo bibliotecario) dirigiéndose “al objeto o idea representado en las palabras”, para descubrir la naturaleza del objeto o idea. Principia Ethica. Citado en Teófilo Urdánoz. Historia de la filosofía. VII. p. 91.
[6] Esta es la segunda regla del método de Descartes: “... dividir cada una de las dificultades que examinare, en cuantas partes fuere posible y en cuantas requiriese su mejor solución”. Discurso del método. p. 40.
[7] La idea de región la retomo en el sentido que le da Husserl en sus Ideas: “Toda objetividad empírica concreta se subordina con su esencia material a un género material sumo, a una “región” de objetos empíricos”. Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica. 9. Los conceptos de región y dominio (véase nota siguiente) se relacionan estrechamente: la región se constituye por un conjunto de objetos, el dominio epistemológico es el conjunto de prácticas discursivas que se refieren a esta región.
[8] La noción de dominio epistemológico la utilizo en el sentido que le da Foucault, como un conjunto de prácticas discursivas que se articulan y desarrollan en torno a determinados objetos. Cf. sobre todo La arqueología del saber: “Un saber es aquello de lo que se puede hablar en una práctica discursiva que así se encuentra especificada: el dominio constituido por los diferentes objetos que adquirirán o no un estatuto científico...” p. 306. Es importante adelantar que en esta obra suponemos que se puede constituir un saber configurador de una Ciencia Bibliotecaria.
[9] La construcción lógica del mundo. p. 8.
[10] En este sentido “El historicismo destacó la peculiaridad de la cultura como un ámbito objetual constituido mediante nexos de sentido, que ciertamente obedece a una legalidad de tipo estructural, pero no a una legalidad nomológica ni mucho menos a la legalidad que el evolucionismo naturalista suponía”. Jürgen Habermas. Teoría de la acción comunicativa.  v. 1. p. 210.
[11] “La convención tiene gradaciones, puede ser más o menos fuerte, más o menos unánime, más o menos constrictiva.
“Es casi absoluta en un código de señales camineras, en la notación química o algebráica, etc.” Pierre Guiraud. La semiología. p. 35.
[12] Más bien, los enunciados del sistema son deducidos a partir de ellos. Un ejemplo clásico en el plano del saber humano es la Ethica, ordine geometrico demostrata, de Baruch de Spinoza, en la cual, a partir de definiciones y axiomas, se deducen proposiciones. El ordine geometrico implica también la aclaración de las proposiciones mediante escolios y el recurso a demostraciones y corolarios, como enunciados deducidos.
[13] Cf. I. M. Bochenski. Los métodos actuales del pensamiento. p. 143 ss.
[14] Cf. Idem.
[15] Jürgen Habermas. ”Teoría analítica de la ciencia y dialéctica”. En La Lógica de las ciencias sociales. p. 25-26. En su análisis de las ideas de Condorcet, Habermas realiza dos críticas fundamentales a los presupuestos en los que se basa la “concepción lineal del progreso en el progreso científico representado por la moderna ciencia de la naturaleza. Presupone: a) que la historia de la Física y la historia de las ciencias orientadas conforme al modelo de la Física pueden reconstruirse como una línea evolutiva continua. Por el contrario, la teoría postempirista de la ciencia insiste hoy en que la formación de la teoría depende de paradigmas... Pero más arriesgado b) es el segundo presupuesto: el de que todos los problemas a que hasta ahora habían dado respuesta las doctrinas religiosas o filosóficas, o bien pueden ser convertidos en problemas elaborables científicamente y, en este sentido resolverse racionalmente, o pueden ser puestos en evidencia en su calidad de pseudoproblemas y hacérselos desaparecer objetivamente. La esperanza de Condorcet de que la muerte pudiera quedar abolida no es sólo una curiosidad. Tras ella se oculta la idea de que las experiencias relacionadas con la contingencia humana y los problemas de sentido que hasta ahora habían sido interpretados por la religión y solventados culturalmente pueden quedar radicalmente neutralizados”. Teoría de la Acción comunicativa. V. 1. p. 204.
[16] Cf. I. M. Bochenski. Op. cit. p. 191 ss.
