Comentarios a las Observaciones Filosóficas de Wittgenstein
“La corriente de la vida, o la corriente del mundo, fluye y
nuestras proposiciones son verificadas en determinados instantes. Luego son
conmensurables con el presente”. No. 70
1. Wittgenstein afirmó que el concepto de comprensión es un concepto
fluido. Esto ubica al lenguaje en la historia. ¿Qué sucede con una proposición
que no puede ser verificada en el instante actual? Parece que el sentido de
toda proposición es que pueda ser verificada en cualquier instante, aunque sólo
sea por parte del quien la pronunció y en el instante que éste la pronuncia.
¿Pero no será acaso reivindicar al lenguaje privado? Parece por el contrario,
que la idea de Wittgenstein se refiere más a una verificación colectiva en un
momento dado.
“Un modo equívoco de representación en nuestro lenguaje es el uso
de la palabra “yo”, sobre todo cuando se le usa en la representación de la
vivencia inmediata. ¿Cómo sería el que una vivencia así fuera representada sin
usar el pronombre personal?” No. 78
2. La vivencia inmediata es siempre mía: mi experiencia, mi dolor, mi
placer. La cuestión de fondo parecer ser lo que la palabra “yo” exprese, sea
una unidad trascendental de fenómenos, sea la permanencia de un conjunto de
estados de conciencia. Cuando digo “yo”, ¿a qué me refiero?
“La generalidad de una aseveración matemática es diferente de la
generalidad de la proposición probada. Una proposición matemática es una
alusión a una prueba. Una generalización sólo tiene sentido si ella -i. e.
todos los valores de sus variables- está completamente determinada”. No.
133.
3. ¿No podrá de aquí deducirse acaso la imposibilidad de aplicar el
modelo matemático puro a las generalizaciones relativas a nuestra experiencia o
a las generalizaciones científicas? ¿No acaso puede haber generalizaciones no
expresables matemáticamente? Ello parece conectarse con los problemas por los
que atraviesa la física actual respecto a las partículas subatómicas y a la
necesidad de hacer uso de la estadística en lugar de la matemática pura para
acercarse a estas realidades. Con ello se critican las ideas de Russell y su
formalismo.
“Un sistema es una serie de formas y es precisamente en las reglas de
la serie que se describen las iteraciones que de manera sucesiva generan a sus
miembros”. XIII
4. Así por ejemplo, el sistema político, el cual consta
fundamentalmente de dos series de formas: unas de carácter normativo (las
leyes) y otras transmitidas generacionalmente por la sociedad (usos y
costumbres, tradiciones, estereotipos, prejuicios, etc.) Las formas normativas
establecen un límite a las formas de interacción social. Ambas formas tienen
sus reglas propias, pero las reglas de las formas de interacción social no
deben contradecir a las reglas de las leyes. Quizá la diferencia entre la
organización social conocida como Estado y las formas de organización social
anteriores (no necesariamente en el tiempo, sino en cuanto a perfección) sea la
relativa presencia o relativa ausencia de leyes que limiten las formas de interacción
social. Puede también considerarse que ambas formas se oponen, a partir de la
diferenciación que se ha establecido entre lo público y lo privado (como dos
esferas).
Comentarios a la Gramática Filosófica de Wittgenstein
“Una oración es un código: ¿En qué momento de la traducción comienza
la comprensión?
Las palabras de una oración son arbitrarias; las sustituyo, pues, por
letras. Pero ahora no puedo pensar inmediatamente el sentido de la oración en
la nueva expresión” Número 81
5. Todo lenguaje formalizado tiene el carácter de la mediatez. La
formalización, como tal, se mueve en un plano de abstracción donde se pierde el
contacto inmediato con la realidad. Entre más se formaliza un sistema más
abstracto deviene, y por ende, resulta más mediatizado y mediatizador, y más
nos aleja de la realidad sensible. Un lenguaje o un sistema formalizados son
entonces abstractos (las matemáticas, la lógica simbólica).
“¿Cuál es el criterio para determinar que una expresión quiere decir
eso? Una cuestión acerca de la relación entre dos expresiones lingüísticas. A
veces una traducción a otro modo de representación”. Número 83
6. La función de las definiciones verbales es sustituir una expresión
desconocida por otra expresión conocida. Acudir a un diccionario se convierte
en muchas ocasiones en una labor de búsqueda de expresiones sustitutas o
sucedáneas. La traducción a otro modo de interpretación es plena (completa y
correcta) si el sentido original de la expresión se mantiene en el nuevo
contexto, o sea, si su referencia al mundo real no se pierde. En muchas
ocasiones traducir una expresión a otro modo de representación se realiza
sustituyendo una expresión por otra considerada como equivalente, aunque los
códigos de ambas puedan parecer tan diferentes: lo importante es que
signifiquen o se refieran a un mismo hecho de experiencia o a una misma
cosa.
“¿No hay acaso un hueco entre orden y ejecución? “Lo comprendo, pero
sólo porque agrego algo, a saber, la interpretación” -pero si dijera; “Toda
oración requiere una interpretación”, eso significaría: ninguna oración puede
ser comprendida sin algo adicional”.
No. 87
7. La conclusión parece ser válida, o sea, una oración no puede ser
comprendida por sí misma. Las oraciones sólo tienen sentido en una situación
histórica que marque su contexto y a partir de la existencia de un intérprete.
Si el caso es el de una orden, lo primero es comprender aquello a lo que la
orden se refiere, después interpretar el sentido de la orden y finalmente
ejecutar lo establecido en la orden. Véase también el número 313: “No importa
cuántos pasos intermedios intercale yo entre el pensamiento y su aplicación, a
un paso intermedio sigue siempre, de manera inmediata, el siguiente, del mismo
modo que la aplicación sigue al último paso intermedio. No podemos atravesar el
puente hacia la ejecución (de una orden) antes de estar allí”.
“En un lenguaje que nos es familiar experimentamos las diversas clases
de palabras de manera completamente distinta. La uniformidad de las palabras
nos es clara sólo en un idioma extraño”.
No. 109
8. En nuestro lenguaje las diversas clases de palabras tienen
diferentes usos. Parece ser entonces el uso el que hace la diversidad, de tal
manera que en un idioma extraño, al no estar familiarizados con este uso
particular de las palabras, llegamos a la conclusión de la indiferencia de una
palabra respecto a otra, simplemente por semejanza externa (visual, auditiva,
etc.). Así, por ejemplo, en el idioma chino existen términos cuyo significado
varía de acuerdo a su uso, pero cuya escritura y pronunciación es totalmente
igual, su diferente significado sólo puede descubrirse a partir de un contexto
en donde el uso interviene de manera decisiva.
“¿Es el significado realmente sólo el uso de la palabra? ¿No es la
manera en la cual este uso interviene en la vida?” No. 123
9. Aquí puede apreciarse la influencia que el pragmatismo ha tenido en
el segundo Wittgenstein. El significado está determinado por una cuestión de
índole meramente práctica. Entonces el nombre es totalmente arbitrario y puede
ser sustituido por otro (“¿Si me decidiera usar una nueva palabra en lugar de
“rojo”, ¿cómo se mostraría que esa palabra ha tomado el lugar de “rojo”? No.
111), ¿cómo saber que una palabra sustituye a otra para designar el mismo
objeto? Por medio de la manera como su uso interviene en nuestra vida.
Consecuencia: nominalismo.
“¿No son nuestras oraciones parte de un mecanismo? Como en una
pianola. Pero, ¿qué tal si ésta se encuentra descompuesta? Entonces, no es el
efecto, sino el propósito, lo que constituye el sentido de los signos (las
perforaciones en el rollo de la pianola) Su propósito dentro del mecanismo”.
10. Aquí está la teoría instrumentalista del lenguaje. Pero si el
propósito constituye el sentido de los signos y no su efecto, entonces ¿es
posible tener un propósito al emitir una orden y que su efecto sea exactamente
contrario al propósito que se buscaba al emitirla? Claro que sí. Además ¿qué
sucedería si el mecanismo estuviera siempre descompuesto?: entonces produciría
siempre otros efectos diferentes a los originales y sería en absoluto
desconocido en su sentido original. ¿Podría haber un sistema político, por
ejemplo, en el que los gobernantes tuvieran un propósito con sus comunicados,
pero que un descompuesto mecanismo de opinión pública los transmitiera de tal
manera que produjeran efectos contrarios a los que se buscaban?
“Se llama comprensión a un estado mental y se caracteriza como un
proceso hipotético”. No. 157
11. ¿Cómo interpretar este estado hipotético? Supongamos, yo recibo
una instrucción, pienso comprenderla y entonces actúo en concordancia con ella,
la hipótesis entonces se demuestra en el momento de actuar. La comprensión es
un proceso hipotético, porque sólo deja de ser hipótesis cuando tiene efectos
reales para la acción. De tal manera, comprensión sin acción parece ser algo
absurdo. Entonces, toda experiencia genuina de comprensión debe llevarme a la
acción; sólo entonces las hipótesis enunciadas en la comprensión se demuestran
o no, por sus consecuencias prácticas. ¿Pero qué pasa cuando la comprensión no
conduce de manera inmediata a la acción?
“Ningún signo nos lleva más allá de sí mismo”. No. 221
12. Si esto es así, entonces todo nuestro sistema de signos sólo se
remite a sí mismo. Con ello se cierra el signo a la trascendencia y al mundo
real. Resultado: el sistema de signos sólo vale por su uso, pero no existe un
sentido que remita a la realidad, ni a algo que esté más allá de esta realidad.
Pero si el signo lleva implícito un más allá, entonces su riqueza no está sólo
en su uso sino en un sentido más profundo. Entonces la metafísica es posible,
porque el signo está abierto a algo diferente. Entonces, el signo remite algo
que hay que buscar, porque se encuentra fuera del sistema de los signos. El
signo del pan en la comunión no remite acaso a algo diferente que a sí mismo,
entonces ¿no se cierra también Wittgenstein a toda teología? Se podría pensar
que esta es una frase aislada, pero entonces ¿cómo explicar el que se repita,
casi textualmente en las Observaciones filosóficas (XII p. 155): “Reflexionamos
demasiado poco en que el signo realmente no puede significar más de lo que es”.
“La tarea de la filosofía no es la creación de un lenguaje ideal, sino
aclarar el uso del lenguaje existente”.
No. 223
13. Este es el fin terapéutico de la filosofía, según Wittgenstein,
pero si aclaramos el uso del lenguaje existente, entonces ¿no cerramos con ello
el lenguaje a la analogía? Pero además este aclarar su uso ¿no se convertirá
acaso en una labor imposible?, ya que para aclarar el uso del lenguaje lo tengo
que hacer remitiéndome a los casos en que éste se usa, pero ¿no tienden estos
casos a ser ilimitados? O ¿acaso se refiere la aclaración del uso a un
promedio, a una norma? Entonces, la aclaración del uso puede cerrarse a la analogía
del lenguaje, ya que el signo queda encuadrado dentro de un uso particular,
específico y por ende, cerrado (esquemático). ¿Acaso las palabras no significan
algo más allá que su mero uso? Habría que ir más allá del concepto utilitario
del lenguaje. ¿Qué pasa entonces con la poesía? Pero además, ¿qué pasa cuando
el lenguaje se usa para disfrazar la realidad? ¿No acaso entonces aclarar el
uso es poner en evidencia su uso falaz, mediante la comparación de lo que es
falso con lo que es verdadero? Aún más, la verdad no consiste en la claridad,
aunque la claridad es una nota de ciertas verdades. Aclarar entonces no
necesariamente nos pone en contacto con la verdad, pudiendo sólo ser un
preámbulo para prepararnos para la recepción de la verdad: v. gr. fui injusto
en algún momento dado, aclaro entonces mis pensamientos y me doy cuenta de la
injusticia, sólo entonces estoy preparado para confesar mi injusticia y
arrepentirme (sólo después de esta confesión y de este arrepentimiento estoy
listo para conocer o recibir en mi la verdad -la palabra de Dios, la
comunión-).
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