QUE ESTUDIA LA
BIBLIOTECOLOGÍA
POR JAVIER BROWN
CÉSAR
(Ponencia presentada en el II Encuentro Nacional de
Profesores y Estudiantes de Bibliotecología: 1996)
¿Qué estudia la bibliotecología? Esta es una pregunta
fundamental que estudiantes, profesores y profesionales de la bibliotecología
nos hacemos por igual. En el fondo de este cuestionamiento radica el problema
del objeto de estudio y el de la esencia de la bibliotecología. Toda ciencia o
disciplina es determinada en sus principios, postulados, teorías, tesis,
métodos, técnicas y prácticas por el objeto que estudia. Cuando preguntamos qué
es algo hacemos una pregunta radical que busca como respuesta una definición
clara de la cosa. Pero además, antes de preguntar qué es la bibliotecología
debemos contestar qué estudia para así poder determinar con claridad si es una
ciencia (en caso de que su objeto de estudio permita desarrollar una
discursividad científica con conceptos universales y necesarios y con
postulados y principios también de aplicación universal y por tanto,
necesarios) o una técnica o un arte.
En este trabajo tratamos de contestar esta pregunta
fundamental, para lo cual analizamos los diferentes objetos que posiblemente
pueden ser estudiados por la bibliotecología, como pueden ser los libros, las
bibliotecas, los usuarios, la información, la transmisión de información o la
organización de la misma, etc. De estos objetos tratamos de determinar en
primer lugar si cumplen con las características de universalidad y necesidad
requeridas para el desarrollo de un discurso científico y en segundo lugar, si
son objetos comunes a otras ciencias o disciplinas (en cuyo caso la
bibliotecología sólo estudiaría algún aspecto de ellos) o si son objetos
propios solamente de la bibliotecología. En todo esto seguimos un método que
tiene como características: el acercarnos de manera directa a la cosa que se
estudia, sin prejuicios, sin aceptar tampoco ninguna teoría hasta no haber
contrastado sus postulados teóricos con la realidad; y finalmente, tratar de
llegar a la esencia misma del objeto, con sus características y notas
esenciales.
Después de analizar los posibles objetos de estudio y de
descartar todos aquellos que no cumplen con los requisitos de universalidad y
necesidad y que caen fuera de la región de la bibliotecología, llegamos a la
conclusión (y tesis central de este trabajo) de que la bibliotecología tiene
por objeto de estudio al soporte documental. Concluyendo esto, definimos qué es
el soporte documental y cuál es la diferencia que existe entre la bibliotecología
y la archivonomía, y el soporte documental y el soporte de la información, y
damos una definición provisional de la bibliotecología.
INTRODUCCIÓN
El problema inicial que me planteo en este trabajo es
delimitar con claridad el objeto de estudio de la bibliotecología. Existe mucha
ambigüedad y confusión entre los mismos profesionales sobre cuál pueda ser el
objeto de estudio de la bibliotecología, ya que como objetos posibles se han
propuesto por lo menos los siguientes: los libros, las bibliotecas, los
usuarios, la información y el almacenamiento y la transmisión de información.
El problema es grave si consideramos que toda ciencia (o disciplina e incluso
técnica o arte) es determinada en sus métodos, técnicas, principios y teorías
por el objeto de estudio. El objeto de estudio tiene prioridad en el discurso
científico, porque define el ámbito de aplicación de cualquier práctica.
Nuestro método inicial consistirá en analizar brevemente los
posibles objetos de estudio y ver si reúnen las características de
universalidad (o sea que no sólo exista en todas partes sino que también
permita desarrollar un discurso estructurado con conceptos de aplicación
general), necesidad (o sea, que excluya la contingencia; esto es, si nuestro
objeto de estudio es un accidente histórico, entonces tendrá un inicio y un fin
previsibles y entonces ya no podrá estudiarse en un momento dado) y además debe
fundamentarse en algún tipo de evidencia (para así poder constituir
conocimientos que tengan como fundamento la certeza). Comencemos.
EL OBJETO DE ESTUDIO
DE LA BIBLIOTECOLOGÍA
Inicialmente veamos si el libro es el objeto de estudio de
la bibliotecología. Si consideramos al libro como toda publicación, no
periódica, con una extensión mínima de 49 páginas sin considerar las tapas y
formando volumen (esta definición es dada por la UNESCO), entonces podremos
constatar que el libro, como objeto de estudio de la bibliotecología es muy
limitado, ya que en las bibliotecas, además de libros encontramos casetes,
discos compactos, videocasetes, y publicaciones seriadas, entre otros medios.