[17] La sociedad diferenciada por funciones es el primer ejemplo de sociedad con carácter mundial: incluye todas las comunicaciones producidas en el mundo, sin límites ligados a discontinuidades territoriales: “La sociedad es una sociedad mundial; es el resultado de que el mundo esté atravesado por la comunicación y que se deba reconstruir a través de las diferencias... Las sociedades territoriales necesitan nombres, de otro modo no se pueden localizar, ni en el espacio ni en el tiempo. El sistema de la sociedad mundial, en cambio, no tiene, ni requiere de un nombre propio, sólo se puede describir teóricamente”. Niklas Luhmann. La ciencia de la sociedad. p. 437. Enrique Dussel, en su Ética de la liberación, define a esta sociedad mundial como “sistema-mundo”, el cual es el “sistema interregional... en su fase actual, mundial o planetaria...”. Cf. Tesis 1, p. 617.
[18] Ibid. p. 263-264.
[19] La expresión de esta idea puede encontrarse en Los orígenes del totalitarismo de Hannah Arendt. v. 2, p. 431: “El cientificismo de la propaganda de masas ha sido tan universalmente empleado en la política moderna que ha llegado a ser interpretado como un signo más general de la obsesión por la ciencia que caracterizó al mundo occidental desde el desarrollo de las Matemáticas y de la Física en el siglo XVI; de esta forma, el totalitarismo parece ser exclusivamente la última fase de un proceso durante el cual la ciencia se ha convertido en un ídolo que curará mágicamente todos los males de la existencia y que transformará la naturaleza del hombre”.
[20] Paul Feyerabend. La ciencia en una sociedad libre. p. 101-102.
[21] En la interpretación heideggeriana de la Crítica de la razón pura de Kant, “El origen fundamental de la fundamentación de la metafísica es la razón pura humana, y en el centro de la problemática de la fundamentación está, como lo más esencial, precisamente el carácter humano de la razón, es decir, su carácter finito”. Martin Heidegger. Kant y el problema de la metafísica. 4
[22] Para Luhmann, por ejemplo, la ciencia es un sistema funcionalmente diferenciado cuyas comunicaciones se orientan todas al código verdadero/no verdadero.
[23] Esta búsqueda podía encontrar presupuestos en la posición de Popper respecto a la objetividad científica: “... yo mantengo que las teorías científicas no son nunca enteramente justificables o verificables, pero que son, no obstante, contrastables. Diré, por tanto, que la objetividad de los enunciados científicos descansa en el hecho de que pueden contrastarse intersubjetivamente”. La lógica de la investigación científica. p. 43. La posición de Adam Shaff al respecto es muy clara: “El objeto del conocimiento es infinito, tanto si se trata del objeto considerado como la totalidad de la realidad o del objeto captado como un fragmento cualquiera o un aspecto de lo real. En efecto, tanto la realidad en su totalidad como cada uno de sus fragmentos son infinitos en la medida en que es infinita la cantidad de sus correlaciones y de sus mutaciones en el tiempo. El conocimiento de un objeto infinito debe ser, por tanto, también infinito; debe constituir un proceso infinito: el proceso de acumulación de las verdades parciales”. Historia y verdad. p. 113.
[24] Lo que implica una importante recodificación: “Si se trata.. de analizar el poder no a partir de la libertad, de las estrategias y de la gubernamentalidad, sino a partir de la institución política, no se puede considerar al sujeto más que como... un sujeto dotado de derechos o carente de ellos y que, a través de la institución de la sociedad política, ha recibido o perdido los derechos... Por el contrario, la noción de gubernamentalidad permite... poner de relieve la libertad del sujeto y la relación con los otros, es decir, aquello que constituye la materialidad misma de la ética”. Michel Foucault. Hermenéutica del sujeto. p. 123-124.
[25] “Debemos darnos cuenta de que hay en este mundo cosas más importantes que ganar una guerra, hacer que la ciencia progrese o encontrar la verdad”. Paul Feyerabend. La ciencia en una sociedad libre. p. 101.
