jueves, 2 de mayo de 2013

Ponencia: qué estudia la bibliotecología


QUE ESTUDIA LA BIBLIOTECOLOGÍA

POR JAVIER BROWN CÉSAR
 

(Ponencia presentada en el II Encuentro Nacional de Profesores y Estudiantes de Bibliotecología: 1996)

¿Qué estudia la bibliotecología? Esta es una pregunta fundamental que estudiantes, profesores y profesionales de la bibliotecología nos hacemos por igual. En el fondo de este cuestionamiento radica el problema del objeto de estudio y el de la esencia de la bibliotecología. Toda ciencia o disciplina es determinada en sus principios, postulados, teorías, tesis, métodos, técnicas y prácticas por el objeto que estudia. Cuando preguntamos qué es algo hacemos una pregunta radical que busca como respuesta una definición clara de la cosa. Pero además, antes de preguntar qué es la bibliotecología debemos contestar qué estudia para así poder determinar con claridad si es una ciencia (en caso de que su objeto de estudio permita desarrollar una discursividad científica con conceptos universales y necesarios y con postulados y principios también de aplicación universal y por tanto, necesarios) o una técnica o un arte.

En este trabajo tratamos de contestar esta pregunta fundamental, para lo cual analizamos los diferentes objetos que posiblemente pueden ser estudiados por la bibliotecología, como pueden ser los libros, las bibliotecas, los usuarios, la información, la transmisión de información o la organización de la misma, etc. De estos objetos tratamos de determinar en primer lugar si cumplen con las características de universalidad y necesidad requeridas para el desarrollo de un discurso científico y en segundo lugar, si son objetos comunes a otras ciencias o disciplinas (en cuyo caso la bibliotecología sólo estudiaría algún aspecto de ellos) o si son objetos propios solamente de la bibliotecología. En todo esto seguimos un método que tiene como características: el acercarnos de manera directa a la cosa que se estudia, sin prejuicios, sin aceptar tampoco ninguna teoría hasta no haber contrastado sus postulados teóricos con la realidad; y finalmente, tratar de llegar a la esencia misma del objeto, con sus características y notas esenciales.

Después de analizar los posibles objetos de estudio y de descartar todos aquellos que no cumplen con los requisitos de universalidad y necesidad y que caen fuera de la región de la bibliotecología, llegamos a la conclusión (y tesis central de este trabajo) de que la bibliotecología tiene por objeto de estudio al soporte documental. Concluyendo esto, definimos qué es el soporte documental y cuál es la diferencia que existe entre la bibliotecología y la archivonomía, y el soporte documental y el soporte de la información, y damos una definición provisional de la bibliotecología.

INTRODUCCIÓN

El problema inicial que me planteo en este trabajo es delimitar con claridad el objeto de estudio de la bibliotecología. Existe mucha ambigüedad y confusión entre los mismos profesionales sobre cuál pueda ser el objeto de estudio de la bibliotecología, ya que como objetos posibles se han propuesto por lo menos los siguientes: los libros, las bibliotecas, los usuarios, la información y el almacenamiento y la transmisión de información. El problema es grave si consideramos que toda ciencia (o disciplina e incluso técnica o arte) es determinada en sus métodos, técnicas, principios y teorías por el objeto de estudio. El objeto de estudio tiene prioridad en el discurso científico, porque define el ámbito de aplicación de cualquier práctica. 

Nuestro método inicial consistirá en analizar brevemente los posibles objetos de estudio y ver si reúnen las características de universalidad (o sea que no sólo exista en todas partes sino que también permita desarrollar un discurso estructurado con conceptos de aplicación general), necesidad (o sea, que excluya la contingencia; esto es, si nuestro objeto de estudio es un accidente histórico, entonces tendrá un inicio y un fin previsibles y entonces ya no podrá estudiarse en un momento dado) y además debe fundamentarse en algún tipo de evidencia (para así poder constituir conocimientos que tengan como fundamento la certeza). Comencemos.

EL OBJETO DE ESTUDIO DE LA BIBLIOTECOLOGÍA

Inicialmente veamos si el libro es el objeto de estudio de la bibliotecología. Si consideramos al libro como toda publicación, no periódica, con una extensión mínima de 49 páginas sin considerar las tapas y formando volumen (esta definición es dada por la UNESCO), entonces podremos constatar que el libro, como objeto de estudio de la bibliotecología es muy limitado, ya que en las bibliotecas, además de libros encontramos casetes, discos compactos, videocasetes, y publicaciones seriadas, entre otros medios. Pero además, el libro no siempre ha existido, es un invento relativamente reciente en la historia de la humanidad, es un accidente histórico que ha comenzado a existir y quizá pueda dejar de existir algún día. Y además, el libro ya es estudiado por la bibliología.

