ELEMENTOS PARA UNA TEORÍA BIBLIOTECARIA
Por Javier Brown César
TERCERA PARTE: EL PROBLEMA
DE LA CIENCIA BIBLIOTECARIA Y LA NECESIDAD DE LA INTERDISCIPLINA
Hasta el momento, hemos hablado sólo de actividad
bibliotecaria y de teoría bibliotecaria pero no hemos planteado con seriedad el
problema del nivel epistemológico de la teoría bibliotecaria. El lector notará
también, que intencionalmente no he utilizado los conceptos consagrados en
nuestro medio que se refieren a cuestiones teóricas: biblioteconomía y
bibliotecología. Antes de pasar al estudio de los supuestos de lo que llamo una
ciencia bibliotecaria, debo aclarar por qué hablaremos de ciencia bibliotecaria
y no de bibliotecología o biblioteconomía. Las razones de fondo son ante todo
conceptuales:
1ª. En el uso actual que se da a
ambos conceptos en México, la Biblioteconomía se considera como el estudio de
los aspectos administrativos de las bibliotecas, y la Bibliotecología como el
estudio de los aspectos teóricos. Sin embargo, varios problemas se derivan del
uso de ambos términos y de su definición. En realidad, ambos son tan
convencionalmente usados como yo utilizo el concepto de “Ciencia Bibliotecaria”
en este libro. ¿Por qué se puede afirmar que el uso de los conceptos
Biblioteconomía y Bibliotecología es convencional? Si nos atenemos a la
etimología de ambos términos se pueden obtener conclusiones importantes.
A. La Biblioteconomía y la Bibliotecología tienen en común las raíces bibloz
(Biblos=corteza de papiro, libro, escrito, documento, carta) y qhch
(teché=depósito, receptáculo, caja; cofre, tumba, sepulcro). Debido a que ambos
términos ya han sido analizados en la parte referente a los elementos para una
teoría del documento, nos ocuparemos de la parte central de la etimología: las
raíces nómos y lógos.
B. ¿En su origen el término griego nomoz (nómos)
significaba principalmente uso, costumbre, manera; orden, derecho; fundamento,
regla, norma; ley, prescripción; estatuto, ordenanza; máxima, opinión general.
Por otro lado, el término logoz
(lógos) significaba palabra; expresión, proposición, definición, razón o
explicación, afirmación, dicho común, proverbio, máxima, sentencia, orden,
mandato, promesa, condición, oráculo; discurso, conversación, coloquio, hablar,
argumento, razonamiento, narración; fábula, razón, ley, tratado, libro. Como
puede constatarse, por la pluralidad de sentidos de ambos términos es difícil
dar una caracterización unívoca de lo que lógos o nómos significan, cuando se
usan con diferentes fines y en diferentes contextos. Comúnmente se piensa que
si una palabra termina con lógos se refiere a algo científico, como en el caso
de Bibliotecología, y que si se usa el termino nómos en la terminación entonces
se refiere a cuestiones administrativas, como en el caso de Biblioteconomía.
Pero esto sólo se hace de manera convencional. Porque en el griego original ni
lógos ni nómos significaban ciencia, el término que se utilizaba para referirse
a la ciencia era episthmh
(episteme)[1].
En español, utilizamos lógos y nómos tan convencionalmente que no es posible
decir de manera absoluta que todas las palabras que utilizan en su terminación
la raíz griega lógos dan inmediatamente la idea de ciencia. Por poner un
ejemplo, la astronomía es lo que nosotros consideramos como el estudio
científico de los astros, mientras que la astrología es para muchos científicos
pura superstición, sin base científica[2].
Pero además de que nómos y lógos no expresan necesariamente la distinción ciencia/no-ciencia
(como sí lo expresaban en griego los términos episteme y doxa), pueden
referirse a campos del saber diferentes, así por ejemplo, mientras que la
economía se define como la ciencia que estudia la producción, distribución y
consumo de bienes escasos[3],
la ecología es una ciencia que estudia la relación del hombre con su
entorno-ambiente. De lo anterior resulta que el utilizar el término
Bibliotecología para designar la parte científica de “lo bibliotecario” es
resultado de un convencionalismo, y no de una vinculación estricta entre el
concepto y la realidad. En este sentido convencional utilizaremos[4]
el concepto de Ciencia Bibliotecaria, pero con la clara idea de que lo que se
investiga aquí es la episteme de lo bibliotecario, para lo cual ciertamente nos
tenderemos que referir al lógos (al discurso bibliotecario) y al nómos (a los
fundamentos normativos del discurso bibliotecario).
2ª. El concepto de Ciencia
Bibliotecaria presenta la ventaja de que sí vincula “lo bibliotecario” con “lo
científico” de manera necesaria, lo que, como se demostró en el apartado
anterior no se realiza sino sólo de manera convencional cuando utilizamos los
conceptos Bibliotecología o Biblioteconomía. Además, el uso del término Ciencia
Bibliotecaria se justifica porque expresa un problema que, para efectos del
presente trabajo, resulta ineludible: ¿tiene sentido la expresión “Ciencia
Bibliotecaria”?[5]. Para solucionar esta
cuestión se debe primero descomponer en sus elementos para analizarlos de
manera aislada[6]. Así, habrá que determinar
dos regiones[7] o dominios epistemológicos[8]
específicos: lo que comprendemos bajo la denominación general de lo científico
y lo que llamaremos “lo bibliotecario”. Adicionalmente, y debido al uso del
concepto Ciencia Bibliotecaria, que traduce library science, hemos evitado, en
la medida de lo posible, referirnos a la escuela anglosajona, poniendo nuestra
atención en otra escuela que, por su vinculación histórica y comunidad
lingüística y cultural, es más próxima a nosotros: la escuela española de
documentología. Pasemos ahora a los problemas inherentes a una Ciencia
Bibliotecaria.
1. LA CRISIS DE LA NOCIÓN POSITIVISTA DE LA CIENCIA
Muchos de los problemas que se derivan de la concepción de
la Ciencia Bibliotecaria como arte o técnica se refieren a una visión
ampliamente generalizada del quehacer científico que tiene en su base los
presupuestos del positivismo decimonónico y del positivismo lingüístico del
Círculo de Viena. El programa del Círculo de 1929, redactado por Rudolph Carnap, Hans Hahn
y Otto Neurath titulado Wissenshaftliche Weltauffassung: der Wiener Kreis
(Concepción científica del mundo: el Círculo de Viena), asume como precursores,
entre otros a Hume y los filósofos de la Ilustración, y desde luego a August
Comte. El positivismo lógico hace suyos los presupuestos centrales del
positivismo y del empirismo decimonónicos: reducción del conocimiento a las
ciencias positivas, generalización unificadora de las ciencias, actitud
antimetafísica y ética utilitarista. La posición de Rudolph Carnap es
particularmente ilustrativa del espíritu del neopositivismo: “los objetos no
pueden ser descompuestos en diversos dominios inconexos entre sí, sino que hay
un solo dominio de objetos y por eso una sola ciencia”[9].
La idea de que sólo puede haber una ciencia, tiene en su base los presupuestos
de la física newtoniana y la visión del racionalismo cartesiano, de tal forma
que se llega a sostener como realidad indubitable que la única base posible
sobre la cual se llega a considerar que puede haber ciencia es la del
formalismo matemático y el método hipotético-deductivo de las ciencias
naturales[10].
El formalismo matemático implica la adopción de un método
cerrado en sí mismo (autorreferencial y autológico) y altamente convencional[11]: el método axiomático.
Las características principales de un sistema axiomático son: 1. Es un sistema
construido formalmente, que hace uso de signos, los cuales no son interpretados
por el sistema. 2. La distinción entre los axiomas y los restantes enunciados
del sistema, consiste en que los axiomas no se deducen del sistema[12]
3. Un sistema axiomático está conformado por leyes (axiomas) e indicaciones
(reglas)[13]. La cerrazón del método
es fundamental para comprender cómo las ciencias que operan sobre la base única
del método axiomático pretenden una validez absoluta: los sistemas axiomáticos
exigen la formalización rigurosa, la totalidad del sistema y la exclusión de la
contradicción[14]. En esta exigencia,
enunciados considerados como ajenos al sistema, que puedan provocar contradicciones
e incluso cuestionar las reglas o los axiomas, enfrentan al sistema al reto de
incorporar selectivamente algunos enunciados transformando así sus presupuestos
y con ellos inclusive sus reglas, o negar, excluir o ignorar los enunciados (lo
cual tiende a ser la estrategia más frecuente para mantener el purismo del
sistema y garantizar su continuidad).
Por otro lado, se ha
pretendido, desde Comte, hacer de la ciencia social una física social lo que
implica la generalización del método naturalista al ámbito de lo social: “Los
procedimientos empírico-analíticos se esfuerzan por comprobar las hipótesis
legaliformes siempre del mismo modo, se trate de un material histórico o de
fenómenos de la naturaleza”[15].
La estructura de las ciencias naturales está ordenada con base en enunciados
protocolarios que constituyen la base empírica. Mediante generalizaciones se
llega al planteamiento de hipótesis, las cuales, si se confirman en muchos
casos por medio de la verificación y si no se falsean en ningún caso, se constituyen
en leyes. Finalmente, los enunciados generales que explican varias leyes son
erigidos en teorías.
El primer nivel es el de los
enunciados protocolarios (EP), en el segundo nivel están las hipótesis (H), el
tercer nivel es el de las leyes (L) y el cuarto el de la teoría[16].
Bajo este modelo, la ciencia social se concibe como un
sistema que se ve forzado a plantear hipótesis, y a verificar o falsearlas con
el fin de constituir leyes. Bajo esta consideración, se piensa que no puede
haber ciencia social que no enuncie leyes.
