A Jorge Luis Borges, el inefable
Un buen día, como todo diletante, fui
a buscar al sabio bibliotecario al que suelo frecuentar cuando estoy aburrido,
sólo para escuchar una más de sus muy disparatadas teorías, que en resumidas
cuentas, dice más o menos así:
"Todos los libros son la
creación de un único y supremo autor universal. Quienes creen que escriben lo
hacen movidos por un gran arquitecto que es quien en realidad dicta cada frase
de cada obra, cada línea de cada novela, cuento o narración; cada estrofa de
los diversos poemas que al final no son sino uno; los escritores son como
títeres en manos de un diestro titiritero que ha escrito y escribirá absolutamente
todo lo que existe en el planeta: desde libros sagrados como la Biblia, el Corán
o el Bhagavad Gita hasta obras consideradas por muchos como prohibidas, comos Los
120 días de Sodoma del Marqués de Sade, la Historia del ojo de Georges Bataille,
El Anticristo de Friedrich Nietzsche y los Trópicos de Henry Miller. Todos los
libros establecen la enunciación suprema de quien ha querido revelar facetas de
sí mismo a los seres humanos, y que tiene que hacerlo de acuerdo a la forma
como es cada quien, por eso no puede haber un solo libro universal que
congregue a toda la humanidad en torno a él; no es posible que exista un libro
sagrado, ni siquiera una gran novela que sea bien recibida por todos en todas
partes: el Quijote tuvo y tiene sus detractores, como también la Divina
comedia, Hamlet o Tartufo, por mencionar algunas de las más insignes obras, que
no pocos consideran como dignas de crédito y aceptación unánimes. Con los
libros pasa como con las religiones, la revelación no puede ser una sino que
tiene que ser múltiple, para adecuarse a las diversas culturas e inteligencias,
a las diferentes sensibilidades y animadversiones. Los seres humanos nunca
comprendieron la enseñanza detrás de Babel, que no es otra que la plasmación
metafórica de una de las pocas verdades que, junto con la muerte, deber ser unánimemente
aceptada: no hay una sola interpretación del sentido de la existencia humana
que sea válida para todos y en todo lugar. Las guerras interminables por
motivos ideológicos e incluso religiosos nacen de la incomprensión de esta
verdad fundamental y del intento por demás absurdo de tratar de imponer las
ideas de unos a otros por medios violentos. Si Babel no fue posible, menos lo es
y llegará a ser cualquier misión planetaria ideológica, destinada a imponer un
solo mito humano hegemónico; la diversidad humana nos hermana tanto como la
muerte".
Febrero 18 de 2017
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