Comunico el descubrimiento de una
nueva especie a la que he denominado la salamandra del diablo, un extraño
engendro que sería inexplicable si no recurriéramos a la ficción de fusionar serpiente,
dragón y salamandra. Se trata de un ser exótico en su complexión, parecido a una
salamandra, con piel azul brillante y motas rojas de un fulgor seductor; no
obstante, carece de extremidades, de una cabeza prominente y de la lengua
viperina de las serpientes. Los ojos, incrustados en la parte superior de este
ser inconcebible, que en su dorso presenta alas incipientes, son dos diabólicas
pupilas fijas contenidas por globos oculares, blancos como la fusión de todos
los colores, que rodean esos impenetrables abismos ausentes de color, en los que
se pierde uno en una insondable oscuridad. Este ser, de diez centímetros de
diámetro y treinta de longitud vive en el agua, y en ella se regodea y retuerce,
con movimientos ondulatorios que recuerdan a esos seres bífidos y traicioneros
que en un instante inyectan su veneno mortífero. Sumergida por completo en el
elemental líquido, no saca su cabeza para respirar, pero se mantiene atenta a
lo que pasa en torno suyo, desplegando su cuerpo en espirales que muestran su
brillante cuerpo azul y los destellos rojizos que hipnotizan al observador
incauto, invitándolo a destapar el contenedor; quien obedece este mandato del
averno escucha un grito devastador que aturde y ensordece, hasta que se tapa de
nuevo el envase. En resumen, se trata de un ser extremadamente peligroso y profundamente
seductor, que no sabemos qué pueda hacer si logra escaparse de su encierro:
todo parece indicar que es capaz de inyectar su poder demoniaco en todo lo que
lo rodea. En estos momentos no estoy seguro de no haber sido poseído por una
fuerza que parece emanar del mismísimo diablo a través de esta insólita
criatura.
Marzo 27 a 1 de abril de 2017
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