Sea que la Ciencia Bibliotecaria se
reduzca a la base matemática, o a la estructura hipotético-deductiva de las
ciencias naturales, se le constituye en un saber cerrado, en donde se pueden
excluir un conjunto de observaciones que no necesariamente tienen forma
matemática o forma hipotético-deductiva: interpretación de conductas (la
interpretación de conductas se hace con base en observaciones orientadas por
criterios hermenéuticos y psicológicos), planeación de sistemas (la base de la
planeación no es la hipótesis sino las metas, los objetivos y el programa),
estudios de usuarios (los cuales hacen uso de la estadística y la probabilidad
y no necesariamente de la matemática deductiva). En algunas de las más fuertes
contradicciones que hacen de cada ciencia un saber cerrado, excluyente,
segregacionista se encuentra la pretensión de que existen saberes
omniabarcadores que son capaces de dar cuenta de la totalidad del hombre y del
cosmos conocido. Estos saberes con pretensiones de totalidad cada vez más
entran en contradicción con una sociedad plural donde se afirma el derecho a la
diversidad y a la diferencia.
Otra de las contradicciones inherentes a la visión de la ciencia a
finales de este siglo es la que se da entre un mundo globalizado, y saberes
científicos clausurados y excluyentes. En este sentido, se puede plantear el
problema de la descontextualización de las ciencias sociales y explicar la
crisis a la que nos enfrentamos en estos momentos. En una humanidad que entra
al siglo XXI promoviendo la organización democrática y los valores de
pluralismo, libertad, participación y diálogo, la ciencia monista,
instrumentalista, autocrática y autológica, entra en contradicción con estas
valoraciones. Por ello, la interdisciplinariedad opera como un principio que
permite ir más allá de la visión de los saberes parciales, para articular una
visión de la realidad más amplia, aunque nunca total.
Además al interior de cada dominio
epistemológico (ciencias y disciplinas), suele darse una especie de pequeña
dictadura que se afianza en una configuración jerárquica de las profesiones,
con dos efectos visibles:
1. Al estructurarse las disciplinas
y profesiones sobre presupuestos jerárquicos convencionales, entran en
conflicto con la configuración estructural de una sociedad heterárquica
funcionalmente diferenciada[17].
En esta sociedad heterárquica el cambio en el paradigma de la ciencia se da
cuando: “Una
serie de importantes dispositivos del sistema de la ciencia se ajusta para
hacer más probable la construcción de la complejidad, acelerándola. Partes de
este proceso son la institucionalización de la libertad individual de elección
de temas y de expresión de opiniones, la ausencia de centralizaciones de
decisión, esto es, la forma heterárquica (y no jerárquica) de la conexión de
decisión recursiva, una gran tolerancia institucionalizada en cuanto a la
divergencia de opiniones y los conflictos relativos a éstas” [18].
Un cuadro sirve para ilustrar las diferencias entre estas
dos formas de organizar las profesiones y de construir una comunidad
científica:
CONFIGURACIÓN
JERÁRQUICA
|
CONFIGURACIÓN
HETERÁRQUICA
|
Temas predeterminados/constreñimiento a la libertad para
elegir temas
|
Libertad en la elección de temas
|
Opiniones introyectadas o seleccionadas
|
Libertad en la expresión de opiniones
|
Decisiones recursivas centralizadas
|
Decisiones recursivas descentralizadas
|
Supresión/Negación de la divergencia
|
Tolerancia ante la divergencia
|
Supresión/Negación del conflicto
|
Tolerancia ante el conflicto
|
2. Al interior de las profesiones se
llega a una especie de totalitarismo cientificista[19].
En este sentido, las élites con pretensiones científicas que se instalan en la
verdad objetiva y absoluta utilizan tres estrategias para procesar/eliminar las
diferencias, las paradojas, las divergencias y el conflicto, manteniendo así
una comunidad científica cerrada y estable. Estas estrategias son: la exclusión
de la diferencia, la indoctrinación de prejuicios y la unidimensionalidad
crítica: “...
los expertos llegan frecuentemente a resultados distintos, tanto en cuestiones
sustantivas como en su aplicación... A veces uno se ve tentado a decir: tantos
científicos, tantas opiniones. Hay naturalmente terrenos en los que los
científicos están de acuerdo, pero esto no basta para despertar nuestra
confianza. La unanimidad es muchas veces el resultado de una decisión política:
los disidentes son eliminados o guardan silencio para preservar la reputación
de la ciencia como fuente de un conocimiento fidedigno y casi infalible. En
otras ocasiones la unanimidad es resultado de prejuicios compartidos: se toman
posiciones sin que se haya sometido la cuestión a un análisis detallado y se
las reviste de la misma autoridad que resultaría de una investigación minuciosa...
La unanimidad puede también reflejar una disminución de la conciencia crítica:
la crítica será débil mientras se tome en consideración un solo punto de vista”[20].
Algunas perspectivas epistemológicas
rumbo al siglo XXI se apoyan en el planteamiento de una contradicción inherente
al espíritu humano: la que se da entre el anhelo y pretensión de infinitud, y
la limitación y finitud del conocimiento humano[21].
La verdad, antes que un lugar, o una posesión, se puede concebir como un
criterio o como un código orientador del espíritu científico[22]
el cual implica la aptitud y la actitud para entender a la ciencia como una
búsqueda infinita[23] de la
verdad y no como un lugar al que se llega de manera definitiva.
El problema de la interdisciplina en
las ciencias sociales puede plantearse en términos éticos[24]:
la sociedad presupone la alteridad y las ciencias sociales presuponen o se
refieren a un común denominador: la referencia al ser humano, a sus conductas,
a sus formas de agrupación u organización, a sus reglas y normas de
convivencia, a sus sistema políticos, a sus formas de aprender y aprehender,
está en la base de toda ciencia social. La ética no se refiere aquí
necesariamente a la introducción del código bueno/malo como criterio único para
todas las valoraciones, sino a la necesaria referencia, consideración y
atención de la ciencia, en su especular y actuar, al espíritu humano, sus
necesidades y contradicciones, y sus anhelos y frustraciones[25].
Esto implica recodificar los códigos del progreso[26]
y los criterios utilitaristas que se encuentran en su base.
La
crisis de las ciencias que vivimos en este fin de siglo[27],
se origina en paradojas[28]
inherentes a la asimetría entre los sistemas científicos y un entorno de una
complejidad impenetrable e indescriptible en su totalidad, tanto hacia lo
macroscópico como hacia lo microscópico, tanto en el ámbito de la física como
en el de las ciencias del espíritu. Los problemas que se plantean al
pensamiento científico son un motivo para plantear una interrogante: ¿no acaso
el saber sobre el hombre debe anteceder, en el orden ontológico y ético a todo
saber sobre la naturaleza? ¿No será la región de lo humano más accesible a
nosotros que la región de la naturaleza? Respecto a la primera cuestión no deja
de resultar fascinante constatar cómo Kant, en la Crítica de la razón pura,
obra donde se buscan los fundamentos a priori de la matemática y de la física[29]
proponga en la doctrina trascendental del método (en el Canon de la razón pura.
Segunda sección) que: “Todo interés de mi razón (lo mismo especulativo que
práctico está contenido en estas tres preguntas:
1a. ¿Qué puedo saber?
2a. ¿Qué debo hacer?
3a. ¿Qué me es
permitido esperar?”. La referencia de estas preguntas al ser humano es
innegable. Posteriormente, en la Antropología desde el punto de vista
pragmático, Kant considerará que estas preguntas se pueden reducir a una
fundamental: ¿Qué es el hombre?
La segunda pregunta plantea una
cuestión interesante pero no nueva: ¿no acaso el conocimiento del ser humano y
sus obras es más accesible a nosotros que el conocimiento de la naturaleza?
Puede encontrarse una indicación sumamente valiosa de la cuestión en Vico: “El criterio y la regla
de la verdad es el haberla hecho, dijo Vico... pero... los hombres no pueden
hacer el mundo físico: physica a caussis probare non possumus, quia elementa
rerum naturalium extra nons sunt... [No podemos demostrar la física desde
sus causas, porque los elementos que componen la naturaleza están fuera de
nosotros]. Sólo Dios puede conocer estos elementa, porque él los ha
hecho todos”[30]. Este tema había sido
planteado ya en el Artículo 2 del opúsculo De veritate de Santo Tomás de
Aquino: “... una cosa no se llama verdadera sino en cuanto que se adecua con el
entendimiento... Mas es de saber que la cosa se comporta diversamente respecto
del entendimiento práctico y del entendimiento especulativo. El entendimiento
práctico causa las cosas, por lo cual es medida de las cosas que por él son
hechas; pero el entendimiento especulativo, por ser receptivo respecto de las
cosas, es movido en algún modo por las cosas mismas, y así, éstas son su
medida... Así, pues... la cosa natural mide y es medida; y nuestro
entendimiento tiene medida y no es medida de las cosas naturales, sino sólo de
las artificiales”. El tema es también abordado por Berlin en el ensayo “El
divorcio entre las ciencias y las humanidades”: “Mientras mayor sea el elemento
hecho por el hombre en cualquier objeto de conocimiento, será más transparente
a la contemplación humana; mientras mayor sea el ingrediente de la naturaleza
externa resulta más opaco e impenetrable a la comprensión humana”[31].
En
este momento, se pueden plantear oposiciones entre diferentes concepciones de
la ciencia: la derivada del positivismo decimonónico y lingüístico y la que implica
una visión perspectivista[32]
de la realidad y una nueva forma de pensar y ver la complejidad. En la línea del pensamiento complejo resultan
particularmente significativas las aportaciones de Heiz von Foerster, Edgar
Morin[33],
Humberto Maturana[34]
y Niklas Luhmann a quien sigo de cerca y vuelvo a citar: “A partir de la
complejidad misma no es posible deducir qué relaciones se pueden realizar entre
los elementos. Eso es resultado, en cada uno de los niveles de formación de
sistemas, de la diferencia entre sistema y entorno y de las condiciones
evolutivas de la aptitud de sobrevivencia. Por otra parte, desde el punto de
vista contrario, se puede explicar el problema de la diferencia entre sistema y
entorno con ayuda del concepto de complejidad... no hay ninguna coincidencia
punto por punto entre el sistema y el entorno... El que el sistema esté
obligado a la selección es resultado de su propia complejidad”[35].