[26] “Si el progreso es la meta, ¿para quién estamos trabajando? ¿Quién es este Moloch que, cuando sus fieles se acercan, en lugar de recompensarlos retrocede siempre?”. Isaiah Berlin. Pensadores rusos. Citado en Javier Brown César. “Isaiah Berlin, Alexander Herzen y el tema de la libertad”. p. 145
[27] Crisis que al darse primero en la física forzó a replantear algunos presupuestos: “El descubrimiento del aspecto dual de la materia y del papel fundamental de la probabilidad destruyó la idea clásica del objeto sólido. A nivel subatómico, los objetos de materia sólida de la física clásica se dispersan en formas ondulatorias de probabilidades. Es más, estas ondas ni siquiera representan la probabilidad de una cosa, sino la probabilidad de que varias cosas establezcan una relación recíproca. Analizando detalladamente el proceso de observación de la física atómica se llega a la conclusión de que las partículas subatómicas no tienen ningún significado como entidades aisladas sino como correlaciones o conexiones entre varios procesos de observación y medida”. Fritjof Capra. El punto crucial: ciencia, sociedad y cultura naciente. p. 87.
[28] “... el progreso de nuestra civilización ha sido en gran parte un mero desarrollo de lo racional e intelectual y esta evolución unilateral ha llegado hoy a una etapa muy alarmante, una situación tan paradójica que raya en la locura. Podemos controlar el aterrizaje de una nave espacial en el planeta más distante pero somos incapaces de controlar los gases contaminantes que emanan de nuestros vehículos y de nuestras fábricas; proponemos la creación de comunidades utópicas en gigantescas colonias espaciales pero no somos capaces de administrar nuestras ciudades”. Ibid. p. 45.
[29] “La matemática y la física son los dos conocimientos teóricos de la razón que deben determinar sus objetos a priori; la primera con entera pureza, la segunda con pureza al menos parcial...”. Crítica de la razón pura. Prólogo de la segunda edición, 1787.
[30] Isaiah Berlin. “Vico y su concepto del conocimiento”. En Contra la corriente: ensayos sobre historia de las ideas. p. 178.
[31] Ibid. p. 160.
[32] “... Nietzsche da un paso más y afirma que, bajo el presupuesto de estimaciones trascendentales de valor, carece de sentido hablar en absoluto de conocimiento posible, y por tanto de juicios que puedan ser objetivamente verdaderos. Sólo podemos dar interpretaciones cuya validez, referida a una perspectiva expresa en estimaciones de valor, es por tanto, fundamentalmente relativa... La explicación misma es un síntoma de determinados estados fisiológicos e igualmente de un determinado nivel espiritual de juicios dominantes: ¿Quién explica? -–nuestros afectos. En lugar del conocimiento de la naturaleza fenoménica se introduce, por tanto, la “ilusión perspectivista”; y dado que las perspectivas, por su parte, se fundan en nuestros afectos, en lugar de la teoría del conocimiento se introduce una doctrina perspectivista de los afectos. Su principio supremo es que “toda fe”, todo tener-por-verdadero es algo necesariamente falso, porque no hay un mundo verdadero”. Jürgen Habermas. “La crítica nihilista del conocimiento en Nietzsche”. En Sobre Nietzsche y otros ensayos. p. 53-54. “Una nueva imagen del pensamiento significa en primer lugar: lo verdadero no es el elemento del pensamiento. El elemento del pensamiento es el sentido y el valor. Las categorías del pensamiento no son lo verdadero y lo falso, sino lo noble y lo vil, lo alto y lo bajo, según la naturaleza de las fuerzas que se apoderan del propio pensamiento”. Gilles Deleuze. Nietzsche y la filosofía. p. 147-148
[33] “Es vano intentar fundar el conocimiento, bien sea en el Espíritu, bien sea en lo Real. El conocimiento no tiene fundamento, en el sentido literal del término, pero tiene fuentes diversas y nace de su confluencia, en el dinamismo recursivo de un bucle en el que emergen conjuntamente sujeto y objeto: este mundo pone en comunicación espíritu y mundo, inscritos el uno en el otro, en una coproducción dialógica de la que participa cada uno de los términos y momentos del bucle”. El método. p. 228.