Pero además, el libro no siempre ha existido, es un invento relativamente
reciente en la historia de la humanidad, es un accidente histórico que ha
comenzado a existir y quizá pueda dejar de existir algún día. Y además, el
libro ya es estudiado por la bibliología.
Después del libro se nos presentan las bibliotecas como
posible objeto de estudio de la bibliotecología. Pero nuevamente, la biblioteca
presenta un problema análogo al del libro: son un accidente histórico. Esto se
pone en evidencia en la actualidad cuando ya no sólo hablamos de bibliotecas
sino de centros de documentación y de centros de documentación e información
(lo que hace que el concepto de biblioteca parezca en la actualidad obsoleto).
Así, si la bibliotecología estudia a las bibliotecas entonces no estudiará a
este tipo de centros mencionados o estudiará algo que abarque a todos estos
objetos de estudio, pero entonces el problema se complica.
Si no se estudian las bibliotecas, entonces es posible que
se estudien los usuarios de las mismas. El usuario es sin duda alguna el fin de
toda actividad que se desarrolla en una biblioteca, pero, los usuarios cambian
de acuerdo a la sociedad, de acuerdo a la biblioteca y también de acuerdo a la
época. Por lo tanto, es difícil encontrar dentro de la dinámica social, algo
que no sea contingente en el usuario, y es en general difícil hacer una
tipología universal de usuarios que valga para toda época, para todo país y
para toda biblioteca o centro de documentación e información.
La información se nos ofrece a continuación como otro
posible objeto de estudio de la bibliotecología. Pero existe una grave
ambigüedad respecto a lo que el término significa. Algunos creen que la
información son los libros (y en general cualquier otro tipo de medio, sea
impreso o electrónico) y otros piensan que la información es lo que estos
medios contienen. Para ser precisos daremos una definición de información lo
más científica posible y diremos que información es: “un conjunto de mecanismos
que permiten al individuo retomar los datos de su ambiente y estructurarlos de
una manera determinada, de modo que le sirvan como guía de su acción”[1]. De
esta forma, la información es algo subjetivo y no una realidad independiente
del sujeto; en pocas palabras, no existe en ningún lugar, fuera de las
personas, lo que llamamos información. Pero entonces, ¿qué encontramos en los
libros (y en otros medios)? La respuesta es simple: encontramos un código, y
este código requiere ser decodificado para convertirse en información para un
usuario[2]. Por
esta razón, si el usuario no comprende el código, entonces no puede descifrar
(o decodificar) el mensaje (este puede ser el caso de un ciego al que se le
pida que lea un libro escrito en caracteres normales o el de un mexicano que no
habla japonés y se le pida que lea un libro en japonés).
Finalmente es posible que el almacenamiento y transmisión de
la información sean objeto de estudio de la bibliotecología. Nuevamente nos
encontramos aquí con las ambigüedades del concepto información. Para almacenar
información se requiere por principio un código y en segundo lugar un medio o
soporte donde plasmar el código; por otro lado, para transmitir información se
requiere comunicar un mensaje mediante un código entendible (o decodificable)
para un usuario. Pero, curiosamente, estos procesos de encodificación y
decodificación no son estudiados por la bibliotecología sino por la ciencias de
la comunicación y de la información.
Nos encontramos ahora ante un callejón sin salida: si ni el
libro, ni las bibliotecas, ni los usuarios, ni la información, ni el
almacenamiento y la transmisión de la información son el objeto de estudio de
la bibliotecología, entonces ¿qué estudia la bibliotecología? En este trabajo
aventuraremos la siguiente respuesta: la bibliotecología estudia al soporte
documental. El soporte documental es el objeto propio y adecuado de estudio de
la bibliotecología.
Pero, ¿qué es el soporte documental? Definiré al soporte
documental como un medio físico que contiene en sí un testimonio codificado.
Aquí aparecen ya una serie de conceptos que requerimos definir con claridad. Un
soporte es un medio físico, o sea está hecho de algún material (sea éste papel,
pergamino, cera, arcilla, cinta magnética o cinta óptica o inclusive película
fotográfica y piedra); esto explica el porqué la producción de soportes a lo
largo de la historia de la humanidad ha estado condicionada por el desarrollo
de la técnica y la tecnología y por los recursos disponibles en un momento
dado.
Pero además, el soporte contiene algo diferente a la mera
materia, tiene un valor intrínseco que está dado por un contenido determinado.
