jueves, 27 de abril de 2017

Cuento: El doctor

Por Javier Brown Céar


-Licenciado: llegó el siguiente candidato a ocupar el puesto.

-Descríbame brevemente su semblanza curricular.

-Es doctor en economía por una prestigiada institución extranjera, en la que al parecer todos estudiaron o dicen haber estudiado.

-¿Podemos saber si su título es auténtico?

-No, pero parece que sí lo es y la universidad es muy famosa.

El licenciado pensó para sí mismo: otro más que pretende impresionarnos con sus estudios. Si fuera el primero, lo contrataría de inmediato, pero ya van varios que tenemos que despedir porque simplemente no saben redactar una tarjeta informativa.

-¿Qué más?

-Dice ser experto en econometría.

-Otro más que quiere impresionar con palabras rimbombantes.

-¿Perdón licenciado?

-Nada más estaba pensando en lo impresionante que suena que pueda hacer este tipo de análisis. ¿Y su experiencia en el sector público?

-Dice que trabajó para la Secretaría de Gobernación, en la oficina del C. Secretario.

-¿Y acredita esa experiencia?

-No.

-¿Podemos comprobarlo?

-No hay registros al respecto.

Nuevamente el licenciado pensó para sus adentros: otro más que quiere impresionar con un falso expediente. Por eso sólo estudié una licenciatura, mis únicas habilidades son saber leer, escribir y pensar, y para eso no se necesita ser un doctorcito, basta con ser un buen profesionista.

-Déjeme ver su curriculum.

-¿Quiere entrevistarlo?

-No.

-¿Qué quiere que le diga?

-Gracias por venir, pero por ahora no necesitamos alguien con su perfil.

-Sí. Licenciado.

 

Abril 22 de 2017

viernes, 21 de abril de 2017

Cuento: La tercera es la vencida

Por Javier Brown César


Mi tierra es la tierra del mañana, esa es la neta. No es que seamos futurólogos ni adivinos, es que todo se deja pa´ mañana: si hay que hacer algo difícil lo dejamos pa´ mañana, al fin y al cabo que todo puede esperar, todo menos la muerte, que como decía el abuelo, a todos agarra desprevenidos. En mi tierra somos bien machos y chingones. Nadie nos presiona ni nos intimida. Si hay que hacer algo, lo dejamos hasta el último, porque al fin y al cabo, podemos con todo. Aquí todo es al ahí se va, al chilazo, o séase, que hacemos las cosas a la primera intención, como va, como sale, sin importarnos nada más, porque al fin y al cabo, para eso somos chingones. En pocas palabras y pa´ que asté entienda: aquí todo se hace rápido y bien, al chilazo, en chinga y en el último momento; ¿por qué lo hacemos así?, porque nos gusta la emoción, eso que los de cuello alzado llaman adrenalina -que quién sabe qué chingados es eso-, pero es algo que recorre nuestra corporeidá y nos hace sentir bien y bonito; como cuando nos embriagamos al cobrar la quincena. Porque eso sí, cuando cobramos, nos gastamos todo libando de la tarde hasta la mañana del día siguiente, y como no nos sentimos bien pa´ trabajar, nos reportamos enfermos al patrón y si nos falta lana, pos se la quitamos al primer incauto que pase por la cantina, porque somos bien pinches habilidosos. Y como aquí se vale eso de prueba y error, pos podemos regarla una y otra vez, pero eso sí, la tercera es la vencida. Así que regrese mañana, cuando no estemos tan crudos, y tal vez entonces podamos responder la solicitú de atender a su hija enferma. ¿Qué dice qué tiene?... ¿Y asté cree que aguante pa´ mañana?

 

