Me diagnosticaron cáncer hace unos
meses. Desde entonces me han intervenido quirúrgicamente en varias ocasiones y han
llenado mi cuerpo de sustancias devastadoras que me tienen cimbrado de pies a
cabeza; todo para satisfacer los sueños de una familia que cree que voy a vivir
más tiempo del que debiera. Pero sé que todos sus anhelos son vanos y que
fueron engañados por un sistema que está diseñado para ordeñarle a uno hasta el
último centavo. Quisiera tener el derecho a morir con dignidad, y eso significa
dejar que la enfermedad acabe conmigo sin que una ansiosa turba de médicos
ambiciosos quieran extraer el dinero que mi familia ahorró con tantos esfuerzos
durante años y años de trabajo. Dicen que las probabilidades de sobrevivir son
remotas, pero a la vez alimentan los sueños ingenuos de una familia que me
adora, con la vana promesa de que tal vez pudiera ser un caso entre un millón que
supere la enfermedad; con esta esperanza alimentan los sueños de mi familia que
día a día ve cómo pierdo gradualmente la dignidad, además de mi cabello, mis
dientes y partes de mi cuerpo. Ya me han
amputado extremidades, jugando a ser dioses que más bien parecen niños dándole
toques eléctricos a un casi cadáver para mantenerlo vivo unos instantes más,
mientras el cáncer me sigue acabando. Todo porque mi familia trata de
mantenerme vivo unos días más. Qué vida es esta que vivo ahora, un tiempo extra
en el que ya no soy consciente de quién soy, ni de qué quiero; ya no pienso, ni
amo, sólo sufro de forma interminable una nausea de existencia que no termina y
que sólo vale la pena de ser vivida cuando me dan un poco de sedante. Y vuelvo
al principio y pienso que si no me hubieran presionado con sus estúpidas ideas
de que podía ser un caso entre un millón, habría decidido morir con dignidad y
dejar que el implacable cáncer terminara poco a poco con mi vida; de esta forma
en lugar de que mi familia gastara una fortuna en tratamientos inútiles hubiera
invertido un poco de sus ahorros en una droga como la morfina que hace que tus
últimos días sean como un sueño en el paraíso, mientras el cáncer te corroe
poco a poco, tal como el ser humano está acabando con este planeta que pronto
no podré ver, porque mi cuerpo mutilado e intervenido químicamente no podrá
resistir los tratamientos de estos médicos sádicos que tratan de mantenerme
vivo a toda costa, a pesar de que todo indica que mañana voy a morir.
Septiembre 8 de 2015