Todo soporte contiene algún tipo de código idealmente decodificable para algún
usuario en algún momento dado y que puede informarlo sobre algún hecho o
acontecimiento o sobre algún dato. A esto le podemos dar el nombre de
testimonio codificado[3].
Algunos han llamado al soporte documental, soporte de la
información o soporte de la información documental. Pero nuevamente estos
términos parecen imprecisos por un problema fundamental, el soporte documental
antes que ser soporte de información es soporte de un código, por lo que es más
preciso llamarle al soporte de la información soporte del código. Y además,
para que el código sea información, se requiere que un usuario pueda
decodificarlo[4]
y entonces informarse con el contenido del documento. En el fondo, nosotros
podemos llamarle también soporte del código, pero preferimos llamarle soporte
documental, porque hemos considerado que todo documento contiene un testimonio
codificado y que el valor del soporte es fundamentalmente testimonial.
Habiendo definido nuestro objeto de estudio resta ver si el
soporte documental reúne las características de universalidad, necesidad y
evidencia requeridas, para, a partir de él, desarrollar un discurso científico.
Comencemos por la necesidad contra la contingencia (esto es, tenemos que ver si
el soporte documental no es un accidente histórico que pueda dejar de existir
en algún momento dado). Nos encontramos aquí con un hecho en verdad
sorprendente: la historia de la humanidad nace propiamente con los soportes
documentales, antes sólo se puede hablar de prehistoria. Esto es, el hombre
comienza a tener historia a partir del momento que logra plasmar sus
testimonios en un medio físico diferente al mero lenguaje oral y este medio se
conserva para dar testimonio de una civilización humana. Imaginemos cuántos
grupos humanos habrán existido sin que sepamos de ello, por no contar con un
testimonio escrito de su presencia sobre la tierra. Pero además de esto, la
historia humana terminará cuando ya no sea posible plasmar testimonio alguno
sobre un soporte físico.
Respecto al carácter universal de los soportes documentales,
toda civilización contemporánea hace uso de ellos y además, el hecho de que sea
usado en todo el planeta permite desarrollar un sistema de categorías universal
con el que puedan formarse diferentes tipos de enunciados (como pueden ser
hipótesis, leyes y teorías) para llegar a un conocimiento científico.
Finalmente, en lo que respecta a la evidencia, el soporte
documental posee una evidencia incuestionable que es llamada en términos
técnicos evidentia credibilitatis o evidentia in attestante[5]. Esto
quiere decir: nosotros damos fe o creemos en que, por ejemplo, la Metamorfosis
fue escrita por Kafka y que lo que yo estoy leyendo en el libro fue
efectivamente escrito por este autor; pero también damos fe o creemos en que la
edición que yo tengo en las manos fue realizada por la Red Editorial
Iberoamericana y que fue traducida por una persona con un nombre x, y así:
damos fe a lo que vemos en el soporte, creemos en lo que éste dice.
Hemos encontrado en el soporte documental todas las
características requeridas por la ciencia para, con un objeto de estudio, poder
desarrollar un discurso científico. Pero, existe un problema adicional: ¿bajo
qué punto de vista o enfoque es estudiado el soporte documental por la
bibliotecología (esto se lama objeto formal de la ciencia[6])?
Esto es, la historia también estudia soportes documentales, pero lo que más le
interesa de éstos es el contenido, o sea, la historia se enfoca al contenido de
los soportes. Aquí es donde la biblioteca y los usuarios entran en juego.
Nuestra tesis fundamental es que la bibliotecología estudia a los soportes
documentales más no en sí mismos y de manera absoluta, sino bajo un esquema de
relaciones doble: con su desarrollo, ordenación y disposición en una unidad
documental y con los usuarios para los que ha sido organizado. De esta forma,
aventuro una definición de la bibliotecología como la ciencia (o técnica) que
estudia a los soportes documentales desde el punto de vista de su gestión en
unidades de documentación y de la relación que tienen con los usuarios de las
mismas. Esta definición contiene el objeto material (el soporte documental) y
el objeto formal (su gestión y relación con usuarios) de la bibliotecología.
Pero además, en esta definición se da el género próximo (que la bibliotecología
es una ciencia o una técnica, lo cual todavía está por discutirse) y la
diferencia específica (que estudia soportes documentales bajo un cierto
aspecto).
