jueves, 23 de marzo de 2017

Cuento: Muros invisibles

Por Javier Brown César


No sé cómo llegamos a este nivel de salvajismo. Primero fueron los más ancianos, los enviaron a los márgenes y cerraron las puertas; pero luego, en un paso inaceptable para quienes amamos la justicia, expulsaron a todos los pobres, y les cerraron la puerta. Después sólo quedamos los más sumisos, los débiles, pero moderadamente ricos. Sobre nosotros se cerró el sistema, nosotros fuimos los últimos que quedamos dentro. Las puertas de todas las ciudades se bloquearon y quedamos aislados del resto por muros infranqueables e invisibles. De afuera sólo se ven paisajes creados, ficciones proyectadas para evitar ver el mundo de los miserables, el de los ancianos, el de la humanidad que sufre y se duele, el de la indignación y el hambre. Aquí todos somos iguales, no hay diferencias: afuera la revuelta, dicen; adentro la intolerable monotonía. Para viajar de una ciudad a otra sólo se necesita una tarjeta bancaria de identidad. Hoy todo lo mueve el dinero, quien no lo tiene no entra ni sale de las ciudades. En algún tiempo hubo mercado negro de tarjetas, pero la inteligencia desmontó las redes y literalmente asesinó a millones. Hoy todos vivimos en paz, aislados de lo que antes fue nuestro mundo, y uno a uno morimos de depresión, en medio de nuestra humillante riqueza.

 

Marzo 11 de 2017

No hay comentarios.:

Publicar un comentario