Después del libro se nos presentan las bibliotecas como posible objeto de estudio de la bibliotecología. Pero nuevamente, la biblioteca presenta un problema análogo al del libro: son un accidente histórico. Esto se pone en evidencia en la actualidad cuando ya no sólo hablamos de bibliotecas sino de centros de documentación y de centros de documentación e información (lo que hace que el concepto de biblioteca parezca en la actualidad obsoleto). Así, si la bibliotecología estudia a las bibliotecas entonces no estudiará a este tipo de centros mencionados o estudiará algo que abarque a todos estos objetos de estudio, pero entonces el problema se complica.

Si no se estudian las bibliotecas, entonces es posible que se estudien los usuarios de las mismas. El usuario es sin duda alguna el fin de toda actividad que se desarrolla en una biblioteca, pero, los usuarios cambian de acuerdo a la sociedad, de acuerdo a la biblioteca y también de acuerdo a la época. Por lo tanto, es difícil encontrar dentro de la dinámica social, algo que no sea contingente en el usuario, y es en general difícil hacer una tipología universal de usuarios que valga para toda época, para todo país y para toda biblioteca o centro de documentación e información.

La información se nos ofrece a continuación como otro posible objeto de estudio de la bibliotecología. Pero existe una grave ambigüedad respecto a lo que el término significa. Algunos creen que la información son los libros (y en general cualquier otro tipo de medio, sea impreso o electrónico) y otros piensan que la información es lo que estos medios contienen. Para ser precisos daremos una definición de información lo más científica posible y diremos que información es: “un conjunto de mecanismos que permiten al individuo retomar los datos de su ambiente y estructurarlos de una manera determinada, de modo que le sirvan como guía de su acción”[1]. De esta forma, la información es algo subjetivo y no una realidad independiente del sujeto; en pocas palabras, no existe en ningún lugar, fuera de las personas, lo que llamamos información. Pero entonces, ¿qué encontramos en los libros (y en otros medios)? La respuesta es simple: encontramos un código, y este código requiere ser decodificado para convertirse en información para un usuario[2]. Por esta razón, si el usuario no comprende el código, entonces no puede descifrar (o decodificar) el mensaje (este puede ser el caso de un ciego al que se le pida que lea un libro escrito en caracteres normales o el de un mexicano que no habla japonés y se le pida que lea un libro en japonés).

Finalmente es posible que el almacenamiento y transmisión de la información sean objeto de estudio de la bibliotecología. Nuevamente nos encontramos aquí con las ambigüedades del concepto información. Para almacenar información se requiere por principio un código y en segundo lugar un medio o soporte donde plasmar el código; por otro lado, para transmitir información se requiere comunicar un mensaje mediante un código entendible (o decodificable) para un usuario. Pero, curiosamente, estos procesos de encodificación y decodificación no son estudiados por la bibliotecología sino por la ciencias de la comunicación y de la información.

Nos encontramos ahora ante un callejón sin salida: si ni el libro, ni las bibliotecas, ni los usuarios, ni la información, ni el almacenamiento y la transmisión de la información son el objeto de estudio de la bibliotecología, entonces ¿qué estudia la bibliotecología? En este trabajo aventuraremos la siguiente respuesta: la bibliotecología estudia al soporte documental. El soporte documental es el objeto propio y adecuado de estudio de la bibliotecología.

Pero, ¿qué es el soporte documental? Definiré al soporte documental como un medio físico que contiene en sí un testimonio codificado. Aquí aparecen ya una serie de conceptos que requerimos definir con claridad. Un soporte es un medio físico, o sea está hecho de algún material (sea éste papel, pergamino, cera, arcilla, cinta magnética o cinta óptica o inclusive película fotográfica y piedra); esto explica el porqué la producción de soportes a lo largo de la historia de la humanidad ha estado condicionada por el desarrollo de la técnica y la tecnología y por los recursos disponibles en un momento dado.