Pero entonces, de acuerdo a esta definición, ¿qué diferencia
hay entre bibliotecología y archivonomía? El que la bibliotecología estudia
soportes que han sido producidos de manera ilimitada o no restringida con un
eminente fin social, mientras que la archivonomía estudia soportes que han sido
producidos de manera limitada o restringida y con un fin eminentemente
institucional. Esto, claro está, no excluye absolutamente el que el soporte que
estudia la bibliotecología pueda también tener intereses institucionales, o el
que el soporte que estudia la archivonomía pueda tener también intereses
sociales; pero el interés primario y preeminente en cada caso es para la
bibliotecología el social y para la archivonomía el institucional.
CONCLUSIONES Y
RECOMENDACIÓN
Hemos llegado a la conclusión de que la bibliotecología
tiene por objeto material de estudio al soporte documental de producción
ilimitada y no restringida y de interés eminentemente social.
Este objeto de estudio es universal, necesario y contiene en
sí un tipo particular de evidencia que deriva del valor intrínseco del carácter
documental o testimonial del contenido.
Hemos definido al soporte documental como un medio físico
que contiene en sí mismo un testimonio codificado y hemos visto que este
testimonio no es información hasta que haya alguien capaz de decodificarlo.
Llegamos a una definición de la bibliotecología como la
ciencia o la técnica que estudia al soporte documental desde el punto de vista
de su gestión en unidades documentales y de su relación con los usuarios de las
mismas.
Finalmente, diferenciamos entre el tipo de soportes
estudiados por la bibliotecología y por la archivonomía. La primera tiene por
objeto al soporte de producción ilimitada y de interés principalmente social,
la segunda tiene por objeto al soporte de producción limitada y de interés
principalmente institucional.
A partir de aquí, queda planteado el reto de desarrollar un
discurso científico en torno a este objeto de estudio. Este trabajo es deseable
que sea realizado por las nuevas generaciones de bibliotecarios y puede ser un
reto institucional asumido por nuestra Escuela. El reto está ahí... la moneda
está en el aire.
POST SCRIPTUM DE MAYO DE 2013
Al
día de hoy sostengo la tesis de que, tanto la biblioteconomía como la
bibliotecología, tienen como objeto material de estudio al documento bajo el
aspecto formal de su integración, representación y puesta a disposición de
usuarios en sistemas de gestión documental (SGD). En la ponencia hablaba de soporte documental, pero el soporte es sólo el medio físico en el que "radica" el documento. Por ello, hablar de documento es más amplio y preciso.
A este respecto caben algunas reflexiones posteriores a la ponencia de 1996:
1.
La información es un fenómeno demasiado amplio como para ser abarcado por una
sola disciplina y en su aspecto genérico es demasiado poco específico como
objeto de estudio, ya que cabe pensar en la transmisión de información por un
lado, en la selección de información por el otro y en lo que para las personas
es relevante en cada caso como información. Aquí podemos incluir, por ejemplo,
a las estaciones de radio, a los sistemas de inteligencia y a las agencias
periodísticas. Asimilar quehacer
bibliotecario a ciencias de la información es una grave equivocación.
2.
Las necesidades de información que acercan a los usuarios a SGD se refieren a
la expectativa de satisfacción de las mismas vía recursos documentales. Otro
tipo de necesidades de información se satisfacen de forma distinta, como puede
ser leer un periódico, ver el cielo para saber si es inminente que llueva o ver
las placas de un vehículo para saber si es de algún conocido. Las necesidades de información documental son
del mayor interés para los bibliotecarios.
3.
Si las escuelas que forman bibliotecarios quieren dar un paso adelante deben
transformar sus planes y programas de estudio para incluir un curriculum
interdisciplinario, ya que los profesionales que trabajan en bibliotecas deben
servir como “puente” entre usuarios diversos y recursos documentales también
diversos. La diversificación es una
clave de la profesión bibliotecaria.
4.
El uso genérico del término ciencias de los sistemas de gestión documental
puede ser atractivo en términos de estrategias de mercado para atraer más
estudiantes a las escuelas, esto implica, desde luego, la transformación del
curriculum. Es importante pensar en términos
del mercado potencial y no sólo del mercado tradicional.
5.
Las ciencias de los sistemas de gestión documental son eminentemente administrativas,
ya que se encargan del estudio de la gestión de documentos y de todo lo
necesario para su puesta a disposición de usuarios. Estas ciencias son parte
del campo de estudio de los bibliotecarios pero no son todo su campo de
estudio, ya que además se requiere la formación técnica en aspectos de
evaluación, selección y adquisición de recursos documentales, así como de su
representación. Las ciencias
administrativas son de gran relevancia para los bibliotecarios.