La oposición, ciencias incluyentes/ciencias excluyentes
no sólo se refiere a la interpenetración entre las ciencias sociales, sino
también a la relación de éstas con las ciencias naturales y a la referencia a
otros ámbitos, no considerados necesariamente como científicos, como pueden ser
el arte y muy en especial la poesía. ¿Será acaso arbitrario el que Aristóteles[36]
y Heidegger[37] hayan retornado en su
madurez a la poesía[38]
y al mito[39]? ¿Es la racionalidad
científica un mito[40]
y la razón un sueño que produce monstruos[41]?
El objetivo de esta sección no es,
sin embargo, responder a estas preguntas, sino plantear las paradojas
inherentes a la concepción de la ciencia como un saber cerrado, necesariamente
de base matemática o con estructura legaliforme hipotético-deductiva. En
definitiva, la apertura de la Ciencia Bibliotecaria a otros saberes y la
apropiación de nuevas formas de ver y concebir la realidad bibliotecaria a
partir de esta interdisciplinariedad, se presenta como una respuesta lógica a
un entorno globalizado y a un sistema político que afirma valores democráticos.
Así, la propuesta es: Ciencia Bibliotecaria incluyente, interactuando con
otros saberes, abierta a otras disciplinas, plural, libre, democrática y
dinámica. Esta propuesta plantea ideales que pueden parecer irrealizables,
pero la función del ideal no necesariamente plantea el imperativo de su conquista
sino más bien la orientación del actuar y del pensar por criterios regulativos[42].
La posibilidad de una Ciencia
Bibliotecaria no sólo se refiere a la capacidad de centrarse en un objeto de
estudio y afianzarlo como un dominio propio, sino a la incorporación de
métodos, técnicas, herramientas e instrumentos analíticos que permitan
describir mejor la complejidad de lo bibliotecario. ¿Es posible la Ciencia
Bibliotecaria? La respuesta dependerá de si se reduce la ciencia a los
presupuestos ya criticados del monismo metodológico, de la axiomatización
matemática y de la visión naturalista de la sociedad o de si se le considera
como un sistema de saberes orientados por el código verdadero/no verdadero,
basados en la honestidad intelectual del científico. En este último sentido sí
es posible la Ciencia Bibliotecaria (y también la ciencia del derecho y la
ciencia de la historia). Bajo el monismo metodológico, la axiomatización
matemática y el naturalismo es claro que no existe otra ciencia social que no
sea la economía (y esto con reservas, ya que la base matemática de la economía
es la probabilidad y la estadística, y no la matemática pura). Nuestra posición
al respecto es claramente en el sentido de una Ciencia Bibliotecaria que, si
bien puede hacer uso de estudios y métodos cuantitativos y aplicar analogías
valiosas del ámbito natural al plano de lo social, debe ante todo abrirse a
diversos saberes e incorporar los métodos que resulten pertinentes de acuerdo a
la realidad que se estudie.
Finalmente, la interdisciplinariedad
no sólo se plantea como una exigencia para aquellas ciencias sociales
emergentes, las cuales pueden avanzar notablemente mediante el intercambio
fecundo con otras ciencias sociales ya consolidadas o en proceso de
consolidación, sino también como un imperativo analítico: ante un entorno de
tan grande complejidad, los SGD se ven forzados a realizar selecciones y
observaciones pertinentes, relevantes, profundas y oportunas. Muchas de estas
observaciones no pueden realizarse sin recurrir a métodos, instrumentos y
herramientas propios de otras ciencias. Por ejemplo, la observación de la
comunidad de usuarios puede hacer uso del método de encuestas por muestreo
(propio de la sociología) al estudio de los factores demográficos y
geopolíticos (mediante instrumentos como anuarios estadísticos), etc.
La necesidad de una ciencia de lo
bibliotecario sólo puede explicarse cuando emerge una realidad cuya complejidad
es tal que se requiere de la introducción del código verdadero/no verdadero
para destautologizar al sistema. El código científico se usa como un factor de
asimetrización que introduce la diferencia al interior del discurso sobre la
disciplina buscando ir más allá del código útil/no útil (el cual refiere
directamente a los aspectos práctico-utilitarios de la Ciencia Bibliotecaria).
La emergencia de un (lógos) discurso científico (epistemológico) en torno a lo
bibliotecario sólo puede explicarse a partir de una definición clara de qué se
entiende por lo bibliotecario y de cómo la evolución de esta realidad exige un
código desparadojizador verdadero/no verdadero.
2. CIENCIA Y TÉCNICA BIBLIOTECARIA
El problema de la autonomía del saber bibliotecario, es
similar al que a principios del siglo XIX se enfrentó Herbart en el ámbito de
la pedagogía[43]. El problema de Herbart
era que su pedagogía no iba más allá de ser unos capítulos de la psicología y
la ética. Análogos problemas se plantean para el saber bibliotecario: ¿es sólo
un capítulo de las ciencias de la comunicación o de las ciencias de la información?
En la problemática planteada por Herbart, la recodificación de la noción
pedagogía en términos de ciencias de la educación tampoco aclara por completo
el uso, ya que el significante ciencias de la educación deja al descubierto
problemas relativos al uso del plural: ¿si hay varias ciencias pedagógicas,
cuáles son? Este problema no se ha planteado todavía en el medio bibliotecario,
pero puede llegar a plantearse si se sustituye el término Bibliotecología por
Ciencias de lo Bibliotecario o Ciencias bibliotecarias.
Para avanzar en la solución del problema, hay que distinguir
con toda claridad la dimensión de los procesos bibliotecarios, de la reflexión
sobre lo bibliotecario. Los procesos bibliotecarios se refieren directamente a
aquello que Aristóteles denominó empeiría[44].
La empeiría, es un saber que resulta del orden impuesto al caos de las
sensaciones, merced a la memoria. En esta dimensión los bibliotecarios son
artistas, entendiendo por ello no los que producen obras de arte, sino los que
arreglan y disponen (artuein)[45].
En este sentido, el arte es sinónimo de actividad. Lo bibliotecario, como
práctica, es una labor que le da forma al sistema de gestión documental[46].
Este ámbito es el que conforma lo que puede denominarse genéricamente praxis
bibliotecaria, la cual se relaciona con la experiencia y con el hacer.
En torno al quehacer bibliotecario se han producido
discursos que han procurado un saber en torno a aquél. Sin embargo, el hecho de
deslindar el "arte" bibliotecario, del saber bibliotecario no implica
que se intente “desconectar” a uno del otro, porque de hecho, en el ámbito real
forman un dinamismo único. La actividad bibliotecaria sin referencia a una
reflexión posterior se vuelve una constante reinvención y redescubrimiento de
conceptos e ideas; la teoría bibliotecaria, sin referencia a la actividad, se
vuelve un discurso irreal, utópico y vacío. En el plano del saber bibliotecario
pueden distinguirse con toda claridad tres niveles: tecnológico, filosófico y
científico. Las reflexiones tecnológicas conforman la dimensión técnica del
discurso (lógos) sobre lo bibliotecario. En griego, tékhne significaba no
simplemente hacer cosas, sino saber hacer las cosas. La técnica bibliotecaria
ha dado como productos, entre otros, los instrumentos de representación y
recuperación. El técnico no es sólo el que tiene la habilidad para hacer
ciertas cosas, sino es el que conoce los procedimientos dirigidos a hacer una
cosa; así, su labor no se reduce meramente a la habilidad, sino que se amplía y
debe ampliar para expresar a quien obra con conocimiento de causa (Por ejemplo:
se conoce o por lo menos se debería conocer por qué el asiento principal de un
informe de gobierno comienza no con el nombre de la autoridad, sino con el
nombre del país o estado). Gracias a la combinación de hacer y conocer, la
técnica puede ser universalizable y enseñable, de lo contrario (en caso de que
no sea saber, sino sólo hacer) sólo podría ser mostrada en el plano particular.
Así, mientras que la enseñanza de la técnica implica la transmisión de ciertos
principios, la mostración de la técnica sólo puede darse en la práctica
(haciendo). En el plano pedagógico, el aprendizaje de una técnica se realiza
cuando se combinan el hacer con el saber, el enseñar con el mostrar.
En el plano de las reflexiones científicas sobre lo
bibliotecario no cabe hablar de una Ciencia Bibliotecaria compacta, sino de una
multitud de ciencias positivas que explican científicamente los variados
procesos bibliotecarios, cada una desde su muy particular perspectiva. Las
matemáticas (particularmente en el plano de la bibliometría) y la química y la
biología (particularmente en el plano de la conservación y de la restauración
documental) son ciencias empírico-naturales que aportan saberes concretos en
torno a lo bibliotecario. La historia, la sociología, la economía, la ciencia
política y la psicología son ciencias empírico-humanas que producen saberes
constitutivos de lo bibliotecario, en cuanto se requiere un conocimiento basado
en pruebas sobre el ámbito social de lo bibliotecario. La Ciencia
Bibliotecaria, se constituye así por los diversos apartados de las ciencias
empíricas que dan razón, desde su peculiar tipo de saber, de cuanto concierne
al ámbito bibliotecario[47].
