jueves, 12 de marzo de 2015

Cuento: El gran padrino

El Estado es el gran padrino. Esta era la tesis fundamental de mi profesor de filosofía política. No voy a decir su nombre por temor a mancillar su memoria, porque sus ideas rayaban en el más crudo anarquismo. Tengo cuadernos llenos de notas de sus clases y grabaciones de largos monólogos que dejaban a todos pasmados e inmóviles en sus asientos. Como dijo algún gran pensador, toda filosofía se basa en una sola idea y la tesis del Estado como el gran padrino era la idea del profesor. Supe que murió hace unos días de forma un tanto extraña, así que en homenaje a él transcribo sus tesis principales.

Una de las más grandes aberraciones que ha parido el género humano es el Estado, un monstruo abominable que devora a sus hijos como el Saturno de Goya. Este ser infecto se ha constituido en el gran jefe de todas las mafias, en el gran padrino que encabeza las mafias sindicales y patronales; las que administran cárceles, talleres y escuelas; las que proveen agua y alumbrado; las que recolectan basura y ordenan mercados; las que regentean prostitutas y prostitutos, las que distribuyen droga y piratería; en el líder de la delincuencia clandestina y abierta, así como de quienes deberían darnos seguridad.

Esta aberración humana, este Frankenstein, es a la vez el Estado policía que paradójicamente reprime con singular violencia a quienes lo sostienen con sus tributos; es el educador que fraudulentamente toma a nuestros hijos con la promesa de hacer de ellos mejores ciudadanos y trabajadores y los arroja a un mercado laboral que ofrece trabajos miserables; es el cobrador de impuestos que impone a todos tributos a cambio de los cuales devuelve bienes y servicios de pésima calidad; es el que envía al transporte público subterráneo a los pobres y construye vialidades en las alturas para los lujosos autos de los más pudientes; es el Estado restrictivo que limita nuestras libertades de forma arbitraria y que constantemente está pariendo leyes que cada vez se meten más en nuestras vidas privadas y en nuestras familias restándonos autonomía; es el regulador que controla todas las actividades, privatizando los beneficios y socializando los costos.

Este ser vituperable es el promotor de la mercantilización generalizada de la vida cotidiana, que convierte todo en mercancía intercambiable y que invierte los valores al lograr que valga más el tener que el ser; es el constructor de la trivialización de todo lo humano, de la vulgarización ilimitada de la existencia, de la depauperación arbitraria de gentes talentosas; es el creador de la pérdida de sentido de nuestras vidas, el productor de una cultura superficial y absurda; es el ente que le quitó al deporte, su capacidad expresiva como logro del género humano, para convertirlo en un negocio miserable, en el que ganan unos pocos y pierden los más.

Esta construcción desastrosa es la que ha invertido todos los valores, encumbrando a espíritus malignos, mezquinos, egoístas y mediocres y sepultando los anhelos de personas talentosas; es el que ha convertido nuestra vida en un circo y nuestra diversión en una telenovela barata; es el que nos ha ofrecido productos que acaban con nuestra salud y con nuestro medio ambiente; es el creador de amplios cinturones de miseria que rodean las ciudades y amenazan de forma permanente con hacer que la paz basada en la coexistencia de ricos y miserables, se convierta en una guerra de todos contra todos. Este gran padrino nos ha quitado nuestros sueños y limitado nuestros proyectos, nos ha hecho perder la esperanza y nos hace ver el futuro con enorme pesimismo.

¿Acaso la alternativa es el buen salvaje de Rousseau? ¿Y qué pasaría con la tesis de Hobbes, del homo homini lupus, en un Estado de naturaleza absolutamente brutal? ¿Sin este gran padrino nos convertiremos acaso en peores bestias de las que ya somos? ¿Pudo este ser bestial evitar que millones de personas murieran en el siglo pasado y en lo que va de este? ¿Acaso se justifica su existencia cuando ha sido incapaz de proteger la vida y el patrimonio de quienes le han cedido su poder de decidir y de actuar, así como su autonomía y sus libertades? Yo no sé ustedes, pero a mí me dan ganas de darme un tiro.


Marzo 12 de 2015

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