6.
El día de hoy, y gracias a los avances tecnológicos, la formación de
bibliotecarios debe privilegiar los aspectos interdisciplinarios sobre los
técnicos, y elevar el nivel teórico de la formación para fomentar la innovación
y la orientación de la práctica profesional hacia la agregación de valor. El valor agregado es otra de las claves de
la profesión bibliotecaria.
7.
El valor agregado a los recursos documentales, que por ejemplo se da en
representaciones catalográficas de tercer nivel no está automatizado. Este es
un tipo de actividad en la que la pericia y el discernimiento humanos están por
encima de las máquinas. La agregación de valor con creatividad, discernimiento
y criterios de evaluación es el plus que la actividad bibliotecaria debe
agregar hoy en día a los SGD para estos sean competitivos y atractivos a los
usuarios. Esta última tesis la explico con todo detalle en mi trabajo “El giro
lingüístico en la teoría de las necesidades de información documental”.
[2] “Un código, como sistema para transmitir y conservar
información, está constituido por un conjunto de símbolos (o alfabeto) y un
conjunto de reglas para su combinación (o gramática)... También las lenguas se
pueden interpretar como un tipo de código. En ocasiones, las escrituras se
definen como códigos gráficos o visuales: si son alfabéticas, tienen como plano
del contenido los conjuntos de sonidos de consonantes y vocales de las lenguas
en relación a las cuales son usadas; si no son alfabéticas, pueden tener como
plano del contenido el de las lenguas, pero pueden tener también un plano del
contenido no lingüístico”. Código-mensaje En Enciclopedia de la filosofía.
[3]
El testimonio viene a ser así “el recurrir a las experiencias de otros o
a las aserciones de otros como método de prueba para las proposiciones que
expresan hechos. Ya Aristóteles señaló que el testimonio puede referirse a
cuestiones de hecho o a cuestiones de caracteres personales, que también son
cuestiones de hecho... El objeto del testimonio se denomina el hecho (factum) y
su validez constituye lo que se llama la credibilidad histórica (credibilitas
historica)”. Testimonio En Nicola Abagnano. Diccionario de filosofía.
[4] Esto ha sido llamado competencia lingüística por Noam
Chomsky, la cual consiste “en el sistema de reglas, interiorizadas por el
hablante, que le permiten producir y comprender un número infinito de frases
diferentes”. Cfr. Enciclopedia de la
filosofía. Esta noción es también utilizada por Habermas: “Toda habla
actual presupone una precomprensión fáctica acerca de qué significa comunicar
en un lenguaje, entender y malentender emisiones, llegar a un consenso o dirimir
un desacuerdo, es decir: acerca de cómo habérselas con el lenguaje”. Teoría de la acción comunicativa:
complementos y estudios previos. P. 91-92
[5] ¿Tenemos derecho a llamar
evidente a un juicio cuya verdad no aparece, un objeto que no es visible en sí
mismo. Sin duda, no será con el mismo sentido. Pero si se ve que el juicio es
verdadero, aunque no se vea su verdad, ¿no tenemos también una evidencia?
Creemos que sí, y adoptaremos para designarla la expresión de evidencia
extrínseca que es corriente en la escolástica moderna. ¿En dónde se encuentra
esta extraña evidencia? En algunos casos en forma de testimonio: también se
llama evidentia in attestante. Pues el testimonio es incapaz por naturaleza de
hacer evidente el hecho atestiguado. No lo hace ver, no lo demuestra, solamente
garantiza que ha tenido lugar... La evidencia extrínseca, a fin de cuentas, no
recibe desacertadamente el nombre de evidentia credibilitatis, puesto que una
afirmación determinada por la voluntad es un acto de fe”. Roger Verneaux. Epistemología general o crítica del
conocimiento. p. 154
[6] La distinción entre objeto
material y objeto formal de una ciencia es fundamental. Toda ciencia es
determinada por el objeto formal, de ahí recibe su especificación, ya que el
objeto material puede ser común a varias ciencias: “Hay que distinguir entre el
objeto material (obiectum materiale), es decir, el objeto íntegro concreto a
que se dirige la ciencia, y el objeto formal (obiectum formale), es decir, al
aspecto particular en que se considera el todo; lo que caracteriza a cada
ciencia es su objeto formal, al paso que el material puede ser común a varias
ciencias. En Walter Brugger. Diccionario de filosofía. p. 105
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