Pero además, el soporte contiene algo diferente a la mera materia, tiene un valor intrínseco que está dado por un contenido determinado. Todo soporte contiene algún tipo de código idealmente decodificable para algún usuario en algún momento dado y que puede informarlo sobre algún hecho o acontecimiento o sobre algún dato. A esto le podemos dar el nombre de testimonio codificado[3].

Algunos han llamado al soporte documental, soporte de la información o soporte de la información documental. Pero nuevamente estos términos parecen imprecisos por un problema fundamental, el soporte documental antes que ser soporte de información es soporte de un código, por lo que es más preciso llamarle al soporte de la información soporte del código. Y además, para que el código sea información, se requiere que un usuario pueda decodificarlo[4] y entonces informarse con el contenido del documento. En el fondo, nosotros podemos llamarle también soporte del código, pero preferimos llamarle soporte documental, porque hemos considerado que todo documento contiene un testimonio codificado y que el valor del soporte es fundamentalmente testimonial.

Habiendo definido nuestro objeto de estudio resta ver si el soporte documental reúne las características de universalidad, necesidad y evidencia requeridas, para, a partir de él, desarrollar un discurso científico. Comencemos por la necesidad contra la contingencia (esto es, tenemos que ver si el soporte documental no es un accidente histórico que pueda dejar de existir en algún momento dado). Nos encontramos aquí con un hecho en verdad sorprendente: la historia de la humanidad nace propiamente con los soportes documentales, antes sólo se puede hablar de prehistoria. Esto es, el hombre comienza a tener historia a partir del momento que logra plasmar sus testimonios en un medio físico diferente al mero lenguaje oral y este medio se conserva para dar testimonio de una civilización humana. Imaginemos cuántos grupos humanos habrán existido sin que sepamos de ello, por no contar con un testimonio escrito de su presencia sobre la tierra. Pero además de esto, la historia humana terminará cuando ya no sea posible plasmar testimonio alguno sobre un soporte físico.

Respecto al carácter universal de los soportes documentales, toda civilización contemporánea hace uso de ellos y además, el hecho de que sea usado en todo el planeta permite desarrollar un sistema de categorías universal con el que puedan formarse diferentes tipos de enunciados (como pueden ser hipótesis, leyes y teorías) para llegar a un conocimiento científico.

Finalmente, en lo que respecta a la evidencia, el soporte documental posee una evidencia incuestionable que es llamada en términos técnicos evidentia credibilitatis o evidentia in attestante[5]. Esto quiere decir: nosotros damos fe o creemos en que, por ejemplo, la Metamorfosis fue escrita por Kafka y que lo que yo estoy leyendo en el libro fue efectivamente escrito por este autor; pero también damos fe o creemos en que la edición que yo tengo en las manos fue realizada por la Red Editorial Iberoamericana y que fue traducida por una persona con un nombre x, y así: damos fe a lo que vemos en el soporte, creemos en lo que éste dice.

Hemos encontrado en el soporte documental todas las características requeridas por la ciencia para, con un objeto de estudio, poder desarrollar un discurso científico. Pero, existe un problema adicional: ¿bajo qué punto de vista o enfoque es estudiado el soporte documental por la bibliotecología (esto se lama objeto formal de la ciencia[6])? Esto es, la historia también estudia soportes documentales, pero lo que más le interesa de éstos es el contenido, o sea, la historia se enfoca al contenido de los soportes. Aquí es donde la biblioteca y los usuarios entran en juego. Nuestra tesis fundamental es que la bibliotecología estudia a los soportes documentales más no en sí mismos y de manera absoluta, sino bajo un esquema de relaciones doble: con su desarrollo, ordenación y disposición en una unidad documental y con los usuarios para los que ha sido organizado. De esta forma, aventuro una definición de la bibliotecología como la ciencia (o técnica) que estudia a los soportes documentales desde el punto de vista de su gestión en unidades de documentación y de la relación que tienen con los usuarios de las mismas. Esta definición contiene el objeto material (el soporte documental) y el objeto formal (su gestión y relación con usuarios) de la bibliotecología. Pero además, en esta definición se da el género próximo (que la bibliotecología es una ciencia o una técnica, lo cual todavía está por discutirse) y la diferencia específica (que estudia soportes documentales bajo un cierto aspecto).

