sábado, 20 de mayo de 2017

Cuento: El imperio de los perversos

Por Javier Brown César

Contrario a lo que opinan ingenuos como Thomas Carlyle, la historia no ha sido escrita por grandes hombres, sino por seres humanos degenerados, perversos, enfermos de poder, dolidos físicamente y mentalmente insanos. Hombres que han utilizado todos los medios a su alcance para causar guerras, masacres y hecatombes; para asesinar a sus propias familias, a sus hijos y esposas, a sus madres y padres. Esto ha sido así, desde que el primer ser humano tiró la primera piedra o utilizó la primera rama de árbol para asesinar cruelmente a su amigo, a su hermano, a su padre o madre, todo para conseguir favores, riqueza, fama o poder. Thomas Hobbes fue el primero que reveló la naturaleza profundamente conflictiva de las comunidades humanas, fue él quien desentrañó los más ocultos motivos para asesinar, robar y ultrajar: competencia, inseguridad y fama son los resortes ocultos que han movido al mundo, desde que existen las primeras grandes civilizaciones. Desde entonces, los perversos han utilizado las ideas, las religiones, la música, el deporte, la prensa, el arte, las creencias, los valores, la fuerza y todos los medios posibles a su alcance para aprovechare de la ingenuidad, la ignorancia y la desnutrición, movilizando a unos seres humanos contra otros, en una interminable guerra fratricida que parece no tener fin. Los grandes hombres glorificados hoy fueron asesinos perversos, seres astutos que enfrentaron a hermanos con hermanos, para nutrir su descomunal sed de poder y venganza. Ellos son los auténticos vampiros que se han sentado en tronos de huesos, carne y sangre, que han fincado su poder sobre ciudades asentadas encima de cadáveres de millones de seres inocentes. El mal impera en el mundo, no como demonio abstracto, sino como la capacidad inmensa de quienes tienen los medios de la astucia y el engaño para inducir masacres, guerras y hambrunas. Ellos son la encarnación del mismísimo diablo, ellos son el mal real, el supremo ser malévolo que ha gobernado la historia de la humanidad por decenas de miles de años. Su dominio se yergue sobre la sangre de inocentes, su degeneración no conoce límites, su odio y su soberbia son indescriptibles. Ante la vista de este imperio de los perversos sólo me queda aventurar una hipótesis: si Dios existe creó al ser humano en el sexto día y en el séptimo, que es en el que todavía vivimos, descansó; así que cuando despierte, ésta pesadilla causada por demonios traviesos, se habrá acabado. Tengo la esperanza de que esto será realidad, en caso contrario, el imperio de los perversos no tendrá fin y su dominio será eterno.

 

Mayo 16 de 2016

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