viernes, 3 de julio de 2015

Cuento: El banco nunca pierde

Por Javier Brown César

No amigo, el negocio de los bancos es como el de los casinos, la casa nunca pierde. Trabajé 30 años en un banco. La vida en ese trabajo es la de un esclavo, comienza muy temprano en la mañana y termina después del cierre. Hay días en que las filas son interminables y días en los que no sabe uno qué hacer para no aburrirse porque la gente nada más no llega. Pero no puedes ver la televisión o jugar en la computadora porque tu terminal está destinada sólo a los servicios financieros y la televisión pasa interminables anuncios que enaltecen las bondades del banco. Se puede hablar con el compañero de al lado, pero después de algunos meses de pláticas interminables conocemos los milagros, gracias y obras de todos en la oficina y después sólo nos queda hablar de las noticias, de los chismes, romances, aventuras y dislates de los colegas. Si tienes suerte y puedes estudiar asciendes, en caso contrario te quedas ahí, porque además el banco te encadena con los préstamos para casa y automóvil, a tasas preferentes ciertamente, pero con el magro salario que te pagan terminas liquidando el capital después de décadas de horripilante trabajo.

Todos los días tienes que enfrentarte a la tortura de los arqueos de caja y si las cuentas no te cuadran estás frito. Todos los días ves circular una cantidad impresionante de personas, toda una geografía humana de la ciudad, en la que puedes descubrir tanto la desesperanza del pobre que cobra un cheque por cantidades miserables, como la arrogancia del rico que llega rodeado de sus secuaces y que te exige y demanda el mejor servicio y la mejor de las sonrisas, aunque tu hijo esté en el hospital gravemente enfermo o aunque tu padre haya muerto el día anterior. Tienes que procesar la diaria inconformidad de una pléyade de clientes que, con justa razón, se queja de un servicio ineficiente por el que además se pagan altas comisiones.

Como te decía, el banco nunca pierde. Si crees que depositando todos tus ahorros en una cuenta obtendrás los altos rendimientos que te anuncian, estás equivocado, porque al final del año tendrás menos dinero del que invertiste; la inflación se habrá devorado una parte de tus ahorros. ¿Y qué crees que hace el banco con tu dinero? Se lo presta a otros a tasas altas de tal forma que lo único que hace es intermediar entre la riqueza de algunos y las aspiraciones y las necesidades de otros. El banco gana si compras divisas, porque las paga a un precio más bajo del que las vende; también gana con cada transacción en la que se cobran comisiones; gana con los seguros, porque el riesgo está calculado y la prima es siempre proporcional al riesgo, por lo que si alguna vez te roban, habrás pagado más por el seguro que lo que el banco te da a cambio del bien robado. Y al final, después de tanto perder con los bancos, si éstos llegan a quebrar siempre hay un gobierno o un banco central que los rescate de la quiebra. Pero si tú quiebras no habrá nadie que te ayude. Así de crueles son los bancos, son maquinarias impersonales, egoístas, movidas por la usura y al servicio de la mercantilización generalizada de la vida.

Y aquí me tienes, después de 30 años, deseando no saber nada del mundo, habiendo visto que mis mejores años pasaron sin que apenas me diera cuenta. Encerrado ahora en esta pequeña oficina trato de vivir como siempre he querido, pero las fuerzas me abandonan y las ideas no llegan a mi mente. Es una desgracia que la vida transcurra así y que vea que lo que me queda de vida no será suficiente para disfrutar del dinero, que con tanto trabajo ahorré y de la casa que tanto sudor compré. Porque ¿sabes una cosa querido amigo? Ayer me dijeron que tenía cáncer y que no viviré más de un año.

Julio 3 de 2015

2 comentarios:

  1. Fuerza Javier! Estoy estudiando algunas cosas sobre el dinero y terminé buscando "El banco nunca pierde" que es a lo que estoy llegando. Muchas Gracias por el post, espero que estés bien. Un abrazo.

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    1. Al final, después de muchos desvelos y de haber sido víctima de los bancos, se da uno cuenta de a quién realmente sirven. Saludos

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