El Estado es el gran padrino.
Esta era la tesis fundamental de mi profesor de filosofía política. No voy a
decir su nombre por temor a mancillar su memoria, porque sus ideas rayaban en
el más crudo anarquismo. Tengo cuadernos llenos de notas de sus clases y
grabaciones de largos monólogos que dejaban a todos pasmados e inmóviles en sus
asientos. Como dijo algún gran pensador, toda filosofía se basa en una sola
idea y la tesis del Estado como el gran padrino era la idea del profesor. Supe
que murió hace unos días de forma un tanto extraña, así que en homenaje a él
transcribo sus tesis principales.
Una de las más grandes
aberraciones que ha parido el género humano es el Estado, un monstruo
abominable que devora a sus hijos como el Saturno de Goya. Este ser infecto se
ha constituido en el gran jefe de todas las mafias, en el gran padrino que encabeza
las mafias sindicales y patronales; las que administran cárceles, talleres y
escuelas; las que proveen agua y alumbrado; las que recolectan basura y ordenan
mercados; las que regentean prostitutas y prostitutos, las que distribuyen
droga y piratería; en el líder de la delincuencia clandestina y abierta, así como de
quienes deberían darnos seguridad.
Esta aberración humana, este
Frankenstein, es a la vez el Estado policía que paradójicamente reprime con
singular violencia a quienes lo sostienen con sus tributos; es el educador que fraudulentamente
toma a nuestros hijos con la promesa de hacer de ellos mejores ciudadanos y
trabajadores y los arroja a un mercado laboral que ofrece trabajos miserables;
es el cobrador de impuestos que impone a todos tributos a cambio de los cuales
devuelve bienes y servicios de pésima calidad; es el que envía al transporte
público subterráneo a los pobres y construye vialidades en las alturas para los
lujosos autos de los más pudientes; es el Estado restrictivo que limita
nuestras libertades de forma arbitraria y que constantemente está pariendo
leyes que cada vez se meten más en nuestras vidas privadas y en nuestras familias
restándonos autonomía; es el regulador que controla todas las actividades,
privatizando los beneficios y socializando los costos.
Este ser vituperable es el
promotor de la mercantilización generalizada de la vida cotidiana, que convierte
todo en mercancía intercambiable y que invierte los valores al lograr que valga
más el tener que el ser; es el constructor de la trivialización de todo lo
humano, de la vulgarización ilimitada de la existencia, de la depauperación
arbitraria de gentes talentosas; es el creador de la pérdida de sentido de nuestras
vidas, el productor de una cultura superficial y absurda; es el ente que le
quitó al deporte, su capacidad expresiva como logro del género humano, para
convertirlo en un negocio miserable, en el que ganan unos pocos y pierden los
más.
Esta construcción desastrosa es
la que ha invertido todos los valores, encumbrando a espíritus malignos, mezquinos,
egoístas y mediocres y sepultando los anhelos de personas talentosas; es el que
ha convertido nuestra vida en un circo y nuestra diversión en una telenovela
barata; es el que nos ha ofrecido productos que acaban con nuestra salud y con
nuestro medio ambiente; es el creador de amplios cinturones de miseria que
rodean las ciudades y amenazan de forma permanente con hacer que la paz basada
en la coexistencia de ricos y miserables, se convierta en una guerra de todos
contra todos. Este gran padrino nos ha quitado nuestros sueños y limitado
nuestros proyectos, nos ha hecho perder la esperanza y nos hace ver el futuro
con enorme pesimismo.
¿Acaso la alternativa es el buen
salvaje de Rousseau? ¿Y qué pasaría con la tesis de Hobbes, del homo homini lupus, en un Estado de
naturaleza absolutamente brutal? ¿Sin este gran padrino nos convertiremos acaso
en peores bestias de las que ya somos? ¿Pudo este ser bestial evitar que
millones de personas murieran en el siglo pasado y en lo que va de este? ¿Acaso
se justifica su existencia cuando ha sido incapaz de proteger la vida y el
patrimonio de quienes le han cedido su poder de decidir y de actuar, así como su
autonomía y sus libertades? Yo no sé ustedes, pero a mí me dan ganas de darme
un tiro.
Marzo 12 de 2015
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