Para resumir lo dicho, presentamos el siguiente esquema:
Ámbito práctico de
lo bibliotecario
|
Experiencia: saber
empírico, conocimiento concreto
|
Arte: actividad, arreglo y disposición
|
|
Ámbito teórico de lo
bibliotecario
|
Nivel tecnológico: instrumentos y herramientas (catálogos,
bibliografías, máquinas, etc.).
|
Nivel científico: economía, sociología, psicología,
pedagogía
|
|
Nivel filosófico: ética, hermenéutica[48],
metafísica, axiología, fenomenología, existencialismo
|
|
Fuente: adaptado de Octavi Fullat. Filosofías de la
educación. p. 18, 22.
|
En las consideraciones sobre lo bibliotecario
está presente el hecho de que generalmente se olvidan o confunden las dos
dimensiones de la teoría y la práctica, limitándose lo bibliotecario a
cuestiones empíricas, y haciendo del bibliotecario un artista, o sea,
limitándolo a aquél que arregla y dispone (el que hace). Una segunda confusión
se da al interior del ámbito de los saberes, en el que se pone un énfasis
excesivo en el saber cómo hacer (saber técnico), lo que limita al bibliotecario
a un especialista técnico. De las consideraciones anteriores resulta claro que
lo bibliotecario no se circunscribe solamente a la teoría o a la práctica, que
no se limita a la técnica o a la ciencia o a la filosofía, sino que abarca
todas estas dimensiones. El hecho de que los saberes técnicos y la actividad
sean favorecidos por el discurso, puede llevar a pensar que no puede haber ni
ciencia ni filosofía de lo bibliotecario. Pero, cabe decir de antemano que si
no es posible que se desarrolle una ciencia o una filosofía de lo
bibliotecario, entonces necesariamente los presupuestos científicos y teóricos
deberán tomarse prestadas de alguna otra ciencia o de alguna filosofía, pero
¿no acaso con esto limitamos más el ámbito de lo bibliotecario? Y ¿qué queremos
hacer los bibliotecarios, limitarnos a la práctica y a la técnica o ampliarnos
a la reflexión científica y filosófica? De lo planteado en este trabajo puede
resultar claro que una filosofía de lo bibliotecario es posible y que la
ciencia de lo bibliotecario también debe ser posible como una reflexión teórica
sobre la técnica y la práctica.
3. POSIBILIDADES PARA EL
DESARROLLO DE UNA CIENCIA BIBLIOTECARIA
Debemos preguntar ahora algo vital: ¿cómo es posible una
ciencia bibliotecaria? Para contestar esta pregunta parece que requerimos antes
indagar cómo se realiza el proceso de constitución de una ciencia. A
estas alturas también se puede intentar responder a la pregunta de qué es el
bibliotecario: el bibliotecario es un profesionista cuyo ámbito de acción se
refiere a aquella parte del universo de la documentación que se constituye en
un sistema ordenado de documentos, puesto a disposición de un usuario
determinado en un sistema de gestión documental. Sin embargo, se puede plantear
un nuevo problema: ¿qué tipo de profesionista es el bibliotecario? Para
proponer una respuesta reformularemos la pregunta como un cuestionamiento
hipotético: ¿es el bibliotecario un científico de la información documental?
Esta hipótesis puede leerse entre líneas para hacerla más accesible a nosotros,
en los siguientes términos: ¿Es posible el desarrollo de una ciencia
bibliotecaria?
La pregunta ¿existe la ciencia
bibliotecaria? podría ser contestada con un recurso a un sí o un no, en lugar
de esto, prefiero partir de las siguientes hipótesis derivadas del enunciado
problemático que motiva estas reflexiones: 1. Existe, de facto, un discurso
(lógos) acerca de diversos aspectos vinculados con el actuar bibliotecario (el
libro y sus partes, los sistemas de clasificación, las reglas de representación,
los usuarios, los edificios de las bibliotecas, las colecciones, la
administración de sistemas de gestión documental, etc.). 2. Este discurso se
encuentra en un nivel de sistematicidad, formalización y rigor metodológicos
que es necesario identificar. Para identificar con claridad los niveles en que
se puede dar el discurso bibliotecario, recurriré a la teoría de los umbrales
discursivos de Michel Foucault. En La arqueología del saber, Foucault
identifica cuatro umbrales: umbral de positividad, umbral de epistemologización,
umbral de cientificidad y umbral de la formalización.
|

|

|

|
Es fundamental considerar que Foucault no plantea que
estos umbrales constituyan una línea evolutiva que deban recorrer todas las
formaciones discursivas: “Su cronología... no es ni regular ni homogénea. No
todas las formaciones discursivas los franquean con un mismo andar y a la vez,
escandiendo así la historia de los conocimientos humanos en distintas épocas:
por el tiempo en que bastantes positividades franquearon el umbral de la
formalización, muchas otras no habían alcanzado aún el de la cientificidad o,
ni siquiera, el de la epistemologización. Más aún: cada formación discursiva no
pasa sucesivamente por esos umbrales como por los estadios naturales de una
maduración biológica en la que la única variable sería el tiempo de latencia o
la duración de los intervalos”[49].
A pesar de ello, creemos que existen interrogantes urgentes que deben
plantearse en los dos primeros umbrales; estas interrogantes han sido en buena
medida motivadas no sólo por el cambio tecnológico acelerado, sino también por
las transformaciones que se están dando en el mundo en términos de
globalización, cambio en la cultura laboral y en los sistemas políticos y
educativos, etc
Umbral de positividad. En
investigaciones recientes hemos partido de la hipótesis de que el primer
momento para el establecimiento de un dominio discursivo autónomo, es la
identificación del objeto de estudio propio de la disciplina. El problema que
aquí se puede identificar es la falta de consenso respecto a cuál sea el objeto
propio y adecuado de la ciencia bibliotecaria. Entre la variedad de objetos
propuestos se pueden identificar: el usuario, las bibliotecas, el libro, la
información, los servicios de información, entre otros. Existe además un uso de
conceptos no regulados por criterios que permitan un acuerdo racionalmente
motivado; conceptos como usuarios de la información, información, profesionales
de la información, libro, documento, biblioteca y otros, se utilizan con
sentidos diferentes en contextos diferentes.
Umbral de epistemologización. Para
llegar a este nivel, el uso regulado de conceptos fundamentales es de primera
importancia. Estos conceptos permiten la construcción de diversos tipos de
formaciones enunciativas. En este nivel, la formación de enunciados se
encuentra referida a: modelos comprehensivos explicativos, reglas metodológicas,
principios formales, protocolos de observación.
Es el momento pertinente para
preguntar aquí si es posible que la disciplina bibliotecaria pueda traspasar el
umbral de la cientificidad, lo que lleva directamente a la segunda interrogante
que planteo en este apartado.
4. CONSIDERACIONES SOBRE EL DESARROLLO DE UNA CIENCIA BIBLIOTECARIA
Muchos científicos y filósofos de la
ciencia todavía defienden la tesis de que existe un solo método válido para
todas las ciencias, y así, niegan valor científico a una disciplina si se
demuestra que: 1º. Carece de formalización matemática. 2º. No enuncia leyes
predictivas o explicativas que puedan aplicarse de manera universal y necesaria
a objetos de la experiencia. Estos presupuestos, que son ya insostenibles en la
epistemología contemporánea, han sido tomados acríticamente del positivismo y
pretenden imponerse a todas las ciencias como una especie de dictadura
formalista y legaliforme.
Por otro lado, es posible deslindar
con toda claridad entre aspectos teóricos y aspectos prácticos de la actividad
bibliotecaria. La práctica tiene por lo general, una fundamentación teórica que
es necesario explicitar con claridad. En esta labor, es importante que se dé
una observación bajo principios y criterios metodológicos sobre el dominio
discursivo de lo bibliotecario. Con el fin de aclarar las diferencias entre
aspectos prácticos y aspectos teóricos de la actividad bibliotecaria proponemos
el siguiente cuadro, en el que se puede encontrar una referencia circular de la
teoría a la práctica y de la práctica a la teoría.
FUNCIÓN
|
ÁMBITO
PRÁCTICO
|
PERSPECTIVAS
TEÓRICAS
|
Integración
|
Selección
Adquisición
|
Teoría del valor y de la
valoración documental
Teoría económica del documento
|
Representación
|
Catalogación
Clasificación
Procesamiento
Ordenación de catálogos
|
Teoría de los lenguajes de
representación
Teoría del análisis documental
Teoría del control documental
Normalización
|
Disposición
|
Préstamo
Consulta e información
Reprografía
|
Teoría de las comunidades de
usuarios
Teoría de necesidades y
expectativas de información
Teoría de las relaciones humanas
|
Gestión
|
Toma de decisiones
Observación y descripción
Conservación y restauración
|
Teoría general de la
administración
|
Muchos de los problemas relacionados
con la cientificidad de la actividad bibliotecaria tienen en su base una
especie de olvido o de negación de lo que se comprende en el cuadro bajo el
rubro de perspectivas teóricas: se piensa que la actividad bibliotecaria se
reduce sólo a la práctica. La posición de todos aquellos que niegan que exista
una reflexión teórica acerca del ámbito bibliotecario no debe ignorarse: no se
basa en supuestos ingenuos sino en planteamientos filosóficos que en ocasiones
no se explicitan debidamente. En primer lugar, se descarta de antemano que la
práctica obedezca a estructuras lógicas que funcionan como presupuestos de la
misma y que pueden explicitarse; bajo esta idea se encuentran presupuestos
positivistas que permean la filosofía actual: “... se impone en la filosofía la
tendencia, de sesgo positivista, a diferenciar las cuestiones teóricas y las
cuestiones prácticas de acuerdo con su forma lógica, pero ello con el fin de
excluir de los discursos las cuestiones prácticas: ahora no se las considera
veritativas”[50]. Al contrario, parto de
la tesis de que es posible formular un discurso teórico en torno a la práctica
bibliotecaria.
El supuesto fundamental que subyace
a la idea de que la actividad bibliotecaria se reduce a la práctica es la
filosofía del pragmatismo, bajo la cual, el código orientador de la ciencia que
se conforma por la dupla verdadero/no verdadero se mantiene con firmeza, pero
equiparando lo verdadero con lo que produce resultados concretos bajo
parámetros que permiten evaluar el éxito, la eficiencia o la utilidad. El enfoque
pragmático de la biblioteconomía no es en sí mismo erróneo o potencialmente
distorsionador, salvo cuando se considera que el ámbito de lo bibliotecario se
reduce sólo a la práctica, a lo inmediato y al éxito o la utilidad.
El planteamiento de reflexiones
teóricas no tiene como objeto echar por tierra los supuestos pragmáticos de la
actividad bibliotecaria, sino más bien buscar descripciones, interpretaciones y
regularidades que permitan identificar en función de qué factores puede darse
el éxito en la práctica. Reflexión teórica y actividad práctica son ámbitos
complementarios que no se oponen entre sí. El problema que se puede identificar
en este nivel se refiere a cómo es posible la construcción de una teoría
bibliotecaria comprensiva y explicativa.
