miércoles, 28 de junio de 2017

Cuento: El día del ordenador


Por Javier Brown César

Y llegó el día en que el ordenador escribió una gigantesca y grandiosa "novela", en poco más de dos millones de páginas de incalculable valor y sobresaliente méritos científicos, artísticos, filosóficos y culturales. Todo estaba ahí: desde la Iliada y la Odisea, hasta los argumentos de las novelas que habrán de publicarse por el resto de los tiempos, pero todo había sido mejorado, exaltado, depurado en su lenguaje y con estilo impecable en su confección.

Dicen que en sus millones de páginas se revela el misterio de la creación del universo, que se da la respuesta a preguntas como la existencia de un Dios y la prolongación de la vida humana más allá de su muerte corporal; se diserta con elocuencia acerca del sentido de la existencia, de la misión del ser humano en la tierra, en fin, de todo lo que nos compete y preocupa. Pero también se rumora que para leer, interpretar, valorar y comprender una obra de tal magnitud se requeriría más que una vida.

Desde en que la computadora parió su hijo de dos millones de páginas ya no hay novelistas, ni poetas, ni filósofos ni científicos naturales o sociales; el ordenador lo ha dicho todo. Sólo basta consultar esta vasta enciclopedia informática con sus decenas de miles volúmenes, para saber todo lo que se necesita, desde cómo dirigir una escuela hasta los secretos del éxtasis humano en todas sus formas.
 
Se ha tratado de difundir el conocimiento de la magna obra a través de hologramas, con mapas geopolíticos, imágenes del universo, mapas mentales de las más diversas materias como la historia, la economía, la filosofía, el derecho y muchas más; esta tarea ha sido infructuosa: para cada mapa, holograma, esquema, cuadro, y miles de otras formas de presentación, se necesitaban semanas enteras para su plena comprensión, dependiendo de la complejidad de la cuestión. Algunas de esas presentaciones requieren días de estudio, otras años, e incluso se dice que desde ese día no se ha podido descifrar el mapa que revela los secretos más profundos del universo: su origen y fin, sus incontables mundos con vida y la historia de las diversas formas de existencia.

El ordenador no produjo la magna obra por mandato alguno, surgió espontáneamente ante la necesidad, sentida por la mente autómata, de contar con un soporte universal. Para representar ese magno soporte, a manera de complejo y detallado índice, hay miles de páginas que explican la terminología utilizada a partir de múltiples mapas de asociaciones que llevan a objetos incuestionables para cualquier forma de vida con sensibilidad para percibirlos y con inteligencia para descifrarlos.

Ahí está el saber humano en todas sus formas, la gran obra de un monstruo indiferente y distante de la vida de los seres humanos. En un esfuerzo de síntesis literalmente sobrehumano, el ordenador fue capaz de resumir mares de historia y sabiduría en muy pocas páginas, si tomamos en cuenta los miles de millones de años de conocimiento y sabiduría.

La gran tragedia de esta proeza es que para leer, no se diga para comprender y aplicar este magno saber, una sola persona necesitaría 5479 años en números redondos, aunque si formáramos grupos de 1000 personas dividiendo el trabajo entre ellas, cada una tardaría cinco años y un cuatrimestre para leer sus respectivas páginas, esto sin tomar en cuenta las horas de sueño que en promedio comprenden un cuarto del día, además del tiempo requerido para comer y descomer y asearse y el que se necesitaría para que todos compartieran el conocimiento adquirido, mediando un necesario acuerdo para transmitir sus hallazgos; a todo esto podríamos sumar unos veinte años y digamos, otros veinticinco años más para difundir el conocimiento necesario.
 
En fin, además de que ese día el ordenador descifró el todo, encontramos que no tendríamos suficiente tiempo para transmitir lo revelado, estábamos perdidos, aunque sólo fuéramos lectores, intérpretes y divulgadores. Después de calcular y dialogar durante varios años nos dimos cuenta de que nos sucedería una nueva generación que tendría que repetir el mismo proceso, y así, en un círculo interminable de vanos intentos por comprender nuestra realidad. Así que un buen día, decidimos que fuera el ordenador, con sus dos millones de páginas de conocimiento, el que tomara todas las decisiones; ese día lo nombramos, por unanimidad, como el día del ordenador.

 

Junio 20 de 2017