miércoles, 7 de enero de 2015

Cuento: ¿Un día de suerte?


Por Javier Brown César
 

El camión del transporte público pasó rozando al 212, el auto de la compañía en la que trabajaba con Omar y Rosario y que recibía ese mote por la parte numérica de la placa. Se había distraído fumando un cigarro en lo que sus acompañantes disfrutaban, como postre, después de comer unas deliciosas flautas, de un sabroso helado combinado que habían comprado en la heladería de la esquina. No se podía culpar al chofer del camión que casi lo había atropellado: los dueños de las rutas hacían hasta lo imposible para obtener jugosas ganancias a como diera lugar, llenando los camiones de pasajeros en las paradas, convirtiéndolos así en auténticas latas de humanos sudorosos y jadeantes, y en ocasiones, en terribles tumbas colectivas cuando los choferes, usualmente jóvenes sin licencia y adictos a alguna droga, perdían el control de los vehículo por falta de mantenimiento de los frenos.

El episodio del camión se había borrado de su mente cuando se matriculó en la universidad para estudiar ciencia política. Ahí conoció a Angélica, la mujer de sus sueños, que le habría de dar la satisfacción de concebir dos hijos bellos e inteligentes, hombre y mujer, en ese orden, con lo que cumplía con el ansiado sueño de sus padres de tener la parejita, siendo que ellos no pudieron tener más que un hijo, porque debido a las pretensiones de rico de su padre, éste compró, el día en que nació su unigénito, un par de costosos Rolex para él y su esposa, quien agonizó durante días después del parto y debido a la falta de cuidados médicos no pudo ser madre otra vez.

Ya en la universidad había logrado su más preciado anhelo al obtener la mención honorífica por una tesis sobre la democracia, en la que demostraba que el ideal griego se alejaba mucho de la concreción de los sistemas democráticos de los siglos XIX y XX, que habían ampliado los derechos logrando que masas incultas decidieran sobre los asuntos del Estado; a la postre las masas fueron manipuladas por hábiles demagogos, que a cambio de darle limosnas llamadas programas sociales, telenovelas y deportes a un pueblo hambriento e ignorante, habían construido una mísera oligarquía basada en la explotación y la esclavitud de las mayorías.

Recordaba cómo había recibido su título y la mención honorífica, y cómo Angélica se rendía ante su soberbia inteligencia, su pericia sexual y sus extraordinarias capacidades analíticas. Después de la universidad había sido contratado como asesor para servir en las más altas esferas del poder político, lo que le permitió financiar estudios de élite para sus hijos y adquirir la casa, el auto y el perro de sus sueños.

Un buen día se durmió profundamente y al despertar vio una intensa luz blanca sobre sus ojos y a una mujer disfrazada de enfermera que decía algo así como: ha despertado. Luego se vio rodeado por doctores y por sus padres. Le decían que era un milagro y que les daba gusto verlo vivo, y el no sabía ni qué pensar. Los veía, incrédulo, hasta que preguntó por su esposa e hijos, y entonces uno de aquellos doctores le dijo: hace diez años que está en coma amigo mío, un autobús del transporte público aplastó su cuerpo contra el auto dejándolo gravemente herido, pero no se preocupe, el chofer está tras las rejas gracias al testimonio de Omar y Rosario. Y prosiguió el doctor: lamento informarle que perdió ambas piernas y un brazo, tuvo fractures y contusiones múltiples, así como un severo traumatismo craneoencefálico, pero afortunadamente logramos salvarlo y ahora podrá iniciar su rehabilitación.

No podía creerlo, así que se volvió a dormir sabiendo que todo eso era una terrible pesadilla. Después de un buen sueño reparador, Alejandro se despertó dispuesto a ir a su trabajo, pero no fue capaz de bajar de la cama, sus piernas decían que estaba abajo pero él seguía en la cama, y entonces se dio cuenta de que estaba en la cama de un hospital, con sondas que llegaban a varias partes de su cuerpo, así que con un esfuerzo sobrehumano se levantó de la cama, para constatar que debajo de su abdomen había un vacío absoluto y que le faltaba el brazo izquierdo.

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