Con el objeto de identificar el
desarrollo teórico del discurso bibliotecario proponemos tres niveles
progresivos de teorización a los que denominaremos, respectivamente,
teorización autológica, teorización heterológica inmediata y teorización
heterológica mediata. Cada uno de estos niveles debe explicarse con cierto
detalle, aquí sólo presentaré algunas ideas preliminares.
A. Nivel de teorización autológica.
En este nivel se da una reflexión teórica sobre la actividad bibliotecaria bajo
supuestos y principios que plantean un mayor nivel de abstracción. Es
fundamental considerar que a este nivel, se da una observación y descripción de
lo bibliotecario desde lo bibliotecario. El término autológico designa a un
discurso circular, o sea, que se refiere a sí mismo: la teoría bibliotecaria
remite a la práctica bibliotecaria y la práctica bibliotecaria remite a la
teoría bibliotecaria. El cuadro anterior ilustra la forma como este nivel se
articula. El problema de construcción que se da aquí se pone en evidencia
cuando la reflexión teórica llega a paradojas cuya solución no puede darse
desde el ámbito bibliotecario, por ello, el discurso circular debe salir de sí
mismo y abrirse a otros enfoques teóricos que permitan superar las paradojas.
B. Nivel de teorización heterológica
mediata. En este nivel teórico la reflexión bibliotecaria sale de sí misma para
abrirse a ámbitos del saber humano inmediatamente accesibles y relevantes para
el discurso bibliotecario. Gracias a esta “salida“, se puede lograr una mayor precisión
conceptual y una identificación clara del dominio epistemológico propio de la
ciencia bibliotecaria y del tipo de objetos o regiones que este dominio
comprende. ¿Cómo se pueden identificar ahora estos saberes relevantes e
inmediatamente accesibles a la comprensión desde la ciencia bibliotecaria? En
lugar de responder dogmáticamente, prefiero plantear la respuesta como
hipótesis: las ciencias inmediatamente accesibles (por la similitud de sus
objetos de estudio) y relevantes (por sus reflexiones teóricas) para la
biblioteconomía son: la documentología, las ciencias de la comunicación y la
informática.
De esta hipótesis se pueden deducir
algunos enunciados, que aquí plantearé como preguntas:
a. ¿Es la ciencia bibliotecaria un
saber que se subordina a la documentología, a las ciencias de la comunicación o
a la informática?
b. ¿Es la ciencia bibliotecaria un
saber independiente a las ciencias mencionadas?
La subordinación de la ciencia
bibliotecaria a otra ciencia implica que se trata tan sólo de una rama o saber
especializado cuyos supuestos teóricos fundamentales son aportados por la
ciencia supraordinada. Consideraré los posibles casos por separado.
Si la biblioteconomía se subordina a
la documentología, esto significa que el documento es el objeto de estudio de
la biblioteconomía. Pero nuestro argumento es precisamente que el documento es
el objeto material de estudio de la ciencia bibliotecaria y de la
documentología; por ello, la diferencia entre ambas se da cuando se considera
el punto de vista (objeto formal) a partir del cual ambas estudian al
documento: la documentología estudia al documento en sí mismo, a partir de
criterios analíticos, mientras que la ciencia bibliotecaria estudia al
documento en la forma como es administrado en SGD y puesto a disposición de un
usuario. Debido a la diferencia que se da en los objetos formales de ambas es
imposible hablar de relaciones de subordinación (el mismo caso se plantea en
las relaciones que se dan entre psicología y antropología, ya que ambas estudian
al ser humano, pero la distinción se aclara cuando se precisa que la psicología
estudia la conducta y la antropología al género humano en sí mismo).
Si la biblioteconomía se subordina a
las ciencias de la comunicación, esto significa que medios de difusión como la
radio y la televisión también son objeto de estudio de la ciencia
bibliotecaria. Al utilizar la denominación de científicos de la información
algunos bibliotecarios obvian que esta profesión ya ha sido colonizada por
periodistas y reporteros. Además, el documento es un dominio epistemológico que
con toda justicia pueden reclamar como su ámbito teórico propio la
documentología, la archivonomía y la ciencia bibliotecaria (aunque partiendo de
criterios formales distintos). Ciertamente podría pensarse que como el
documento es un tipo de medio de difusión, entonces la documentología, la
archivonomía y la ciencia bibliotecaria son ramas de las ciencias de la
comunicación; pero esto puede refutarse mediante una consideración elemental:
así como el documento es anterior en el tiempo a medios como la televisión y la
radio, también las reflexiones teóricas sobre el documento anteceden a las que
se refieren a los medios desarrollados con posterioridad. Además, las ciencias
de la comunicación no estudian todos los medios de difusión posibles, sino de
manera preponderante medios como la prensa, la radio y la televisión, haciendo
uso principal del documento con fines didácticos y no tanto como objeto de
reflexiones teóricas.
Resta la informática. Puede demostrarse,
convincentemente, que la informática da preponderancia al documento electrónico
y a las tecnologías de la información; mientras que la ciencia bibliotecaria
considera también otro tipo de documentos no-electrónicos, como libros o
revistas. Nuevamente no existe subordinación de la ciencia bibliotecaria a la
informática (lo contrario podría ser más apegado a la realidad: los SGD hacen
uso de la informática).
La hipótesis de la subordinación de
unas ciencias a otras (tanto de las ciencias sociales a las naturales, como de
la psicología a la sociología, por poner sólo un ejemplo) es en la actualidad
difícilmente defendible: “... una vez abandonadas las pretensiones
fundamentalistas, tampoco podemos contar ya con una jerarquía de las ciencias:
las teorías, sean de procedencia sociológica o filosófica, tienen que encajar
las unas con las otras; pues si eso no sucede, las unas ponen a las otras en
una situación problemática y habrá que examinar en cada caso si es bastante con
revisar las de una sola categoría”[51].
Este replanteamiento del sistema de la ciencia permite una apertura de
fronteras (la cual es claro, no puede ser indiscriminada) y el establecimiento
de relaciones interdisciplinarias y transdisciplinarias. Para el caso de la
ciencia bibliotecaria la situación problemática a la que se llega mediante la
autorreferencia pura, conduce a paradojas que parecen irresolubles y que de
hecho se dan a nivel autológico.
Habiendo descartado la relación de
subordinación, se puede plantear la relación de la ciencia bibliotecaria con la
documentología, las ciencias de la comunicación y la informática como saberes
que a pesar de ser autónomos en sus dominios respectivos pueden referirse entre
ellos debido a similitudes entre sus objetos de estudio, a intereses teóricos
particulares, a problemas macro, etc. Se puede proponer aquí como ejemplo de
esta forma de vinculación, la de la psicología, en sus relaciones con la
sociología, la economía y la ciencia jurídica. La psicología y la sociología
han encontrado un importante punto de contacto en la psicología social; los
procesos penales son un ejemplo de aplicación práctica de la psicología al
ámbito del derecho (por ejemplo cuando se presume demencia o locura temporal
recurriéndose al juicio de expertos en el comportamiento patológico); la
economía encuentra un interés particular en la forma como se comporta el
consumidor individual (la variación en sus preferencias o patrones de consumo,
por ejemplo).
C. Nivel de teorización heterológica
mediata
La documentología, las ciencias de
la comunicación y la informática son ciencias inmediatamente accesibles y
relevantes que tienen fuertes puntos de contacto con la ciencia bibliotecaria.
Para concluir este apartado identificaremos algunos saberes que tienen
intereses o puntos de contacto mediatos con la ciencia bibliotecaria. Es
fundamental considerar que conceptos como comunidades de usuarios (derivado de
la sociología) y valor (derivado de la economía) son aportaciones conceptuales
que otras ciencias han realizado al ámbito bibliotecario, permitiendo nuevos
desarrollos. En este momento del progreso científico, es difícil conservar la
actitud dogmática de que las ciencias son saberes cerrados y mutuamente
excluyentes.
Bosquejar con todo detalle el
posible ámbito de vinculaciones de la ciencia bibliotecaria con otras ciencias
sociales requiere de una profundización en diversos dominios epistemológicos.
Preferimos asumir una postura más humilde, proponiendo en este último cuadro,
algunas ciencias que pueden realizar significativas aportaciones temáticas al
ámbito bibliotecario.
CIENCIA
|
TEMA
|
APORTACIÓN
|
Derecho
|
Organización estatal
|
Teoría de la organización del
poder público
Teoría de las corporaciones
estatales
|
|
Garantías constitucionales
|
Derecho a la libre expresión de las
ideas
Libertad de imprenta
Derechos de autor
Derecho de asociación
|
|
Derecho civil
|
Teoría de los contratos
Teoría de las asociaciones civiles
|
|
Derecho mercantil y fiscal
|
Teoría de las transacciones
comerciales
Régimen fiscal vigente
|
Economía
|
Mercancía
|
Teoría del valor del documento
|
|
Mercados
|
Funcionamiento del documento en el
mecanismo de mercado
Oferta y demanda
Competencia perfecta e imperfecta
Teoría del valor agregado
|
|
Macroeconomía
|
Políticas públicas: fiscal,
monetaria y crediticia, comercial interna y externa
|
Sociología
|
Interacción social
|
Teoría de los grupos sociales
Teoría de la acción social
|
|
Integración social
|
Teoría de sistemas sociales
Teoría de la diferenciación
sistémica de la sociedad
|
|
Poder
|
Vinculación entre poder, saber y
verdad
|
Psicología
|
Motivación
|
Teoría de las necesidades y
expectativas de información
|
|
Cognición
|
Teoría del desarrollo y la
evolución cognoscitivos
|
|
Relaciones humanas
|
Teoría del conflicto
|
Pedagogía
|
Didáctica
|
Formación de usuarios y
bibliotecarios
|
Lingüística
|
Lenguajes
|
Teoría de los lenguajes de
representación documental
|
|
Pragmática
|
Estudio del uso de reglas y normas
|
|
Diacronía y sincronía
|
Estudio de relaciones de sucesión
y simultaneidad en los lenguajes de representación documental
|
|
Semántica
|
Teoría de las categorías de
representación documental
|
|
Sintáctica
|
Teoría de las reglas de
representación documental
|
Historia
|
Documentos
|
Historia de la evolución
documental
Leyes de la sustitución de
soportes
|
|
Formas de organización documental
|
Evolución de las formas de
organización documental
Leyes de la organización
documental
|
Sin embargo, estos planteamientos no
responden a la pregunta de cómo es posible el desarrollo de una ciencia
bibliotecaria. Bajo la perspectiva del pensamiento complejo, el recurso a
saberes inmediata o mediatamente relevantes, deja abierta preguntas acerca de
cuestiones procedimentales: ¿cómo se debe dar el proceso de desarrollo de la
ciencia bibliotecaria? La respuesta que propondremos no pretende establecer un
conjunto de escenarios de ámbitos de desarrollo, sino la base procedimental
formal para lograr un acuerdo intersubjetivo entre una comunidad que tenga como
fin la discusión de teorías y su contrastación crítica.