Pero entonces, de acuerdo a esta definición, ¿qué diferencia hay entre bibliotecología y archivonomía? El que la bibliotecología estudia soportes que han sido producidos de manera ilimitada o no restringida con un eminente fin social, mientras que la archivonomía estudia soportes que han sido producidos de manera limitada o restringida y con un fin eminentemente institucional. Esto, claro está, no excluye absolutamente el que el soporte que estudia la bibliotecología pueda también tener intereses institucionales, o el que el soporte que estudia la archivonomía pueda tener también intereses sociales; pero el interés primario y preeminente en cada caso es para la bibliotecología el social y para la archivonomía el institucional.
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIÓN

Hemos llegado a la conclusión de que la bibliotecología tiene por objeto material de estudio al soporte documental de producción ilimitada y no restringida y de interés eminentemente social.

Este objeto de estudio es universal, necesario y contiene en sí un tipo particular de evidencia que deriva del valor intrínseco del carácter documental o testimonial del contenido.

Hemos definido al soporte documental como un medio físico que contiene en sí mismo un testimonio codificado y hemos visto que este testimonio no es información hasta que haya alguien capaz de decodificarlo.

Llegamos a una definición de la bibliotecología como la ciencia o la técnica que estudia al soporte documental desde el punto de vista de su gestión en unidades documentales y de su relación con los usuarios de las mismas.

Finalmente, diferenciamos entre el tipo de soportes estudiados por la bibliotecología y por la archivonomía. La primera tiene por objeto al soporte de producción ilimitada y de interés principalmente social, la segunda tiene por objeto al soporte de producción limitada y de interés principalmente institucional.

A partir de aquí, queda planteado el reto de desarrollar un discurso científico en torno a este objeto de estudio. Este trabajo es deseable que sea realizado por las nuevas generaciones de bibliotecarios y puede ser un reto institucional asumido por nuestra Escuela. El reto está ahí... la moneda está en el aire.
 

POST SCRIPTUM DE MAYO DE 2013
 
Al día de hoy sostengo la tesis de que, tanto la biblioteconomía como la bibliotecología, tienen como objeto material de estudio al documento bajo el aspecto formal de su integración, representación y puesta a disposición de usuarios en sistemas de gestión documental (SGD). En la ponencia hablaba de soporte documental, pero el soporte es sólo el medio físico en el que "radica" el documento. Por ello, hablar de documento es más amplio y preciso.

A este respecto caben algunas reflexiones posteriores a la ponencia de 1996:

1. La información es un fenómeno demasiado amplio como para ser abarcado por una sola disciplina y en su aspecto genérico es demasiado poco específico como objeto de estudio, ya que cabe pensar en la transmisión de información por un lado, en la selección de información por el otro y en lo que para las personas es relevante en cada caso como información. Aquí podemos incluir, por ejemplo, a las estaciones de radio, a los sistemas de inteligencia y a las agencias periodísticas. Asimilar quehacer bibliotecario a ciencias de la información es una grave equivocación.

2. Las necesidades de información que acercan a los usuarios a SGD se refieren a la expectativa de satisfacción de las mismas vía recursos documentales. Otro tipo de necesidades de información se satisfacen de forma distinta, como puede ser leer un periódico, ver el cielo para saber si es inminente que llueva o ver las placas de un vehículo para saber si es de algún conocido. Las necesidades de información documental son del mayor interés para los bibliotecarios.

3. Si las escuelas que forman bibliotecarios quieren dar un paso adelante deben transformar sus planes y programas de estudio para incluir un curriculum interdisciplinario, ya que los profesionales que trabajan en bibliotecas deben servir como “puente” entre usuarios diversos y recursos documentales también diversos. La diversificación es una clave de la profesión bibliotecaria.

4. El uso genérico del término ciencias de los sistemas de gestión documental puede ser atractivo en términos de estrategias de mercado para atraer más estudiantes a las escuelas, esto implica, desde luego, la transformación del curriculum. Es importante pensar en términos del mercado potencial y no sólo del mercado tradicional.

5. Las ciencias de los sistemas de gestión documental son eminentemente administrativas, ya que se encargan del estudio de la gestión de documentos y de todo lo necesario para su puesta a disposición de usuarios. Estas ciencias son parte del campo de estudio de los bibliotecarios pero no son todo su campo de estudio, ya que además se requiere la formación técnica en aspectos de evaluación, selección y adquisición de recursos documentales, así como de su representación. Las ciencias administrativas son de gran relevancia para los bibliotecarios.