Abril 10 de 2017

jueves, 13 de abril de 2017

Cuento: Droga imperatix mundi

Por Javier Brown César


La droga gobierna al mundo, no cabe la menor duda: en las calles y bares, en los hoteles de lujo y en los tugurios de mala muerte. Todo tipo de drogas circulan libremente todos los días en las ciudades: desde el inocente tabaco que sólo produce cáncer y enfisemas, hasta el Krokodil y la morfina que matan de forma tenaz y segura. Las autoridades creen controlarla, pero son las drogas las que las controlan a ellas, ya sea que las consuman con avidez inusitada o que se beneficien de su tráfico y trasiego. Cocaína y crack, metanfetaminas y solventes, alcoholes y opiáceos, solventes y cementos, nuestra generación es víctima infame de millones de sustancias que evitan la depresión, provocan euforia, incitan al viaje cósmico, inducen meditaciones trascendentales, llevan al delirio extático o sumergen en el más extremo placer a sus adeptos. Por mar y aire, por carreteras y túneles, a través de las venas y arterias de las ciudades, las drogas nutren el ansia insaciables de megalópolis y de pequeñas ciudades ávidas, ansiosas y sedientas. Todas las noches y todos los días millones deambulan peligrosamente por las calles o se encierran en sus deteriorados hogares para drenar los últimos instantes de placer en cada sorbo, inyección, inhalación, trago o fumada. En grupos o aislados los devotos se hincan ante el sutil orgasmo aparentemente perpetuo y acaban con su vida, en un lento suicidio a pellizcos. Desde opulentos jefes de Estado hasta pordioseros hambrientos, todos son rehenes permanentes de una servidumbre que nadie quiere reconocer. Los gobiernos no quieren legalizar, porque entonces todo el sistema se vendría abajo: quién querría trabajar teniendo al alcance de la mano placeres casi inconcebibles aun al precio de terribles y curables resacas, con su respectiva dosis adicional. Las drogas son un negocio redondo: generan fortunas indescriptibles a través de la red de producción y distribución y a través de la red de combate que consiste en darle armas a los narcotraficantes y armas a los erradicadores para que se maten entre ellos, sin mermar las ganancias que representa un mercado mundial de cientos de millones de ávidos consumidores. Esta guerra es la más cruel, porque no conoce nacionalidades ni creencias, y bajo el argumento de que los narcotraficantes han llevado prosperidad y progreso, de que han abierto escuelas, construido templos, pavimentado calles, caminos y avenidas y electrificaron comunidades, se asesina sin piedad a quien se opone a que la droga gobierne al mundo.

 

Abril 4 de 2017

lunes, 10 de abril de 2017

Cuento: La industria de la ilusión y del mito

Por Javier Brown César


Espero que comprendan que no puedo decir quién soy. Me dedico a la industria de la ilusión y el mito: de la ilusión de que si contraes matrimonio por los medios habituales tendrás una familia próspera y duradera, del mito de que tu unión será bendecida para siempre aunque el marido sea habitual visitante de prostíbulos y bares y la esposa dilapide el familiar patrimonio en tiendas de prestigio. Tengo a mi cargo crear la falsa ilusión de que el amor existe, de que la virginidad antes del matrimonio es incuestionable y de que ambos vivirán para siempre felices. Soy parte de una vasta industria que vive de este muy lucrativo negocio; de esto vivimos miles de personas: sacerdotes y congregaciones, fotógrafos y cineastas fracasados, sastres y peinadores, negocios dedicados a eventos, imprentas, tiendas de conveniencia, vinaterías y vituallas, policías y jueces, burócratas, asesores de imagen, organizadores de despedidas de solteros y una cadena interminable de quienes viven de la industria de la ilusión y el mito.

He visto contraer matrimonio a prostitutas con jóvenes juniors, a narcotraficantes con hijas de familia, a homosexuales con mujeres inocentes y cándidas, a ancianos millonarios con jóvenes vampiresas y viceversa, a políticos corruptos con hermosas féminas, a empresarios que deberíamos perseguir por el delito de delincuencia organizada con mujeres en las que los cirujanos han obrado actos inconcebibles de transformación. Todo para que al final, después de extraer hasta el último céntimo de novias y novios, de familiares y amigos, unos abandonen a otros para continuar en la larga ruta de la exacción: agencias de viajes, hoteles, restaurantes y bares, centros de esparcimientos, y después hospitales, guarderías, escuelas, jueces y policías. No cabe duda que la vida es cara, nacer cuesta, casarse cuesta, educarse cuesta, morir cuesta y todo para que al final un montón de crápulas y vividores, como yo, gastemos el dinero en lo que todos lo gastan: boda, baby shower, bautismo, primera comunión, graduación, boda y entierro, y así por generaciones y generaciones de ilusos que creen que hay algo más que dinero detrás de todo este circo.

 

Marzo 30 de 2017

jueves, 6 de abril de 2017

Cuento: El matrimonio perfecto

Por Javier Brown César

Era el matrimonio perfecto, todos lo comentaban, con cincuenta años de casados representaban la pareja ideal: siempre juntos y contentos, ella, con sus blancos cabellos que parecían torundas de algodón perfectamente ordenadas sobre una cabeza altiva y serena; él, un auténtico caballero de los de antes, con su calva profusa que dejaba a los lados los resquicios de una vida de sabiduría y experiencias invaluables. Se les veía juntos en todos los eventos, agarrados de la mano, sonriendo siempre, exudando éxito y bienestar. Nadie ha sido capaz de demostrar que alguna vez hayan tenido alguna pelea, ni sus catorce hijos y menos sus cuarenta nietos y biznietos. Eran, a decir de todos, el matrimonio prefecto. Sus vecinos hablaban de forma unánime de una pareja ejemplar: ella devota y justa, él diligente y trabajador; ella ama de casa servicial y atenta, él un caballero incomparable.