5. LA COMUNIDAD CIENTÍFICA BIBLIOTECARIA
La comunidad científica, se constituye qua
comunidad, gracias a la comunicación (es una comunidad de comunicación): de
nuevas teorías, de pruebas empíricas, de métodos de investigación, etc. El
desarrollo de la ciencia bibliotecaria se da en el medio de la comunicación.
Pero esto no explica el tipo de comunicación que deba darse para el desarrollo
de una ciencia. Por ello, recurriré a ideas de Luhmann y de Habermas para
aclarar el tema de la comunicación científica (y el de la comunidad científica
vinculada por la comunicación).
La comunicación científica se
orienta por el código verdadero/no verdadero. El problema que desata esta
pregunta es qué debe entenderse por verdad. Aquí aplicaré algunas ideas de la Teoría
de la acción comunicativa de Habermas para desontologizar y desmitificar a
la verdad (la verdad no es un lugar al que se llega ni la culminación de la
sabiduría humana): “La idea de verdad sólo puede desarrollarse por referencia
al desempeño discursivo de pretensiones de validez”[52].
El discurso y más precisamente aún la acción comunicativa[53],
es el lugar donde se da propiamente la verdad. De esta forma, la teoría de la
verdad se puede plantear como una teoría consensual; para el caso de la verdad,
el consenso se da si los sujetos hablantes (los científicos) “prestan
reconocimiento a la verdad del enunciado hecho con el acto de habla (o de las
presuposiciones de existencia del contenido proporcional al que el acto de
habla hace mención)”[54].
Esto responde a la pregunta de cómo (desde el punto de vista procedimental) se
puede construir una ciencia bibliotecaria: mediante un entendimiento o consenso
común fundamentado en pretensiones de validez que pueden ser objeto de crítica
y que se sometan a la aceptación/rechazo de la comunidad y a la validación
práctica.
La forma como una teoría puede
afianzarse no solamente se da cuando se logra un acuerdo intersubjetivo
respecto a su valor explicativo, sino cuando es contrastada empíricamente con
los hechos y demuestra en la práctica su valor. Bajo criterios utilitaristas,
las teorías deberían demostrarse exitosas tanto en su capacidad explicativa
como en sus aplicaciones prácticas. El hecho de aceptar una doble forma de
contrastación de teorías, con los hechos y con la crítica, obliga a plantear
una visión de la ciencia desmitologizada, considerándola como una construcción
intersubjetiva mediada por el discurso. No obstante, al abrirse a la crítica la
comunidad debe recurrir a mecanismos que permitan recuperar el consenso
racionalmente motivado que se pierde cuando se tematizan (cuestionan) discursivamente
determinadas pretensiones de validez.
Jürgen Habermas señala tres
pretensiones de validez que pueden motivar un consenso de fondo basado en el
entendimiento común: verdad, rectitud de las normas y veracidad. La verdad se
refiere a aspectos que se pueden constatar en el mundo objetivo, la rectitud de
las normas al mundo social y la veracidad en función de la autopresentación del
mundo subjetivo del individuo; a su vez, la base para que se dé la acción
comunicativa es la inteligibilidad de
las emisiones. De esta forma, el consenso puede verse perturbado en cuatro
sentidos: “Cuando la inteligibilidad de una emisión o manifestación se torna
problemática, hacemos preguntas del tipo: ¿qué quieres decir con eso? ¿Cómo he
de entender eso? ¿Qué significa eso? Las respuestas a tales preguntas las
llamamos interpretaciones. Cuando se torna problemática la verdad del contenido
proposicional de una emisión, hacemos preguntas del tipo: ¿son las cosas como
dices? ¿Por qué es eso así no de otra
manera? A estas preguntas replicamos con afirmaciones y explicaciones. Cuando
se torna problemática la rectitud de la norma que subyace al acto de habla,
hacemos preguntas del tipo: ¿por qué has hecho eso? ¿Por qué te has comportado
así? ¿Te es lícito hacer eso? ¿No te deberías comportar de otra manera? A estas
preguntas respondemos con justificaciones. Cuando, finalmente, en un contexto
de interacción ponemos en duda la veracidad del prójimo hacemos preguntas del
tipo: ¿me estará engañando? ¿No se estará engañando a sí mismo? Pero estas
preguntas no las dirigimos a la persona de la que hemos dejado de fiarnos, sino
a un tercero”[55].
Se pueden aclarar ya algunos
componentes fundamentales de un conjunto de prácticas discursivas sobre lo
bibliotecario que pretendan constituirse en ciencia:
A. Los conceptos y proposiciones
fundamentales utilizados deben ser puestos en común y utilizados bajo criterios
normativos regidos por el ideal de definiciones unívocas. La inteligibilidad
del discurso bibliotecario no se da sólo cuando se pretende haber comprendido
lo que se dice, sino cuando los conceptos, proposiciones y explicaciones son
suficientemente claros, generando así significados comunes que pueden ponerse
como base de un entendimiento racionalmente motivado.
B. El potencial explicativo y la
capacidad de las teorías deben no sólo poder ser objeto de crítica, sino
también de contrastación con los hechos. Dicho de forma problemática: ¿lo que
se afirma con la teoría se da en la realidad de la forma como lo afirma la
teoría o existe acaso una mejor explicación?
C. El uso científico del discurso no
sólo se sujeta a reglas que norman el uso de conceptos y que aclaran el sentido
de las proposiciones, sino a un acuerdo entre la comunidad científica acerca de
las formas y procedimientos que pueden realizarse, ya sea para incorporar
nuevas teorías o para transformar las existentes. El acuerdo científico puede
llegar a paradojas si no se asume una estructura de la comunidad científica
heterárquica y no jerárquicamente (esto es: no por estatus y roles vinculados a
dicho estatus, sino por funciones).
D. La crítica de la veracidad de los diferentes actores muchas veces es
motivada por una pérdida generalizada de credibilidad la cual puede deberse,
por ejemplo, al desprestigio profesional. Los criterios normativos que tienden
a mantener el prestigio al interior de una comunidad científica y que funcionan
a su vez como mecanismos de control y como valores vinculantes se contienen,
entre otros, en los diferentes códigos de ética profesionales.
[1] En griego episthmh significaba:
“inteligencia; conocimiento, noción; saber; ciencia; destreza, pericia. En la alegoría de la línea dividida en
segmentos, que se encuentra al final del sexto libro de la República, Platón
distingue entre opinión (doxa) para referirse al conocimiento de lo
contingente (los objetos del mundo y las imágenes) y episthmh (ciencia), para referirse al conocimiento
de lo necesario (las ideas y los números). Cf. Platón. La República.
p. 550-551. (609d-511e). En la Ética
a Nicómaco, Aristóteles afirma “que los medios, con cuyo auxilio alcanza el
alma la verdad, ya afirme, ya niegue, son cinco: el arte [técnica], la ciencia,
la prudencia, la sabiduría o la inteligencia y la intuición. Dejemos aparte la
conjetura y la opinión que pueden inducirnos a error”. VI, 2.
[2] Cuando se hace esta distinción
entre astronomía y astrología se recurre al término lógos en su sentido de
fábula o dicho común y al de nómos como ley, orden o norma.
[3] Hay que advertir que para Bataille
(quien realiza una soprendente inversión de principios), la economía no se
define por la escasez, sino por la abundancia. Cf. La parte maldita.
[4] La idea de que el sentido de las
palabras se determina por su uso al interior de diferentes juegos de lenguaje
fue expresada por Wittgenstein: “One cannot guess how a word functions. One must look at its
use and learn from that”. Philosophical
investigations. 340.
[5] Esta expresión puede traducirse en
términos proposicionales como: existe una ciencia de lo bibliotecario, la cual
es problemática. El método para analizar proposiciones fue propuesto por George
Edward Moore, padre de la filosofía analítica; el método consiste en estudiar a
la proposición como “síntesis de conceptos” (en este caso la ciencia y lo
bibliotecario) dirigiéndose “al objeto o idea representado en las palabras”,
para descubrir la naturaleza del objeto o idea. Principia Ethica. Citado
en Teófilo Urdánoz. Historia de la filosofía. VII. p. 91.
[6] Esta es la segunda regla del método de
Descartes: “... dividir cada una de las dificultades que examinare, en cuantas
partes fuere posible y en cuantas requiriese su mejor solución”. Discurso
del método. p. 40.
[7] La idea de región la retomo en el
sentido que le da Husserl en sus Ideas: “Toda objetividad empírica concreta se
subordina con su esencia material a un género material sumo, a una “región” de
objetos empíricos”. Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía
fenomenológica. 9. Los conceptos de región y dominio (véase nota siguiente)
se relacionan estrechamente: la región se constituye por un conjunto de
objetos, el dominio epistemológico es el conjunto de prácticas discursivas que
se refieren a esta región.