6. El día de hoy, y gracias a los avances tecnológicos, la formación de bibliotecarios debe privilegiar los aspectos interdisciplinarios sobre los técnicos, y elevar el nivel teórico de la formación para fomentar la innovación y la orientación de la práctica profesional hacia la agregación de valor. El valor agregado es otra de las claves de la profesión bibliotecaria.

7. El valor agregado a los recursos documentales, que por ejemplo se da en representaciones catalográficas de tercer nivel no está automatizado. Este es un tipo de actividad en la que la pericia y el discernimiento humanos están por encima de las máquinas. La agregación de valor con creatividad, discernimiento y criterios de evaluación es el plus que la actividad bibliotecaria debe agregar hoy en día a los SGD para estos sean competitivos y atractivos a los usuarios. Esta última tesis la explico con todo detalle en mi trabajo “El giro lingüístico en la teoría de las necesidades de información documental”.



NOTAS
 
[1] J. Antonio Paoli. Comunicación e información: perspectivas teóricas. p. 15
[2] “Un código, como sistema para transmitir y conservar información, está constituido por un conjunto de símbolos (o alfabeto) y un conjunto de reglas para su combinación (o gramática)... También las lenguas se pueden interpretar como un tipo de código. En ocasiones, las escrituras se definen como códigos gráficos o visuales: si son alfabéticas, tienen como plano del contenido los conjuntos de sonidos de consonantes y vocales de las lenguas en relación a las cuales son usadas; si no son alfabéticas, pueden tener como plano del contenido el de las lenguas, pero pueden tener también un plano del contenido no lingüístico”. Código-mensaje En Enciclopedia de la filosofía.
[3]  El testimonio viene a ser así “el recurrir a las experiencias de otros o a las aserciones de otros como método de prueba para las proposiciones que expresan hechos. Ya Aristóteles señaló que el testimonio puede referirse a cuestiones de hecho o a cuestiones de caracteres personales, que también son cuestiones de hecho... El objeto del testimonio se denomina el hecho (factum) y su validez constituye lo que se llama la credibilidad histórica (credibilitas historica)”. Testimonio En Nicola Abagnano. Diccionario de filosofía. 
[4] Esto ha sido llamado competencia lingüística por Noam Chomsky, la cual consiste “en el sistema de reglas, interiorizadas por el hablante, que le permiten producir y comprender un número infinito de frases diferentes”. Cfr. Enciclopedia de la filosofía. Esta noción es también utilizada por Habermas: “Toda habla actual presupone una precomprensión fáctica acerca de qué significa comunicar en un lenguaje, entender y malentender emisiones, llegar a un consenso o dirimir un desacuerdo, es decir: acerca de cómo habérselas con el lenguaje”. Teoría de la acción comunicativa: complementos y estudios previos. P. 91-92
[5] ¿Tenemos derecho a llamar evidente a un juicio cuya verdad no aparece, un objeto que no es visible en sí mismo. Sin duda, no será con el mismo sentido. Pero si se ve que el juicio es verdadero, aunque no se vea su verdad, ¿no tenemos también una evidencia? Creemos que sí, y adoptaremos para designarla la expresión de evidencia extrínseca que es corriente en la escolástica moderna. ¿En dónde se encuentra esta extraña evidencia? En algunos casos en forma de testimonio: también se llama evidentia in attestante. Pues el testimonio es incapaz por naturaleza de hacer evidente el hecho atestiguado. No lo hace ver, no lo demuestra, solamente garantiza que ha tenido lugar... La evidencia extrínseca, a fin de cuentas, no recibe desacertadamente el nombre de evidentia credibilitatis, puesto que una afirmación determinada por la voluntad es un acto de fe”. Roger Verneaux. Epistemología general o crítica del conocimiento. p. 154
[6] La distinción entre objeto material y objeto formal de una ciencia es fundamental. Toda ciencia es determinada por el objeto formal, de ahí recibe su especificación, ya que el objeto material puede ser común a varias ciencias: “Hay que distinguir entre el objeto material (obiectum materiale), es decir, el objeto íntegro concreto a que se dirige la ciencia, y el objeto formal (obiectum formale), es decir, al aspecto particular en que se considera el todo; lo que caracteriza a cada ciencia es su objeto formal, al paso que el material puede ser común a varias ciencias. En Walter Brugger. Diccionario de filosofía. p. 105
 
 
 
 

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