sábado, 18 de marzo de 2017

Cuento: Esperanzas fallidas

Por Javier Brown César


Fueron las malas decisiones de los gobiernos supuestamente revolucionarios las que hundieron en la más terrible crisis a su familia, esos gobiernos que un día beneficiaron a su abuelo, un militar distinguido que hizo su fortuna a la sombra de las causas de la revolución. Fue el mismo sistema que enriqueció a su abuelo el causante de la pobreza actual de sus padres. Algo tenía que hacer, pero no había empleos, ni oportunidades, así que parecía que lo único que le quedaba como alternativa era lo que muchos habían elegido como el nuevo estilo de vida de las clases depauperadas: robar con el riesgo de ser atrapado por la policía o de que la víctima sacara un arma de entre sus ropas y le diera un certero tiro mortal. En esas cavilaciones se debatió y cuando ya estaba a punto de tomar una dramática decisión, revolvió cajas en el ático y lo encontró: un álbum con una enorme cantidad de sellos postales, algunos con la denominación de millones y miles de millones en alemán, de los tiempos de la gran guerra mundial que vivieron sus padres y abuelos. Se sintió rico y afortunado. Al fin sintió el agradecimiento con su abuelo miliciano y se dijo orgulloso de una familia a la que antes odió con todas sus entrañas. Así que lo único que tenía que hacer era ir a las tiendas de filatelia, para cambiar sus sellos por dinero constante y sonante; y lo hizo. Ahí, en la tienda del centro de la ciudad aprendió que el valor de los sellos postales no está dado por el monto de su valor de compra, tampoco por ser de países exóticos como Togo y menos aún por sus muy llamativos diseños; ahí aprendió que la rareza era la marca de distinción de una colección valiosa y que de entre los cientos de timbres que había en su álbum, legado precioso de su abuelo coleccionista, no había ni uno solo que valiera más que unos pocos centavos, y entre todos no alcanzaba para comprar lo necesario para ahuyentar el hambre más que un par de horas. Mierda, se dijo, muy lindos timbres, pero valen lo mismo que los recuerdos de mi pútrida familia: nada. Tiró el álbum y se alejó con lágrimas en los ojos, y el odio clavado en lo más íntimo de su resentido corazón.

 

Marzo 15 de 2017

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