EL OJO DE LA TARDE
La tarde
tiene un ojo tan grande
que tiembla la pasión
aunque sea inquebrantable
Caen horas como dardos
se imponen
estrategas desperados
alardean con sus horales
La tarde y su ojo
son uno en la desgracia
la desgracia indiferente
-a todos desconoce-
No importan las horas
la tarde las devora
su ojo no exonera
-así se reconoce-
El ojo de la tarde ingrato
da sentencias desiguales
ignora compasiones
¡es el ojo del diablo!
18 de enero de 1998
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