domingo, 19 de febrero de 2017

Cuento: La Academia de los irremplazables

Por Javier Brown César


Dicen que la Academia existe en algún lugar, no me consta. Quienes la dirigen sostienen la extraña teoría de que un patrón universal, un algoritmo casi indiscernible, guía los destinos de la humanidad. Este guión aparentemente inflexible "hace" que cada determinado tiempo aparezca un genio indiscutible, no importa si en las artes, las ciencias o los negocios, tarde o temprano el genio aparecerá. Pero lo realmente relevante no es el hecho fortuito de la aparición de algún ignoto talento de la humanidad en las cercanías del Rin o allende el Ganges o el Papaloapan, el genio aparecerá y si las condiciones no lo impiden transformará, de alguna manera u otra, el destino de la humanidad. Los defensores de esta teoría afirman que muchos genios han desaparecido sin dejar rastro, ya sea porque nunca encontraron condiciones propicias para florecer, porque fueron perseguidos y asesinados o porque sus obras se perdieron irremediablemente por fanatismo o ignorancia. De ahí que la misión de la Academia sea descifrar el arcano, el oculto algoritmo que subyace a la aparición del genio y actuar antes de que el destino realice su obra de desaparición, para evitar que la humanidad progrese. Algunos afirman que la mentada Academia tiene hoy más de mil alumnos y que en un futuro no muy remoto éstos cambiarán el destino de la humanidad, para bien o para mal. Ellos creen que si Beethoven no hubiera escrito su novena sinfonía nadie lo hubiera hecho: ni un compositor genial, ni una computadora súper poderosa, ni un ser humano inmortal; lo mismo afirman de algunas de las obras de Balzac, Dostoievsky, Mahler, Tchaikovsky, Picasso y de las obras de miles de seres humanos que han cambiado para siempre la forma como pensamos y sentimos. Extraña academia es esa que cree que el genio es predecible.

 

Hoy llegaron a mi casa unos sujetos con apariencia de lerdos, formas sutiles y aires de suficiencia, argumentando que yo era uno de esos genios exóticos. Sinceramente no les creí… y sigo sin creerles.

 

Febrero 18 de 2017

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