sábado, 18 de mayo de 2013

Cuento: Un día de locura


UN DÍA DE LOCURA

Esa vez, como ya era costumbre, llegué tarde a la función de cine. Los jóvenes se arremolinaban en torno a los puntos de venta de golosinas, así que tuve que pasar de largo. Me adentré en la penumbra de la sala cuando todavía exhibían los cortos y me quedé profundamente dormido. Soñé que estaba con mi padre y unos amigos en las instalaciones de la Universidad, yo dormía en el primer piso sobre una banca de cemento, pero mi sueño era interrumpido constantemente por un ahogo repentino que parecía aniquilarme lentamente.

Cuando desperté, los jóvenes salían en tropel de la sala. No vi ni un instante de la película, pero me pareció que aquello era la película real. Unos a otros, los jóvenes se empujaban buscando salir apresuradamente de la sala de cine, con rapidez inusual, muchos bajaron las escaleras atropellando a su paso a quien caía o a quien se les ponía enfrente. En cuestión de segundos todos estaban afuera, a plena luz del sol.

Como guiados por una misteriosa fuerza, los jóvenes se transformaban gradualmente en una manada de enfurecidos animales que se atacaban entre sí, a golpes, mordiscos, puntapiés, patadas y haciendo uso de todos los recursos a su alcance. Salí como pude y me topé con el interminable baño de sangre que habría de marcar para siempre ese día. A mi paso encontraba cadáveres y miembros desperdigados, mientras huía despavorido, sin saber qué estaba sucediendo.

El ejército de jóvenes se desplazaba por la explanada, destruyendo todo a su paso, cual langostas furiosas. En pocas horas sólo quedaban los restos de una terrible carnicería que se extendió por varias horas y que no pudo ser contenida por la fuerza pública. Sentado en una banca me pregunté si acaso no había soñado ese episodio, y si tal vez mi cuerpo seguía en la sala de cine, mientras mi imaginación contemplaba esa atroz pesadilla.

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