Los grandes males de México
comienzan con la incapacidad de la política para "domesticar" la
economía, acabando con vicios añejos, mediante reglas taxativas de observancia
general y con un sistema educativo orientado a la formación del ciudadano del
futuro, en lugar de anclar a los educandos en las glorias del pasado. Impotente
ante los apetitos desbocados de la gran bestia que es la empresa lícita o
ilícita, la política se doblega de forma amarga, renunciando a la función que
le es propia: la creación de un orden cultural, político y social en el que
prosperen las personas y sus familias.
UN SISTEMA RENTISTA
México es, desde hace mucho tiempo,
un sistema basado en la extracción de rentas. Todos, de alguna u otra manera le
pagan rentas a los demás. El Estado es una gigantesca maquinaria cuyo fin es la
exacción de tributos fiscales y no fiscales, con lo que fomenta la
intermediación y el clientelismo, y que con su incapacidad directiva genera
altos costos de transacción y tolera la existencia de innumerables gorrones que
como rémoras viven de servirle al "pez" más grande. En un sistema
rentista, todos quieren vivir de alguien y nadie quiere que vivan de él.
El sistema rentista se basa en una
amplia pirámide sostenida en su base por sectores dedicados a producir, que
sostienen a una cúspide que vive cómodamente de la acumulación excesiva de
riqueza, poder y lujos desmedidos. Nuestro sistema educativo no ha formado una
nueva clase emprendedora capaz de generar riqueza y empleos y dispuesta a
invertir en bienes de capital, al contrario, se ha educado a una clase
dependiente de la extracción de rentas que no innova, pero sí busca la forma de
doblegar a la ley y a las instituciones; el Estado se ve sometido a los
intereses privados, antes que a la realización de fines públicos.
LA INEXISTENCIA DE LO PÚBLICO
Quien desde pequeño se acostumbra a
que si ve algo de valor tirado en la calle se lo puede apropiar, de grande
tendrá una visión de lo público totalmente desvirtuada: no tendrá la capacidad
para distinguir entre bienes públicos y privados y se verá tentada a apropiarse
de aquello que nadie reclama como propio. La privatización de lo público es una
consecuencia natural de la existencia de una sociedad anómica y anémica, ya que
el abandono del Estado garantiza su inexistencia y la apropiación de lo que es
público con fines rentistas.
LA MEDIOCRIDAD COMO NORMA
LA ILEGALIDAD TOLERADA
EL PROBLEMA COMIENZA EN LA ECONOMÍA
DOMÉSTICA
Y todo comienza cuando somos
pequeños, en el hogar, no importa si sea materno o paterno, en el fondo es lo
mismo, se reproducen una serie de hábitos perversos que constituyen una pésima
educación financiera y que tergiversan de manera irremediable la recta
concepción de la economía.
Desde pequeños aprendemos que se
debe ahorrar todo el año, para gastar los ahorros en la fiesta familiar,
invitando a todos los conocidos e incluso permitiendo la llegada de
desconocidos con tal de dar la falsa apariencia de prosperidad, para al final,
vivir el siguiente año como pobres y tener una nueva fiesta de ricos, y así de
forma interminable.
Ahorramos durante años escatimando
en alimentación y salud para darle a nuestros hijos una fiesta "que nunca
olvidarán" pero que en el fondo no es otra cosa que la fiesta que como niños
siempre quisimos, pero que nunca pudimos tener. Y así, derrochamos en unas
cuantas horas, el esfuerzo de días e incluso de años.
Esta costumbre de vano derroche se
percibe mejor cuando recibimos nuestra magra quincena: tenemos la percepción de
que el dinero que "cae" en un día en nuestras manos es tanto, que lo gastamos
en unas pocas horas en alcohol, ropa, zapatos, bolsos o lujos innecesarios,
sólo para amanecer al día siguiente con la certeza de la cruda realidad de que
lo que sobra después de lo que hemos gastado no alcanza para llegar a la
siguiente quincena, y así, nos hacemos de deudas y culpas sin fin.
Por último, vivimos aspirando
siempre a un estatus y nivel de vida que no podríamos costear en toda una vida
de trabajo, pero que estamos dispuestos a financiar aquí y ahora. Sacrificamos
la educación de los hijos y la alimentación de toda una familia a cambio de
tener vehículos lujosos y asistir a las fiestas de quienes nacieron para ser
ricos porque son hijos de magnates que sacrificaron toda su vida para hacer
dinero, y que en su vejez ven con tristeza y amargura incomparables que sus
vástagos no son capaces de generar riqueza, pero sí de gastarla sin control ni
medida.
Y así, en la aspiración por ser de
una clase más alta, recurrimos al endeudamiento excesivo o al estilo del dandy
vividor con un carro lujoso, un par de trajes costosos y algunas lecturas bajo
la axila, para seducir a una clase alta ignorante y banal y vivir de ella, con
lo que volveos al origen: un sistema rentista con un empresariado conformista y
una clase política corrupta y corruptora. Y al final "todos" viven
felices, cual caballeros que cabalgan libremente sobre las espaldas del eterno
burro que trabaja, se esfuerza y lucha, que no es otro que una clase media
trabajadora de la que todos extraen sus rentas y que al final tendrá una triste
lápida en un cementerio lujoso que ha pagado con el sacrificio de toda una vida
dedicada al trabajo, al esfuerzo y al sacrificio.
Diciembre 29, 2014.
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