Un buen día amanecí con una sorprendente noticia: un par de respetables y muy queridos miembros de la comunidad habían muerto: el, un hombre ya mayor yacía agonizante al lado de su esposa, una reconocida activista social que había ayudado a miles de personas y a la que había apuñalado con saña sin igual. En la foto del periódico reconocí a la pareja que tanto admirábamos. En sus últimos segundos de vida el confesó el crimen y literalmente dijo: siempre nos odiamos pero no queríamos que nadie lo supiera. ¡Lástima! Parecía el matrimonio perfecto.

 

Abril 2 de 2017

lunes, 3 de abril de 2017

Cuento: Iatrogenia

Por Javier Brown César


Ese día lo internaron por un severo cuadro, que decían que era influenza. En cuanto llegó al hospital, su situación comenzó a agravarse después de los primeros cuidados: la fiebre no cedía, así que hubo que aplicar medicamentos cuya eficacia ya había sido probada, pero cuyo elevado costo hubiera ofendido a estoicos e impávidos; eso no importaba, la familia tenía recursos suficientes: casas en playas, automóviles de colección, relojes de lujo, joyas indescriptibles. Ustedes atiéndalo, que la familia paga. A pesar de todo no mejoraba, al contrario, su salud se deterioraba poco a poco. Así que los médicos decidieron realizar un escaneo. Encontraron extrañas malformaciones que sus familiares no eran capaces de comprender, pero que era necesario extirpar -el abuelo recordó que los mecánicos de antes hacían lo mismo con los autos, pero en su delirio senil fue incapaz de comunicar esa lúcida relevación a los demás. Así que lo operaron para extirparle todo aquello que le causaba tanto malestar. Cuando despertó sentía que había pasado un segundo desde que entró al hospital, pero había estado ahí semanas, que en términos monetarios representaban una pequeña fortuna; pero sus familiares lo amaban tanto que la venta de la casa de Valle de Bravo bien valía la pena. Días después salió del hospital totalmente recuperado, con una pequeña cicatriz en el abdomen y algunos cientos de miles de pesos menos en su cuenta de banco, pero eso no le importaba. Antes de salir del nosocomio el abuelo, usualmente incontinente, entró a un cubículo pensando que era el sanitario y sin que nadie lo viera escuchó una conversación que ni comprendió cabalmente ni era capaz de comunicar a nadie, dada su avanzada demencia:

 

Ya sabe enfermera, el hotel de siempre, gran turismo, por un mes, y el vuelo en primera clase, pero eso sí, no me pase llamadas mientras esté fuera, y menos de la familia de ese estúpido ricachón que operamos hace algunos días.

 

Marzo 29 de 2017

sábado, 1 de abril de 2017

Cuento: La salamandra del diablo

Por Javier Brown César


Comunico el descubrimiento de una nueva especie a la que he denominado la salamandra del diablo, un extraño engendro que sería inexplicable si no recurriéramos a la ficción de fusionar serpiente, dragón y salamandra. Se trata de un ser exótico en su complexión, parecido a una salamandra, con piel azul brillante y motas rojas de un fulgor seductor; no obstante, carece de extremidades, de una cabeza prominente y de la lengua viperina de las serpientes. Los ojos, incrustados en la parte superior de este ser inconcebible, que en su dorso presenta alas incipientes, son dos diabólicas pupilas fijas contenidas por globos oculares, blancos como la fusión de todos los colores, que rodean esos impenetrables abismos ausentes de color, en los que se pierde uno en una insondable oscuridad. Este ser, de diez centímetros de diámetro y treinta de longitud vive en el agua, y en ella se regodea y retuerce, con movimientos ondulatorios que recuerdan a esos seres bífidos y traicioneros que en un instante inyectan su veneno mortífero. Sumergida por completo en el elemental líquido, no saca su cabeza para respirar, pero se mantiene atenta a lo que pasa en torno suyo, desplegando su cuerpo en espirales que muestran su brillante cuerpo azul y los destellos rojizos que hipnotizan al observador incauto, invitándolo a destapar el contenedor; quien obedece este mandato del averno escucha un grito devastador que aturde y ensordece, hasta que se tapa de nuevo el envase. En resumen, se trata de un ser extremadamente peligroso y profundamente seductor, que no sabemos qué pueda hacer si logra escaparse de su encierro: todo parece indicar que es capaz de inyectar su poder demoniaco en todo lo que lo rodea. En estos momentos no estoy seguro de no haber sido poseído por una fuerza que parece emanar del mismísimo diablo a través de esta insólita criatura.

 

Marzo 27 a 1 de abril de 2017