El loco
Por Javier Brown César
Me lo encontraba
ocasionalmente. Muchos de quienes lo conocían decían que estaba loco, pero hay
quienes afirman que es el ser humano más lúcido que hayan conocido. Un día me
lo encontré afuera de la escuela de párvulos, desaliñado y locuaz, como
siempre. Su prédica era directa. El loco les dijo a los niños: la escuela, es
un engaño, dejen las escuelas y sean libres, ahí no aprenderán nada valioso
para ustedes; pregúntenle a sus amigos que usan aparatos ortopédicos sobre el
dolor que implica usarlos, y ahora piensen que la escuela solo causa dolor y al
final no endereza, ni enmienda, ni da forma a nada; la escuela es un engaño, es
el peor aparato de ortopedia social que han diseñado los adultos. Otro día me
encontré al loco en el centro comercial. Su prédica era directa, aunque parecía
hablarle a nadie y nadie parecía escucharlo. El loco decía: dejen de alimentar
el sistema de dominación y éste caerá por su propio peso; cada quien decide el
tipo de soga con el que se va a ahorcar, no hagan esa elección; dejen de
comprar lo innecesario, solo se vive con poco y eso no lo vende nadie; dejen
de comprar tecnología que caduca en el corto plazo; a los políticos les
digo: en el juego de la política cada quien agarra lo suyo... y escapa,
no jueguen ese juego; a los empresarios les digo: ¡dejen de explotar a los débiles
e ingenuos!; a los trabajadores les digo: no dejen que los exploten sus
patrones que ganan mil veces más que ustedes; ¡rebélense!; a las amas de
casa les digo: no compren cosas superfluas, no les benefician en nada; a
los universitarios les digo: abandonen el barco, ya no va a haber empleos para
ustedes; a todos ustedes les digo: despierten, abran los ojos,
levántense y vayámonos de aquí. Me cansé de oír tantas ideas locas y salí
corriendo de ahí. Desde ese día no he vuelto a ver al loco, pero sus palabras
resuenan de vez en cuando en mis oídos: ¡abran los ojos, levántense y vayámonos
de aquí!
Febrero 5 y marzo 9 de 2014
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