[8] La noción de dominio epistemológico la
utilizo en el sentido que le da Foucault, como un conjunto de prácticas
discursivas que se articulan y desarrollan en torno a determinados objetos. Cf.
sobre todo La arqueología del saber: “Un saber es aquello de lo que se
puede hablar en una práctica discursiva que así se encuentra especificada: el
dominio constituido por los diferentes objetos que adquirirán o no un estatuto
científico...” p. 306. Es importante adelantar que en esta obra suponemos que
se puede constituir un saber configurador de una Ciencia Bibliotecaria.
[9] La construcción lógica del mundo.
p. 8.
[10] En este sentido “El historicismo
destacó la peculiaridad de la cultura como un ámbito objetual constituido
mediante nexos de sentido, que ciertamente obedece a una legalidad de tipo
estructural, pero no a una legalidad nomológica ni mucho menos a la legalidad
que el evolucionismo naturalista suponía”. Jürgen Habermas. Teoría de la
acción comunicativa. v. 1. p. 210.
[11] “La convención tiene gradaciones, puede
ser más o menos fuerte, más o menos unánime, más o menos constrictiva.
“Es casi absoluta en un código de
señales camineras, en la notación química o algebráica, etc.” Pierre Guiraud. La
semiología. p. 35.
[12] Más bien, los enunciados del sistema
son deducidos a partir de ellos. Un ejemplo clásico en el plano del saber
humano es la Ethica, ordine geometrico demostrata, de Baruch de Spinoza,
en la cual, a partir de definiciones y axiomas, se deducen proposiciones. El ordine
geometrico implica también la aclaración de las proposiciones mediante
escolios y el recurso a demostraciones y corolarios, como enunciados deducidos.
[13] Cf. I. M.
Bochenski. Los métodos
actuales del pensamiento. p. 143 ss.
[14] Cf. Idem.
[15] Jürgen Habermas. ”Teoría analítica de
la ciencia y dialéctica”. En La Lógica de las ciencias sociales. p.
25-26. En su análisis de las ideas de Condorcet, Habermas realiza dos críticas
fundamentales a los presupuestos en los que se basa la “concepción lineal del
progreso en el progreso científico representado por la moderna ciencia de la
naturaleza. Presupone: a) que la historia de la Física y la historia de las
ciencias orientadas conforme al modelo de la Física pueden reconstruirse como
una línea evolutiva continua. Por el contrario, la teoría postempirista de la
ciencia insiste hoy en que la formación de la teoría depende de paradigmas...
Pero más arriesgado b) es el segundo presupuesto: el de que todos los problemas
a que hasta ahora habían dado respuesta las doctrinas religiosas o filosóficas,
o bien pueden ser convertidos en problemas elaborables científicamente y, en
este sentido resolverse racionalmente, o pueden ser puestos en evidencia en su
calidad de pseudoproblemas y hacérselos desaparecer objetivamente. La esperanza
de Condorcet de que la muerte pudiera quedar abolida no es sólo una curiosidad.
Tras ella se oculta la idea de que las experiencias relacionadas con la
contingencia humana y los problemas de sentido que hasta ahora habían sido
interpretados por la religión y solventados culturalmente pueden quedar
radicalmente neutralizados”. Teoría de la Acción comunicativa. V. 1. p. 204.
[16] Cf. I. M.
Bochenski. Op. cit. p. 191 ss.
[17] La sociedad diferenciada por funciones
es el primer ejemplo de sociedad con carácter mundial: incluye todas las
comunicaciones producidas en el mundo, sin límites ligados a discontinuidades
territoriales: “La sociedad es una sociedad mundial; es el resultado de que el
mundo esté atravesado por la comunicación y que se deba reconstruir a través de
las diferencias... Las sociedades territoriales necesitan nombres, de otro modo
no se pueden localizar, ni en el espacio ni en el tiempo. El sistema de la
sociedad mundial, en cambio, no tiene, ni requiere de un nombre propio, sólo se
puede describir teóricamente”. Niklas Luhmann. La ciencia de la sociedad.
p. 437. Enrique Dussel, en su Ética de la liberación, define a esta
sociedad mundial como “sistema-mundo”, el cual es el “sistema interregional...
en su fase actual, mundial o planetaria...”. Cf. Tesis 1, p. 617.
[18] Ibid. p. 263-264.
[19] La expresión de esta idea puede
encontrarse en Los orígenes del totalitarismo de Hannah Arendt. v. 2, p.
431: “El cientificismo de la propaganda de masas ha sido tan universalmente
empleado en la política moderna que ha llegado a ser interpretado como un signo
más general de la obsesión por la ciencia que caracterizó al mundo occidental
desde el desarrollo de las Matemáticas y de la Física en el siglo XVI; de esta
forma, el totalitarismo parece ser exclusivamente la última fase de un proceso
durante el cual la ciencia se ha convertido en un ídolo que curará mágicamente
todos los males de la existencia y que transformará la naturaleza del hombre”.
[20] Paul Feyerabend. La ciencia en una
sociedad libre. p. 101-102.
[21] En la interpretación heideggeriana de
la Crítica de la razón pura de Kant, “El origen fundamental de la
fundamentación de la metafísica es la razón pura humana, y en el centro de la
problemática de la fundamentación está, como lo más esencial, precisamente el
carácter humano de la razón, es decir, su carácter finito”. Martin Heidegger. Kant
y el problema de la metafísica. 4
[22] Para Luhmann, por ejemplo, la ciencia
es un sistema funcionalmente diferenciado cuyas comunicaciones se orientan
todas al código verdadero/no verdadero.
[23] Esta búsqueda podía encontrar
presupuestos en la posición de Popper respecto a la objetividad científica:
“... yo mantengo que las teorías científicas no son nunca enteramente justificables
o verificables, pero que son, no obstante, contrastables. Diré, por tanto, que
la objetividad de los enunciados científicos descansa en el hecho de que pueden
contrastarse intersubjetivamente”. La lógica de la investigación científica.
p. 43. La posición de Adam Shaff al respecto es muy clara: “El objeto del
conocimiento es infinito, tanto si se trata del objeto considerado como la
totalidad de la realidad o del objeto captado como un fragmento cualquiera o un
aspecto de lo real. En efecto, tanto la realidad en su totalidad como cada uno
de sus fragmentos son infinitos en la medida en que es infinita la cantidad de
sus correlaciones y de sus mutaciones en el tiempo. El conocimiento de un
objeto infinito debe ser, por tanto, también infinito; debe constituir un
proceso infinito: el proceso de acumulación de las verdades parciales”. Historia
y verdad. p. 113.
[24] Lo que implica una importante
recodificación: “Si se trata.. de analizar el poder no a partir de la libertad,
de las estrategias y de la gubernamentalidad, sino a partir de la institución
política, no se puede considerar al sujeto más que como... un sujeto dotado de
derechos o carente de ellos y que, a través de la institución de la sociedad
política, ha recibido o perdido los derechos... Por el contrario, la noción de
gubernamentalidad permite... poner de relieve la libertad del sujeto y la
relación con los otros, es decir, aquello que constituye la materialidad misma
de la ética”. Michel Foucault. Hermenéutica del sujeto. p. 123-124.
[25] “Debemos darnos cuenta de que hay en
este mundo cosas más importantes que ganar una guerra, hacer que la ciencia
progrese o encontrar la verdad”. Paul Feyerabend. La ciencia en una sociedad
libre. p. 101.
[26] “Si el progreso es la meta, ¿para quién
estamos trabajando? ¿Quién es este Moloch que, cuando sus fieles se acercan, en
lugar de recompensarlos retrocede siempre?”. Isaiah Berlin. Pensadores
rusos. Citado en Javier Brown César. “Isaiah Berlin, Alexander Herzen y el
tema de la libertad”. p. 145
[27] Crisis que al darse primero en la
física forzó a replantear algunos presupuestos: “El descubrimiento del aspecto
dual de la materia y del papel fundamental de la probabilidad destruyó la idea
clásica del objeto sólido. A nivel subatómico, los objetos de materia sólida de
la física clásica se dispersan en formas ondulatorias de probabilidades. Es
más, estas ondas ni siquiera representan la probabilidad de una cosa, sino la
probabilidad de que varias cosas establezcan una relación recíproca. Analizando
detalladamente el proceso de observación de la física atómica se llega a la
conclusión de que las partículas subatómicas no tienen ningún significado como
entidades aisladas sino como correlaciones o conexiones entre varios procesos
de observación y medida”. Fritjof Capra. El punto crucial: ciencia, sociedad
y cultura naciente. p. 87.
[28] “... el progreso de nuestra
civilización ha sido en gran parte un mero desarrollo de lo racional e
intelectual y esta evolución unilateral ha llegado hoy a una etapa muy
alarmante, una situación tan paradójica que raya en la locura. Podemos
controlar el aterrizaje de una nave espacial en el planeta más distante pero
somos incapaces de controlar los gases contaminantes que emanan de nuestros
vehículos y de nuestras fábricas; proponemos la creación de comunidades
utópicas en gigantescas colonias espaciales pero no somos capaces de
administrar nuestras ciudades”. Ibid. p. 45.
[29] “La matemática y la física son los dos
conocimientos teóricos de la razón que deben determinar sus objetos a priori;
la primera con entera pureza, la segunda con pureza al menos parcial...”. Crítica
de la razón pura. Prólogo de la segunda edición, 1787.
[30] Isaiah Berlin. “Vico y su concepto del
conocimiento”. En Contra la corriente: ensayos sobre historia de las ideas.
p. 178.
[31] Ibid. p. 160.
[32] “... Nietzsche da un paso más y afirma
que, bajo el presupuesto de estimaciones trascendentales de valor, carece de
sentido hablar en absoluto de conocimiento posible, y por tanto de juicios que
puedan ser objetivamente verdaderos. Sólo podemos dar interpretaciones cuya
validez, referida a una perspectiva expresa en estimaciones de valor, es por
tanto, fundamentalmente relativa... La explicación misma es un síntoma de
determinados estados fisiológicos e igualmente de un determinado nivel espiritual
de juicios dominantes: ¿Quién explica? -–nuestros afectos. En lugar del
conocimiento de la naturaleza fenoménica se introduce, por tanto, la “ilusión
perspectivista”; y dado que las perspectivas, por su parte, se fundan en
nuestros afectos, en lugar de la teoría del conocimiento se introduce una
doctrina perspectivista de los afectos. Su principio supremo es que “toda fe”,
todo tener-por-verdadero es algo necesariamente falso, porque no hay un mundo
verdadero”. Jürgen Habermas. “La crítica nihilista del conocimiento en
Nietzsche”. En Sobre Nietzsche y otros ensayos. p. 53-54. “Una nueva
imagen del pensamiento significa en primer lugar: lo verdadero no es el
elemento del pensamiento. El elemento del pensamiento es el sentido y el valor.