[34] “La contribución de Humberto R. Maturana a las ciencias de la complejidad y a la comprensión de la experiencia humana deriva de su explicación del observador a partir de lo que llama dominio de ontologías constitutivas. Este dominio aparece con la respuesta de qué hacen los humanos como observadores. En la visión de Maturana, el observador es descrito como alguien que opera en el lenguaje como participante constitutivo en todo lo que hace como ser humano.” Alfredo B. Ruiz. “Humberto Maturana y su contribución a las ciencias de la complejidad”. En Metapolítica. op. cit. p. 703-704.
[35] Niklas Luhmann. Sistemas sociales. p. 48.
[36] Aristóteles escribió en una de sus últimas cartas: “Cuanto más solitario y aislado estoy, tanto más he llegado a amar los mitos”. Citado en Werner Jaeger. Aristóteles: bases para la historia de su desarrollo intelectual. p. 368. Al respecto comenta Jaeger “... aquella vida tan llena no quedaba agotada, como pudiera suponer una mirada superficial, con todo su saber e investigar. Su “vida teorética” arraigaba en una segunda vida, escondida y profundamente personal, de la que sacaba su fuerza aquel ideal. El pintar a Aristóteles como no siendo más que un hombre de ciencia es el reverso de la verdad”. Idem. 
[37] “... fracasada la conquista del poder por parte de la filosofía, Heidegger regresa a la filosofía solitaria que, siguiendo el ejemplo de Hölderlin, quiere enfrentarse en combate singular al “peligro de oscurecimiento del mundo” en la época presente”. Rudiger Safranski. Martin Heidegger: un maestro de Alemania. p. 339.
[38] “El diálogo entre pensamiento y poesía evoca la esencia del habla para que los mortales puedan aprender de nuevo a habitar en el habla”. Martin Heidegger. “El habla en el poema: una dilucidación de la poesía de Georg Trakl”. En De camino al habla. p. 36. Y en otro lugar: “Buscamos precisamente lo esencial de la esencia que nos fuerza a decidir si en lo venidero tomamos en serio la poesía y cómo; si junto obtenemos los supuestos para mantenernos en el dominio de la poesía y cómo”. Martin Heidegger. “Hölderlin y la esencia de la poesía”. En Arte y poesía. p. 127.
[39] En el tema del mito resultan particularmente relevantes los recientes estudios de Roberto Calasso. Cf. especialmente La ruina de Kasch. En particular: p. 120 ss. Y más recientemente, Ka: “Knowledge is not an answer but a defiant question: Ka? Who? Knowledge is the last ruse, wich allows us to escape being killed, to obtain a -provisional- stay of execution.” [“El conocimiento no es una respuesta, sino una pregunta desafiante: Ka? Quién? El conocimiento es el último recurso, que nos permite escapar de la ejecución, obteniendo una postergación temporal del acto ejecutorio”] p. 152.
[40] “El principio de la necesidad fatal por el que perecen los héroes del mito, y que se desarrolla como lógica consecuencia del veredicto oracular no domina sólo –purificado hasta la coherencia de la lógica formal- en todo sistema racionalista de la filosofía occidental, sino sobre la sucesión misma de los sistemas que comienza con la jerarquía de los dioses y, en un permanente crepúsculo de los ídolos, exhala, como contenido idéntico, la ira por la falta de honestidad. Así como los mitos cumplen ya una obra iluminista, del mismo modo el iluminismo se hunde a cada paso más profundamente en la mitología”. Max Horkheimer y Theodor W. Adorno. Dialéctica del iluminismo. p. 25.
[41] “¿no acaso es posible que la ciencia, tal como la conocemos hoy (la ciencia del racionalismo crítico que ha sido liberada de todos los elementos inductivos), o una “búsqueda de la verdad” al estilo de la filosofía tradicional cree, en realidad, un monstruo? ¿No es acaso posible que cause daño al hombre, que haga de él un mecanismo miserable, hostil, convencido de que es mejor que los otros, un mecanismo sin encanto y sin humor? Yo sospecho que la respuesta a... estas preguntas debe ser afirmativa y creo por ello que se necesita urgentemente una forma de la ciencia que la haga más anarquista y más subjetiva (en el sentido de Kierkegaard)”. Paul Feyerabend. Tratado contra el método. p. 98.
[42] Al menos esta es la función que tienen las ideas trascendentales (Dios, la inmortalidad del alma y la existencia del mundo) en Kant: “El uso hipotético de la razón que se funda sobre las ideas admitidas como conceptos problemáticos no es propiamente hablando constitutivo, es decir, no es de tal naturaleza que con todo rigor se pueda deducir la verdad de la regla general tomada por hipótesis.
“¿Cómo saber, en efecto, todas las consecuencias posibles que derivan del mismo principio probando su universalidad? Este uso no es más que regulador, sirve de medida, en tanto que es posible la unidad en los conocimientos particulares para aproximarse a la regla de la universalidad”. Crítica de la razón pura. Dialéctica trascendental. Apéndice: Del uso regulador de las ideas de la razón pura.
[43] Cf. Octavi Fullat. Filosofías de la educación. p. 17.
[44] Vale la pena aquí citar el párrafo donde el Estagirita bosqueja el camino de la ciencia: “En los hombres la experiencia (empeiría) proviene de la memoria. En efecto, muchos recuerdos de una misma cosa constituyen una experiencia... Por la experiencia progresan la ciencia y el arte en el hombre...  la ciencia comienza, cuando de un gran número de nociones suministradas por la experiencia, se forma una sola concepción general que se aplica a todos los casos semejantes”. Metafísica. I, 1.
[45] Es fundamental distinguir entre el dominio del arte y el dominio de la teoría. Cuando se plantea que el bibliotecario es principalmente un artista (en el sentido de creador de obras de arte, y no en el de arreglar y disponer) cabe preguntar: si es así, entonces ¿cuál es la diferencia específica entre su actividad y la del pintor o la del escultor? ¿Acaso un bibliotecario puede montar una exposición con su trabajo? ¿Acaso una tarjeta catalográfica en la que se siguen las reglas al pie de la letra puede ser exhibida como una obra de arte? ¿Acaso los productos de la actividad bibliotecaria pueden subastarse como objetos de arte? ¿Acaso el fin del bibliotecario es producir lo bello? La diferencia entre arte y teoría es fundamental aquí: “Las dos formas de conocimiento, a saber, la estética y la intelectual o conceptual, son distintas... la forma estética es de hecho independiente de la intelectual...” Benedeto Croce. Estética como ciencia de la expresión y lingüística general. p. 67. “El conocimiento tiene dos formas. Es, o conocimiento intuitivo o conocimiento lógico, conocimiento por la fantasía o conocimiento por la inteligencia... Es, en síntesis, o productor de imágenes, o productor de conceptos”. Ibid. p. 47. Por último: ¿es el catálogo un conjunto de imágenes o una estructura conceptual? ¿Es la catalogación una actividad donde se pueda dar rienda suelta a la fantasía o es una actividad orientada por conceptos? Mi punto de vista es claro al respecto: arte y ciencia son diferentes, como lo son también arte y técnica: el catálogo es un instrumento producido para ser utilizado (como objeto útil y medio de acceso) y no para ser contemplado (como una pintura o una escultura).
[46] Cf. Octavi Fullat. op. cit. p. 19.
[47] Cf. Ibid. p. 20-21.
[48] El sentido original de la hermenéutica era el de aquella “disciplina que se ocupa clásicamente del arte de comprender textos”. Hans George Gadamer. Verdad y método. v. 1. p. 217. En el contexto de esta obra asumimos la definición más amplia de la comprensión hermenéutica como “parte de un acontecer de sentido en el que se forma y concluye el sentido de todo enunciado, tanto del arte como de cualquier otro género de tradición”. Idem .
[49] Michel Foucault. La arqueología del saber. p. 314-315.
[50] Jürgen Habermas. Problemas de legitimación en el capitalismo tardío. p. 32.
[51] Jürgen Habermas. Teoría de la acción comunicativa. Vol. 2, p. 567.
[52] Teoría de la acción comunicativa: complementos y estudios previos. p. 120.
[53] “Para la acción comunicativa sólo pueden considerarse... determinantes aquellos actos de habla a los que el hablante vincula pretensiones de validez susceptibles de crítica”. Teoría de la acción comunicativa. Vol. I. p. 391.
[54] Ibid. p. 122
[55] Jürgen Habermas.Teoría de la acción comunicativa: complementos y estudios previos. p. 122.

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