miércoles, 22 de febrero de 2017

Cuento: El asesor

Por Javier Brown César


Señor presidente, Platón decía que el puesto del funcionario encargado de la educación es "con mucho el más importante de todos los cargos supremos del estado". Mi convicción es que la persona a la que Usted designe para tan digno cargo debe ser un gran conocedor de nuestra problemática educativa, una persona culta y letrada, que haya vivido la realidad de nuestros sistemas educativos, que como alumno y maestro haya padecido la miseria de nuestros establecimientos, que conozca las carencias profundas que aquejan a un modelo que basa su eficacia en la reproducción de conductas triviales, en la formación para el trabajo esclavo, en la repetición del modelo del trabajador servil que se forma desde la escuela y cuya vida se desenvolverá en la inflexible trama de instituciones que van de la guardería al asilo. No podemos seguir apostando a un esquema educativo en el que las personas tienen éxito precisamente a pesar de lo aprendido en la escuela, en el que se tiene que desaprender todo lo que se transmitió, porque en el fondo no es más que condicionamiento, prejuicios y vanas mitologías. Nuestras escuelas no deben seguir formando a personas condicionadas a repetir la historia de fracasos y decepciones que ha sido la de sus padres y la de nuestra muy maltrecha nación. Debemos transformar la realidad del sistema educativo: los maestros sólo le rinden cuentas a una burocracia aséptica, la burocracia llena formatos y formularios para justificar su existencia y a la cabeza del ministerio educativo tenemos hoy una persona que ayer era canciller, antier ministro de hacienda y tal vez mañana será ministro de salud. Así que, señor presidente, si Usted quiere que este país cambie, apueste por la transformación del sistema educativo, elija a alguien con experiencia, a una persona capaz y formada para hacer realidad el ideal platónico, porque bien o mal, y a pesar de que el filósofo ateniense fue vendido como esclavo, tenía razones que el corazón no es capaz de comprender.
 
El asesor calló. El presidente lo miró con detenimiento y se levantó de su silla, señalando al asesor para anunciar la gran decisión: ¡este pendejo está despedido!

 

Febrero 22 de 2017

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