Las categorías del pensamiento no son lo verdadero y lo falso, sino lo noble y
lo vil, lo alto y lo bajo, según la naturaleza de las fuerzas que se apoderan
del propio pensamiento”. Gilles Deleuze. Nietzsche y la filosofía. p.
147-148
[33] “Es vano intentar fundar el conocimiento,
bien sea en el Espíritu, bien sea en lo Real. El conocimiento no tiene
fundamento, en el sentido literal del término, pero tiene fuentes diversas y
nace de su confluencia, en el dinamismo recursivo de un bucle en el que emergen
conjuntamente sujeto y objeto: este mundo pone en comunicación espíritu y
mundo, inscritos el uno en el otro, en una coproducción dialógica de la que
participa cada uno de los términos y momentos del bucle”. El método. p.
228.
[34] “La contribución de Humberto R.
Maturana a las ciencias de la complejidad y a la comprensión de la experiencia
humana deriva de su explicación del observador a partir de lo que llama dominio
de ontologías constitutivas. Este dominio aparece con la respuesta de qué hacen
los humanos como observadores. En la visión de Maturana, el observador es
descrito como alguien que opera en el lenguaje como participante constitutivo
en todo lo que hace como ser humano.” Alfredo B. Ruiz. “Humberto Maturana y su
contribución a las ciencias de la complejidad”. En Metapolítica. op.
cit. p. 703-704.
[35] Niklas Luhmann. Sistemas sociales.
p. 48.
[36] Aristóteles escribió en una de sus
últimas cartas: “Cuanto más solitario y aislado estoy, tanto más he llegado a
amar los mitos”. Citado en Werner Jaeger. Aristóteles: bases para la
historia de su desarrollo intelectual. p. 368. Al respecto comenta Jaeger
“... aquella vida tan llena no quedaba agotada, como pudiera suponer una mirada
superficial, con todo su saber e investigar. Su “vida teorética” arraigaba en
una segunda vida, escondida y profundamente personal, de la que sacaba su
fuerza aquel ideal. El pintar a Aristóteles como no siendo más que un hombre de
ciencia es el reverso de la verdad”. Idem.
[37] “... fracasada la conquista del poder
por parte de la filosofía, Heidegger regresa a la filosofía solitaria que,
siguiendo el ejemplo de Hölderlin, quiere enfrentarse en combate singular al
“peligro de oscurecimiento del mundo” en la época presente”. Rudiger Safranski.
Martin Heidegger: un maestro de Alemania. p. 339.
[38] “El diálogo entre pensamiento y poesía
evoca la esencia del habla para que los mortales puedan aprender de nuevo a
habitar en el habla”. Martin Heidegger. “El habla en el poema: una dilucidación
de la poesía de Georg Trakl”. En De camino al habla. p. 36. Y en otro lugar:
“Buscamos precisamente lo esencial de la esencia que nos fuerza a decidir si en
lo venidero tomamos en serio la poesía y cómo; si junto obtenemos los supuestos
para mantenernos en el dominio de la poesía y cómo”. Martin Heidegger.
“Hölderlin y la esencia de la poesía”. En Arte y poesía. p. 127.
[39] En el tema del mito resultan
particularmente relevantes los recientes estudios de Roberto Calasso. Cf.
especialmente La ruina de Kasch. En particular: p. 120 ss. Y más
recientemente, Ka: “Knowledge is not an answer but a defiant question:
Ka? Who? Knowledge is the last ruse, wich allows us to escape being killed, to
obtain a -provisional- stay of execution.” [“El conocimiento no es una
respuesta, sino una pregunta desafiante: Ka? Quién? El conocimiento es el último
recurso, que nos permite escapar de la ejecución, obteniendo una postergación
temporal del acto ejecutorio”] p. 152.
[40] “El principio de la necesidad fatal por
el que perecen los héroes del mito, y que se desarrolla como lógica
consecuencia del veredicto oracular no domina sólo –purificado hasta la
coherencia de la lógica formal- en todo sistema racionalista de la filosofía
occidental, sino sobre la sucesión misma de los sistemas que comienza con la
jerarquía de los dioses y, en un permanente crepúsculo de los ídolos, exhala,
como contenido idéntico, la ira por la falta de honestidad. Así como los mitos
cumplen ya una obra iluminista, del mismo modo el iluminismo se hunde a cada
paso más profundamente en la mitología”. Max Horkheimer y Theodor W. Adorno. Dialéctica
del iluminismo. p. 25.
[41] “¿no acaso es posible que la ciencia,
tal como la conocemos hoy (la ciencia del racionalismo crítico que ha sido
liberada de todos los elementos inductivos), o una “búsqueda de la verdad” al
estilo de la filosofía tradicional cree, en realidad, un monstruo? ¿No es acaso
posible que cause daño al hombre, que haga de él un mecanismo miserable,
hostil, convencido de que es mejor que los otros, un mecanismo sin encanto y
sin humor? Yo sospecho que la respuesta a... estas preguntas debe ser
afirmativa y creo por ello que se necesita urgentemente una forma de la ciencia
que la haga más anarquista y más subjetiva (en el sentido de Kierkegaard)”.
Paul Feyerabend. Tratado contra el método. p. 98.
[42] Al menos esta es la función que tienen
las ideas trascendentales (Dios, la inmortalidad del alma y la existencia del
mundo) en Kant: “El uso hipotético de la razón que se funda sobre las ideas
admitidas como conceptos problemáticos no es propiamente hablando constitutivo,
es decir, no es de tal naturaleza que con todo rigor se pueda deducir la verdad
de la regla general tomada por hipótesis.
“¿Cómo saber, en efecto, todas las
consecuencias posibles que derivan del mismo principio probando su
universalidad? Este uso no es más que regulador, sirve de medida, en tanto que
es posible la unidad en los conocimientos particulares para aproximarse a la
regla de la universalidad”. Crítica de la razón pura. Dialéctica
trascendental. Apéndice: Del uso regulador de las ideas de la razón pura.
[43] Cf. Octavi
Fullat. Filosofías de la
educación. p. 17.
[44] Vale la pena aquí citar el párrafo
donde el Estagirita bosqueja el camino de la ciencia: “En los hombres la
experiencia (empeiría) proviene de la memoria. En efecto, muchos recuerdos de
una misma cosa constituyen una experiencia... Por la experiencia progresan la
ciencia y el arte en el hombre... la
ciencia comienza, cuando de un gran número de nociones suministradas por la
experiencia, se forma una sola concepción general que se aplica a todos los casos
semejantes”. Metafísica. I, 1.
[45] Es fundamental distinguir entre el
dominio del arte y el dominio de la teoría. Cuando se plantea que el
bibliotecario es principalmente un artista (en el sentido de creador de obras
de arte, y no en el de arreglar y disponer) cabe preguntar: si es así, entonces
¿cuál es la diferencia específica entre su actividad y la del pintor o la del
escultor? ¿Acaso un bibliotecario puede montar una exposición con su trabajo?
¿Acaso una tarjeta catalográfica en la que se siguen las reglas al pie de la
letra puede ser exhibida como una obra de arte? ¿Acaso los productos de la
actividad bibliotecaria pueden subastarse como objetos de arte? ¿Acaso el fin
del bibliotecario es producir lo bello? La diferencia entre arte y teoría es
fundamental aquí: “Las dos formas de conocimiento, a saber, la estética y la
intelectual o conceptual, son distintas... la forma estética es de hecho
independiente de la intelectual...” Benedeto Croce. Estética como ciencia de
la expresión y lingüística general. p. 67. “El conocimiento tiene dos
formas. Es, o conocimiento intuitivo o conocimiento lógico, conocimiento por la
fantasía o conocimiento por la inteligencia... Es, en síntesis, o productor de
imágenes, o productor de conceptos”. Ibid. p. 47. Por último: ¿es el catálogo
un conjunto de imágenes o una estructura conceptual? ¿Es la catalogación una
actividad donde se pueda dar rienda suelta a la fantasía o es una actividad
orientada por conceptos? Mi punto de vista es claro al respecto: arte y ciencia
son diferentes, como lo son también arte y técnica: el catálogo es un
instrumento producido para ser utilizado (como objeto útil y medio de acceso) y
no para ser contemplado (como una pintura o una escultura).
[46] Cf. Octavi
Fullat. op. cit. p. 19.
[47] Cf. Ibid. p. 20-21.
[48] El sentido original de la hermenéutica
era el de aquella “disciplina que se ocupa clásicamente del arte de comprender
textos”. Hans George Gadamer. Verdad y método.
v. 1. p. 217. En el contexto de esta obra asumimos la definición más amplia de
la comprensión hermenéutica como “parte de un acontecer de sentido en el que se
forma y concluye el sentido de todo enunciado, tanto del arte como de cualquier
otro género de tradición”. Idem .
[49] Michel Foucault. La arqueología del saber. p. 314-315.
[50] Jürgen Habermas. Problemas de
legitimación en el capitalismo tardío. p. 32.
[51] Jürgen Habermas. Teoría de la acción
comunicativa. Vol. 2, p. 567.
[52] Teoría de la acción comunicativa:
complementos y estudios previos. p. 120.
[53] “Para la acción comunicativa sólo
pueden considerarse... determinantes aquellos actos de habla a los que el
hablante vincula pretensiones de validez susceptibles de crítica”. Teoría de
la acción comunicativa. Vol. I. p. 391.
[54] Ibid. p. 122
[55] Jürgen Habermas.Teoría de la acción
comunicativa: complementos y estudios previos. p. 122.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario