Estaba
al frente de la misión. No sabíamos que encontraríamos, pero el peligro
acechaba en cada rincón de esa casa, que más que vivienda tradicional con sus
cuartos y jardines, parecía un complejo de trincheras interconectadas por el
peligro inminente.
Guié
a mis hombres, marchando por delante, como lo debe hacer cualquier líder
honesto, tentando el camino, olfateando el ambiente, mirando a todas partes. Nos
adentramos en la construcción, paso a paso. Ante nosotros se presentó un
pasillo con tres habitaciones a la izquierda y un jardín a la derecha,
custodiado eficazmente por una barda de concreto de más un metro de altura.
Sabía
que detrás de la barda podríamos encontrar cualquier ser vivo u obstáculo que
pondría en riesgo la misión. Aun así avancé lentamente. La primera habitación
no tenía puerta, de hecho, era un basto recinto en el que había arañas e
iguanas, conviviendo en una extraña simbiosis.
Fue
entonces que lo vi, me encaró de frente, era un enorme lagarto de unos cinco
metros de longitud, a simple vista supe, por la particular configuración de su
hocico, que se trataba de un cocodrilo. El gigantesco reptil se aproximó a mí.
En ese momento fue “conciente” de que estaba a su alcance y que de una
dentellada podría acabar con mi vida. Rápidamente retrocedí y me escabullí a
una habitación que se encontraba antes del pasillo y sus habitaciones
misteriosas. A diferencia de la habitación para arácnidos e iguánidos que había
visto, esta era común y ordinaria, con una cama forrada por un edredón rojo, un
buró y una lámpara. Rápidamente me interné en la habitación seguido por mi
persecutor. Entonces, apoyándome en el colchón de la cama, salté por encima de
él y cerré rápidamente la puerta. Una bestia había sido encerrada.
Regresé
con mi pequeño y expectante ejército justo para percibir que algo se movía en
la tercera habitación. Pasamos de largo por el mundo de las arañas y las
iguanas, cerré la segunda de las puertas y me adelanté al grupo. Ante mí se
encontraba una inmensa cobra con un cuerpo de aproximadamente treinta
centímetros de diámetro con una cabeza tan grande como la de un perro doberman.
La cobra yacía a la espera. Quedé petrificado por el impacto, la bestia se
abalanzó y entonces cerré la puerta golpeándola en la cabeza. Una tercera bestia
había sido encerrada.
Pasé
con mis hombres por el final del pasillo tapizado de lodo e inmundicia para
adentrarnos en la siguiente sección de la vivienda. No podía imaginar que ese
pasillo había sido diseñado para impedir la llegada de cualquier ser vivo a la
gran habitación azul que ante nosotros se imponía. En el medio, una enorme
pecera guardaba a la más maravillosa y terrible de las bestias vistas alguna
vez por el ojo humano.
Era
difícil saber si se trataba de un ser de otro mundo, una creación de la
imaginación delirante o la visión de una quimera. Un monstruo anfibio de un
metro de largo nos contemplaba desde su roja coraza. Jamás he visto un rojo más
intenso ni sentido un peligro más grande. Su coraza brillaba como si fuera de
metal, la bestia parecía una especie de híbrido entre langosta y escarabajo.
Sus pequeños ojos oteaban a los presentes desde una negrura inescrutable.
Nos
acercamos lentamente. La bestia inmóvil parecía aguardar a su presa. La pecera
se rompió y la bestia quedó en medio. Una enorme llamarada salió de su boca y
cubrió a mis hombres. El caos se hizo presente, algunos se arrastraban por el
piso, otros huían despavoridos y los menos dirigían las ráfagas de sus armas de
fuego a la bestia, que inmune a las balas, arrojaba por su boca fuego de un
rojo intenso. Sentí un fuerte golpe y caí viendo ante mis ojos una negrura
interminable.
Yazco
ahora en total reposo, con quemaduras de primer y segundo grado. Todos los
miembros de mi equipo murieron incinerados y sus cuerpos carbonizados están en
la morgue, en espera de ser reconocidos, todos salvo el cuerpo del ingeniero.
Me pregunto qué habrá pasado con la bestia abominable que fue capaz de acabar
con veinte seres humanos en cuestión de segundos. Más allá todavía, me pregunto
no sólo de dónde procede o quién fue su creador, sino en manos de quién estará.
Sé que un monstruo poderoso y acorazado, con esas características y
aparentemente invulnerable es un arma descomunal al servicio de la industria de
la muerte. El sueño me invade y llega a mí la visión de la fiera, brutal, inexplicable,
misteriosa.
Febrero
17 de 2009
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