miércoles, 9 de septiembre de 2015

Cuento: Manteniendo vivo lo que queda de mí


Me diagnosticaron cáncer hace unos meses. Desde entonces me han intervenido quirúrgicamente en varias ocasiones y han llenado mi cuerpo de sustancias devastadoras que me tienen cimbrado de pies a cabeza; todo para satisfacer los sueños de una familia que cree que voy a vivir más tiempo del que debiera. Pero sé que todos sus anhelos son vanos y que fueron engañados por un sistema que está diseñado para ordeñarle a uno hasta el último centavo. Quisiera tener el derecho a morir con dignidad, y eso significa dejar que la enfermedad acabe conmigo sin que una ansiosa turba de médicos ambiciosos quieran extraer el dinero que mi familia ahorró con tantos esfuerzos durante años y años de trabajo. Dicen que las probabilidades de sobrevivir son remotas, pero a la vez alimentan los sueños ingenuos de una familia que me adora, con la vana promesa de que tal vez pudiera ser un caso entre un millón que supere la enfermedad; con esta esperanza alimentan los sueños de mi familia que día a día ve cómo pierdo gradualmente la dignidad, además de mi cabello, mis dientes y partes de  mi cuerpo. Ya me han amputado extremidades, jugando a ser dioses que más bien parecen niños dándole toques eléctricos a un casi cadáver para mantenerlo vivo unos instantes más, mientras el cáncer me sigue acabando. Todo porque mi familia trata de mantenerme vivo unos días más. Qué vida es esta que vivo ahora, un tiempo extra en el que ya no soy consciente de quién soy, ni de qué quiero; ya no pienso, ni amo, sólo sufro de forma interminable una nausea de existencia que no termina y que sólo vale la pena de ser vivida cuando me dan un poco de sedante. Y vuelvo al principio y pienso que si no me hubieran presionado con sus estúpidas ideas de que podía ser un caso entre un millón, habría decidido morir con dignidad y dejar que el implacable cáncer terminara poco a poco con mi vida; de esta forma en lugar de que mi familia gastara una fortuna en tratamientos inútiles hubiera invertido un poco de sus ahorros en una droga como la morfina que hace que tus últimos días sean como un sueño en el paraíso, mientras el cáncer te corroe poco a poco, tal como el ser humano está acabando con este planeta que pronto no podré ver, porque mi cuerpo mutilado e intervenido químicamente no podrá resistir los tratamientos de estos médicos sádicos que tratan de mantenerme vivo a toda costa, a pesar de que todo indica que mañana voy a morir.

 

Septiembre 8 de 2015

domingo, 6 de septiembre de 2015

Cuento: Confesiones de un Demiurgo

Por Javier Brown César

- El primer experimento que hice fue un fracaso. Traté de construir un ser que utilizara sus extremidades para algo diferente a la defensa y el ataque, le di la capacidad de transformar su entorno gracias a nuevas habilidades motrices, y mira lo que ha hecho: se dedicó a devastar su medio natural de vida, se volvió el peor ser de su mundo, asesinó y torturó; le di la razón y la utilizó para inventar fantasmagorías inútiles, creó seres irreales y perversos, entidades absurdas a su imagen y semejanza. Ha diseñado ideas desquiciadas para acabar con poblaciones enteras, todo en aras de sus locas especulaciones y elucubraciones. Y ahora no sé que hacer con él. ¿Lo matamos?

 - No, mejor déjalo sufrir, porque es peor matarlo lentamente y a pellizcos que darle la soga para que se ahorque en el acto, porque al final de cuentas, creaste un ser cobarde y pusilánime, incapaz de acabar con su propia vida.

- Este ser ha ido de mal en peor. Al principio asesinó a su vecino para quedarse con sus tierras, sus animales y su mujer, después ambicionó más y al día de hoy extermina a pueblos enteros, sin piedad y sin miramientos, y lo que es peor, sin que le remuerda la conciencia. Antes era un pequeño delincuente común, ahora es parte de una gran organización criminal que mata y extermina al por mayor. Hace mucho tiempo desarrolló armas para defenderse de las fieras y de quien pudiera quitarle lo suyo, luego utilizó las armas para cazar fieras por deporte y para quitarle lo suyo al vecino, y después extinguió especies, colonizó vastos territorios y violó y ultrajó a quien se le confrontara. Desde hace milenios el mal triunfó. Eso pasó cuando asesinaron a un emisario divino. Desde ese entonces estos seres han ido de mal en peor.

- Te reitero lo dicho: déjalo sufrir. Al final de cuentas las armas que diseñó acabarán por exterminarlo, entonces la faz del mundo creado quedará libre de ese ser asqueroso y repugnante.
 

Septiembre 9 de 2015